27 agosto 2013

Genesis [3]

http://i89.photobucket.com/albums/k220/Satommy14/pensamiento1.jpg: Me duermo ;_;
: Motita maullando uwu
: Cama :'D


Notas: LOLOLOLOLOLOLOLOL insisto u3u es porque luego sé que me ocuparé con miles de cosas así que mejor aprovecho :'D!

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Desde mi lugar, jamás había podido decir o pensar más de lo debido, no es que no pudiera pero era simplemente que no quería darle lugar a cosas como las mías, pensamientos tan fuera de lugar que podrían poner en lugar mi existencia no-deseada en la tierra. Solté un suspiro. Ahora más que nunca quería mantenerme ahí.
Observé a Daiki con disimulo mientras estábamos en la cocina, había insistido en acompañarlo dentro de ésta y es que, aún con la facilidad que tenía para entrar a una casa mortal, jamás me quedaba lo suficiente como para admirarla, ni siquiera había sido invitado alguna vez y por ello, quería aprovecharlo, quería sentirme “normal” por una vez y apreciar el decorado que ésta poseía por dentro.

-¿Le echo una o dos de azúcar?
-¿Azúcar? – me sentí otra vez confundido, parpadeando seguidamente porque no sabía qué decirle pero no deseaba hacerlo exasperar y por la manera en me veía, presentía que podría hacerlo hartarse de mi por ser tan despistado con cosas tan comunes para los de su especie - ¿Estudias?
-Trabajo – me respondió tranquilamente, meciendo esa pequeña cucharita circularmente, provocando un agradable tintineo en el aire – Soy ayudante de un estudio fotográfico y… - noté cómo su rostro palidecía de un momento a otro, así que no dudé y me acerqué a él unos pasos para asegurarme que no perdiera el equilibrio de sentirse mal – Oh no… Mañana Takaki tiene una sesión de fotos y…
-Tranquilo - intervine antes de que siquiera pudiera decir algo más, posando la palma de mi mano sobre su mejilla para adormecerlo con sutileza, aquello era uno de los poderes que teníamos los ángeles de nuestra clase para poder desempeñarnos bien en la labor de robar vida – Todo saldrá bien

Dije por decir y él lo noto pues su mirada cayó rendida hacia nuestros pies, haciendo que yo afianzara mi mano sobre su rostro, consiguiendo que se medio durmiera. Aproveché el momento y tomé las tazas de ambos, dirigiendo al joven Arioka hasta el sofá de su sala, haciéndolo sentar a un costado mío, entregándole con cuidado la caliente taza de café que se me había preparado a sí mismo.

-¿Y tú? ¿En qué trabajas? – bostezó y unas pequeñas lágrimas se asomaron por sus ojos, por otro momento sentí que el aire me faltaba así que ingerí de la bebida de mi taza, volviendo en mi.

-¿Yo? – me encogí de hombros, no sabiendo bien cómo explicarle lo mío, ¿era trabajo en sí? No era remunerado – Trabajo… Hm, soy alguien que ayuda a otros a encontrar su camino
-¿Cómo un orientador vocacional? – me quedé callado con su pregunta, ¿era algo así? – Sí, supongo que es algo así – mentí para no alargar más el tema.

Miré mi reloj, de repente hacía ese pitido especial que sólo yo y otros oscuros podíamos escuchar, era un aviso de la reunión que se realizaba a media noche cada cierto tiempo, no eran reuniones ya establecidas, simplemente ocurrían de un momento a otro en un llamado para conversar temas que nos concernían. Temía por el motivo de aquella reunión – Hm, Arioka, me debo ir por hoy – le dije con pesar, era tan obvio que deseaba pasar tiempo con él que se avergonzó de mi simpleza y sinceridad - ¿Puedo verte otro día?
-E-eh… - se mordió el labio inferior, dudando de aceptar o no mi propuesta pero seguí observándolo expectante, no queriendo recibir una negativa de su parte - ¿Me puedes dar tu móvil?
-¿Eh? – vi sus manos moverse hasta que me mostraron el aparato electrónico que era claro, sí sabía lo que era, pero eso no significaba que yo fuera poseedor de uno. Suspiré, negando despacio – Lo siento, lo perdí – volví a mentir con un suspiro alargándose más de lo que deseaba - ¿Me lo puedes escribir en un papel?

Me sonrió bonito, ésta vez sus ojos si demostrándome un vestigio de felicidad en los iris. Que agradable era ver una mirada llena de vida.

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Marcaban las campanadas de una iglesia cercana las doce de la noche y todos los ángeles negros de la ciudad de Tokio yacíamos alrededor de la fogata que ardía fervientemente, dejando que los trozos de madera carbonizados llenaran el aire, era un sonido hasta relajante, la manera en que ardían los troncos sin mayor problema que el seguir un destino perturbador de calentar a quienes no tenían frío. Miré de soslayo de lado a lado, cada uno peculiar a su manera. El siseo de la ropa moverse me mantuvo con el rostro ladeado, tratando de no observar nada más allá del cielo por seguridad, cuando la voz del líder se dejó resonar por encima de todos. Hideaki caminaba arrastrando los pies y con las alas completamente extendidas, la sola visión de aquella deplorable imagen me recordó el por qué yo no las dejaba a la vista. En nuestras “colonias”, los ángeles del ser supremo tenían alas blancas, tan hermosas como la nieve recién caída y brillaban, con un resplandor plateado tan claro que parecía blanco igualmente pero eran sólo matices, matices hermosos eso sí que resplandecían deslumbrantemente. Luego estaban los del señor del inframundo, sus ayudantes, los ángeles caídos tenían una hermosas alas negras, tan profundas en su color como una noche cerrada pero era el sol las que la iluminaban, brillando con tonalidades doradas en cada borde de cada pluma, haciéndolos imponentes de extremo a extremo y por último estábamos nosotros, la colonia rechazada, los paria de los ángeles. Los ángeles negros. En el mundo de los cielos y del subsuelo éramos conocidos así, pero también nos llamaban los ángeles de la muerte, nuestras alas cargaban muchas marcas que dejaban en claro quiénes éramos y a dónde pertenecíamos, lo que alguna vez fuimos tan sólo era un recuerdo lejano. Eran amplias, como de cualquier ángel pero se veían plomizas, sin vida, como si una manta de polvo se posara sobre ellas sin ninguna manera de poder sacarlo. Se veían demasiado frágiles. Nos faltaban plumas y la pomposidad que se podían ver a los ángeles de algún bando, hacían acto de presencia en nosotros. Era tanto así que incluso carecíamos de plumas suficientes para hacer dos mantos equitativos en nuestras alas, teníamos incluso agujeros en ellas. Yo tenía varias. Mi ala izquierda poseía tres agujeros por la parte más alta y la del medio, la de la derecha poseía dos pero estaba en mejor estado que la otra, aun así, no tenía el valor de mostrarme ni siquiera con mis hermanos. Por eso mantenía mis alas resguardadas en mi interior y sin embargo, era el único ahí presente que se avergonzaba de ello, el resto de los ahí presentes se mostraban orgullosos con ellas ahí extendidas, manchadas de sangre como recuerdos de souvenir de todas las vidas que habían arrebatado a sangre fría, me daba náuseas de tan sólo pensarlo.

Otro siseo me hizo reaccionar y miré hacia mi interlocutor que me miraba seriamente, con regaño palpable en sus ojos, yo sólo me quedé estático sin terminar de entender por qué me había hecho a mí aquel sonido.

-Señor – apoyé la rodilla derecha contra el suelo de tierra, sintiendo las piedritas ir incrustándose en mi rótula y descendí la cabeza en respeto al líder, pensando en lo que me diría
-¿Inoo Kei? – me sentí enfermo al escucharlo llamarme de aquella manera frente a todos, dejando al descubierto aquel evento peculiar de hace dos días en los que había podido conocer a Daiki, mas no me moví, sólo callado pues era así como mejor me defendía – No te acerques más de lo debido, él no entendería tu naturaleza

Mi naturaleza, ¿el ser la muerte?
Pero ¿por qué querer que me entienda? Yo sólo quería que me amara y para el amor, para eso no se necesita pensar ni siquiera un poquito.

2 comentarios:

Natarashi dijo...

D: los jefes de Inoo ya saben que se enamoro de un mortal D:
nooooooooo Kei tienes que pelear por el amor de Daiki

¬¬ con que Yuya fue el que le rompio el corazón a Dai

mabelucome dijo...

*O* Me encanta!!!!!!!!!
Malditos jefes de Inoo que ya saben lo de Daiki... Pero... nvcjkvdnhsdjhnf No quiero que les pase nada a los dos!!! >_< Aunque seguro que les pasará u.u
jdnsajuvfhdsi conti!!!! <3