12 octubre 2014

Little biatch [Drabble]

http://i89.photobucket.com/albums/k220/Satommy14/pensamiento1.jpg: HAHAHAHAHA mierda XD me amo
: Yo te viví - Villamizar
: Cama~~♥

Título: Little biatch
Autor: Satommy
Parejas: Inoodai[?]
Género: HAHAHAHAHAHAHAHA X'D
Extensión: Drabble
Notas: Ok, esto es algo medio personal que no pude contenerme a hacer XDDDDDDDDDDDDDDDD nadie se sienta ofendida/o porque en verdad es por algo que me acaba de pasar y LOL!!! Aasdasd X'D *rueda* BE HAPPY!!!!!


Daiki empezó a reírse con mucho descaro, algo no propio de su personalidad pero algo inevitable si es que veía la obviedad del asunto. Inoo era tonto, lo sabía, pero a un punto que rayaba en lo estúpido.

Su ex novio era peculiar, agradable y bonito.

Algo así como él, pero a diferencia suya, el pelinegro era tan manipulable que con unas solas palabras que le hubiera dicho su mejor amigo, ya habían terminado y básicamente, lo había alejado bien lejos de su persona. Como si quemase o tuviera lepra. Algo que le dio en el mismísimo orgullo pero que simplemente lo dejó pasar, porque no tenía por qué ahogarse en dudas existenciales o en miserias que muy poco valían la pena.

Si Inoo quería terminar con él, muy bien, que terminaran, pero que luego no volviera a joder.

En su sitio, observando de lejos como Kei giraba el rostro una y otra vez para verlo –y seguramente le provocaría luego un doloroso tortícolis–, él disfrutaba, deslizando los dedos por encima del pecho de Takaki y dejando un beso muy sutil en el cuello ajeno. Vigilando como el que “no sentía nada por él”, se mordía el labio inferior en un gesto de impotencia que le provocó un henchimiento de pecho lleno de felicidad.

No, no es que quisiera provocarle celos al pelinegro, pero el simple hecho de hacerlo morder polvo y sufrir por lo perdido, era simplemente, una muy deliciosa venganza.

Muy, pero muy deliciosa.

Porque él era Daiki Arioka y nadie pasaba de sus sentimientos sin más.

[ADMI] MENSAJE A LA NACIÓN: EL FIN DEL MUNDO

http://i89.photobucket.com/albums/k220/Satommy14/pensamiento1.jpg: Feliz~♥
: Unfriended Request - Thank you
: Mi casa uwu

Hikaru: Y después de muchos años, vuelve Satommy, usando el blog como pantalla de teatro y rol...
Satommy: Y sí, después de muchos años, vengo a golpear a Hikaru porque me llega a la punta de...
Hikaru: e_e ¿No te has vuelto algo más señorita en estos años?
Satommy: ¿Por y para quién? -lol- Si es por mi, soy feliz siendo una callejera uwu
Hikaru: Así nunca recibirás tu polvo 8D
Satommy: Para un polvo no se necesita hablar 8D
Hikaru: ... *tose*
Satommy: DUH! Ignorando al ex-oxigenado~ uwu ¿cómo están?
Hikaru: Por qué e_e eres tan delicada?
Satommy: Shhhhhhhhhhhhh


HAHAHAHAHAHAHA ok no -lol- Estaba revisando mis mensajes antiguos de administradora y LOL, requete LOOOOOOOOOOOL XD no puedo creer que hacía entradas así de ridículas con fallas ortográficas, UGH, ¡¿cómo no me saqué los ojos o algo?! Aish bueni uwu HOLIII, ¿cómo están? Yo bien 8D postulando a mi intercambio a Japón así que todas crucen sus dedos y recen por mi! #justsaying Hoy es sábado por la noche y he decidido dar mi mensaje a las personas que me leen porque ciertamente, siento que debo decírselo a todas como ya se lo dije a todas las personas cercanas a mí sobre mis nuevos rumbos como escritora -asdasdseahoga- Pero antes que nada... ¡OMFG! ¿Pueden creerlo? Este blog se abrió en el 2010 y ya estamos 2014 y planeo seguirlo hasta... que el trabajo no me deje avanzar con mi vida ewe pero como decía, YA SON COMO 5 AÑOS QUE ESTOY CON EL ONIGIRIS adasdasdasd me siento demasiado feliz, porque no sé si alguien entienda lo mucho que es este fandom para mi y que si sigo escribiendo, no es solamente porque me gusta hacerlo (mi vicio número uno, el número dos es leer y el tercero, salir de fiesta), sino porque tengo a quienes me leen, que aunque sepa que no comentan, se meten a revisar este pequeño blog para ver si he actualizado un capítulo o algo de los fics que siguen y que sé, mantengo en stand by.
Conozco muchas escritoras retiradas del fandom en inglés y español. Conozco varios fics dejados en el abandono porque las escritoras se cambiaron de fandom o simplemente se olvidaron que pertenecían a uno. Conozco muchas historias buenas dejadas atrás. Así que el que yo siga acá, con mis 22 años, aún dando de mí para mejorar mi redacción y mejorar mis historias, será lo menos humilde que diga pero, I'M SO FUCKING COOL, BITCHEEEEEEEEES!
Hahahahaha de cierta forma, me siento muy feliz porque no me he dejado vencer ni me he rendido y no planeo hacerlo por lo pronto uwu pero ñeh, hay cuestiones que han cambiado un poco y que quiero comentarles porque sí, porque para mí es importante y porque siquiera les debo esto:

No es secreto, pero quiero hacer más público de lo que ya es, que estoy haciendo un fanfic 2min que es un serial.

¿Qué demonios es 2min? Es MinhoxTaemin, son de SHINee y... les tengo tanta manía como al InoAri (InooDai).

Nah, no pienso abandonar mi fandom XD (Please, to much obsessed with them). De hecho, se me haría imposible dado que son mi vida y mi alma, mi razón de ser y de la locura por la que me quiero ir 6 meses al fin del mundo, lejos de toda la seguridad de mi país ewe pero ñeh, no es el punto. El punto es que... en estos últimos tiempos, quiero mejorar más mi redacción pero nadie escribe en español ya u_u porque nadie actualiza (Ayaa ewe) y ugh, me gusta poder sentir eso de "Ahhh, quiero escribir así de bien". En este último tiempo me ha pasado con el 2min, así que como que mi mente anda más enfocada allá pero igual tengo avanzados mis fics de acá (Stefany tiene los adelantos lol de lo poco que se salvó). Sólo quería decirles que mi cronograma de redacción será así:

-Unseen (2min)
-GnR (InoAri)

Me centraré sólo en estos dos fanfics, ya les expliqué el por qué (tengo laptop nueva pero todas mis ideas y fics anteriores murieron e_eUu). Cada que actualice Unseen, escribiré GnR, después de actualizar este, volveré a Unseen... Así me forzaré a acabarlos ambos. Después de estos dos, me centraré en "My servant" y de ahí evaluaré qué fic seguir. Estoy pensando seriamente en NO escribir "Shiny rain". Los motivos detrás de ese fic como que se quedaron... bien lejos[?] y no tengo inspiración emo ya para eso XDDD #pathetic no lo sé, fácil sólo hago un resumen de lo que iba a ir la historia y ya, porque de verdad ya no me apetece escribirlo, porque ya no tiene destinatario eweUu "No Moral" sigue en planes, pero bieeeeeeeeeeeen lejos, por el momento XD "Genesis" es un serial que a mi me enamora, pero bueno, digamos que también le daré su tiempo de espera hasta que me libre de las cargas pesadas. Sin nada más que decir uwu

GRACIAS POR ACOMPAÑARME TANTOS AÑOS!!!!

Sé que muchas de mis lectoras se me han ido en el camino, pero a las que están acá todavía... Las amo :') no se imaginan cuanto.

03 octubre 2014

Tercero en discordia [2]

http://i89.photobucket.com/albums/k220/Satommy14/pensamiento1.jpg: Náuseas orz
: Nada ewe
: Cama u3u


Notas: Créanme que quería hacerlo más largo y quería abarcar más pero no, no he podido porque no he tenido tiempo, porque ando al límite ahorita estudiando Finanzas porque mañana es mi parcial y porque esta semana ha sido una mierda ewe Además, ahorita mismo estoy que quiero escribir fics 2min -lol- Porque... porque no sé ewe Sobre mis otros fics (Que no sean GnR y éste), lamentablemente les tengo que decir que están en stand by hasta nuevo aviso, ¿por qué? Porque me robaron la laptop y no tengo backup de nada. Así que... #yolo me tomaré mi tiempo para rebuscar si en algún lado tengo lo que quiero porque sino XD soy capaz de dejarlo todo D: Bueno, espero que les guste y... ya, feliz 3 de octubre, día oficial en el que Satommy se quiere suicidar porque no entiende ni un carajo de Amortizaciones :'D *se larga a seguir estudiando*


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Tuvo un escalofrío que descendió por su cuerpo y le hizo entreabrir los ojos, percatándose con no mucha gracia que era de día y estaba en una cama que no era la suya.
Apretó con fuerza los párpados cuando la luz que se colaba por las ventanas le hizo daño, tratando de controlar las vueltas que de pronto sentía que estaba dando por más que no se hubiese movido un centímetro de su lugar. Se apretó la almohada contra el rostro, maldiciendo la resaca de la cual ahora era dueño y razonó qué podía hacer en su situación, suponiendo que lo más sensato era llamar a su asistenta para que cancelara todas sus reuniones del día y que las reprogramara, alegando algún tipo de emergencia personal que no podía postergarse. Soltó un suspiro y trató de aclararse todos los pensamientos abarrotados como un collage en el cerebro, buscando darle nombre a su situación, pero le era casi imposible. Trató de sentarse en el transcurso de sus cavilaciones pero la punzada que arremetió contra su cuerpo le hizo caer boca abajo sobre aquel colchón, el dolor era indescriptible.

-Maldito seas, Inoo

No había estado tan borracho como para no acordarse de lo que había sucedido, por mucho que le hubiera gustado borrar todo recuerdo y así sentirse un poco más digno de lo que en verdad se sentía. ¿En qué había estado pensando?

No, no había estado pensando, sólo se había dejado llevar y terminó siendo humillado, avergonzado… Dominado.

Ugh.

Arioka se sentía “dominado”.

Y odiaba la palabra, la odiaba porque de una manera figurada y literal, es que su persona había sido controlada por alguien más en un ámbito que nunca pensó, entraría. No es que juzgara las relaciones homosexuales, era solo que nunca había creído que él… Siempre se creyó un hombre en todas sus facetas, ¡tenía novia, por dios!

Tenía novia.

La culpa le cayó con violencia al cuerpo adolorido y enloqueció más a su mente ya perturbada. Le había sido infiel a Midori y no había manera de darle vuelta atrás.

“Vuelta atrás”.

A él lo habían volteado y...

Se negó a seguir pensando sandeces, con las manos que apretaban las sábanas que aun escasamente lo cubrían, se despeinó el cabello ya de por sí desordenado, poniendo en orden de importancia lo que tendría que hacer y cómo lo haría. Lo primero de todo, estaba claro, era buscar su ropa, vestirse y salir de ahí sin que nadie lo viera.
Tomó aire con brusquedad y haciendo acopio de toda su valentía, se levantó de la cama vacía. El dolor volvió a agobiarlo pero ahora lo manejó mejor, por lo que pudo ponerse en pie y buscar por el suelo sus prendas. No se preguntó en dónde estaría Inoo, era viernes y de seguro el muy correcto asistente de su padre, ya habría marchado a trabajar; si había algo bueno con él, era su responsabilidad con el trabajo. Hizo una mueca, de sólo imaginar que lo vería ahí sentado en su puesto como si nada hubiera ocurrido le escarapeló la piel.

Lo segundo que haría, sería hacer que lo despidieran para ya no volver a encontrarse con ese maldito engreído en toda su vida.

Con quejidos bajos que salían de sus labios según se agachaba y hacía algún movimiento en general, se vistió con su hermoso traje Armani ya arruinado y miró a su alrededor, recién prestándole atención al recinto. Sí, todavía era la penthouse de Nakajima y por lo que podía ver, la misma habitación del dueño de casa. No cabía duda alguna que su amigo lo mataría por haber hecho lo que hizo pero en su defensa, él no había tenido nada que ver; sólo que si decía algo como eso, ¿cómo es que el alto lo vería? No tenía en sí alguna buena coartada.

“Si bueno, me acosté con Inoo en tu cama. Me dieron ganas de sexo gay por una noche, lo siento.”

Arioka hizo otra mueca de mala gana, terminando de abotonarse la camisa y teniendo el recuerdo de unos dedos largos haciendo lo contrario y tocándole la piel. Tembló ligeramente pues aunque odiase todo lo sucedido, no podía quitarle el mérito al pelinegro y debía admitir con sinceridad que jamás había vivido algo así. No dejaba de dolerle como los mil demonios pero tal vez algún día…

-No, definitivamente haré que lo despidan

Ya listo, se apresuró hacia la puerta mirando cuidadosamente afuera, de lado a lado, para vigilar por si alguien venía y todo su plan de discreción se arruinara pero no había ninguna persona alrededor, así que teniendo la seguridad de estar completamente solo, caminó hacia la sala para luego cruzarla y poder buscar a su piloto.

Estaba a medio camino cuando sus pasos se detuvieron abruptamente al observar a una pareja en uno de los sofás donde él ayer había estado llorando. De hecho, uno de los presentes era su mejor amigo que lo había estado consolando y el otro, era el otro amigo por el cual se estaba lamentando momentos antes. Daiki los observó con morbo, como es que Nakajima recorría con sus grandes manos cada parte de Ryosuke, apretando varias veces su trasero para que sus cuerpos se rozaran más, mientras ambos se comían con los labios y su respiración se volvía cada segundo mucho más presurosa. Observó como el menor de pronto buscaba con las manos la cinta elástica del bóxer que tenía el castaño, queriendo quitarle la prenda.

Ahora que los veía bien, ambos estaban apenas vestidos, con una camisa y la ropa interior colocada a duras penas, como si acabaran de despertar después de tener sexo y ahora buscaran… Otra ronda.

-¡Ahhhh!

El grito de realización del mayor alertó al otro par que se separó de golpe y tanto fue el susto que Yuto empujó sin querer a su novio y éste, fue a parar al suelo porque también había querido alejarse cuanto antes de su pelinegro. Los ojos acusadores del mayor de los tres prolongaron un silencio incómodo, nadie sabiendo bien qué decir.

Nakajima se aclaró la garganta pesadamente, mirando de reojo a Ryosuke que dudaba si ponerse o no en pie y luego a su amigo. El joven estaba desaliñado y con unas ojeras dignas de tres noches en vela, podía asegurar que tenía resaca pero su apariencia iba más allá de haberse dormido con el traje puesto por la borrachera. De pronto sus ojos se abrieron muy grandes y la sorpresa le hizo actuar por impulso. Se levantó de su mullido sillón y trató de acercarse a Daiki, pero este por instinto quiso retroceder, como si temiera a algo pero lo que hizo luego, respondió sus sospechas. El mayor tuvo un gesto de dolor por su movimiento repentino y una mano voló a sus caderas, frotándose inconscientemente a ver si alivianaba su malestar.

-Dai-chan… - ahora fue Ryosuke quien se sorprendió, mirando a su novio que sonreía con malicia – No digas nada
-Págame, gané la apuesta – Yuto giró a verlo, tendiéndole la mano para que se levantara – Te dije que lo lograría
-¡Seguro hiciste algo! – reclamó el castaño, levantándose con fastidio – ¡Me hicieron trampa!
-Ehhh, tranquilo ahí que no hicimos nada – miró a Daiki que ahora los veía como si estuvieran locos - ¿Qué tal tu noche, Dai-chan?

El mayor sintió sus mejillas colorearse tan drásticamente de rojo que no era necesario que dijera nada, estaba seguro que el otro par ya habría sacado sus propias conclusiones. No había que ser un genio pues si él mismo podría decir con tan solo verse en un espejo, que había despertado de una noche de sexo. Desvió la mirada apenado, tratando de encontrar sus palabras ahogadas en su garganta.
Yuto empezó a reírse con fuerza y estiró la mano, Yamada con un fastidio aún mayor, se acercó a su pantalón tirado en el otro lado del salón y sacó su billetera, buscó uno de los cheques en blanco que tenía y escribió un monto, entregándole el papel al alto segundos luego.

-Te odio… - susurró con molestia – Esto es imposible
-Me amas – corrigió el otro, sentándose triunfal en su sofá – Y no lo parece ya tanto, ¿o sí?
-¿Apostaron por mí, cierto? – interrumpió el mayor, tratando de ordenar otra vez sus pensamientos abarrotados - ¿Qué apostaron específicamente? – pero si bien era torpe, eso no significaba que fuese idiota
-Dai-chan, no creo que…
-Ryosuke, ¿qué apostaron? – insistió, sintiendo mayor vergüenza que antes al entender la vacilación de su amigo - ¿Cómo que era imposible? ¿Yuto? – miró al alto y a su sonrisa - ¿Qué es esto?
-No malinterpretes nada – empezó por explicar, buscando por ahí un cigarrillo y prendiéndolo – La apuesta fue entre Ryosuke y yo, Inoo está fuera de esto. Lo que pasó entre ustedes fue por su simple gusto hacia ti y bueno… tus propias ganas, no fue por dinero o porque alguien lo retase, fue porque quiso y ya

Bingo, había adivinado.
La apuesta era por si él había estado o no con Inoo.

Daiki sintió un tipo de alivio que no pudo interpretar, había estado creyendo por un momento que había sido utilizado por algún tipo de juego cruel pero no era así, aunque ello no lo satisfacía del todo ni calmaba su incertidumbre porque de la forma que hablaban sus amigos, al parecer ellos sabían que algo iba a pasar pero no habían hecho nada. Es más, habían estado esperando a que sucediera.

-¿Qué apostaron? – repitió su pregunta, sólo que ahora con enojo
-Yo aposté a que no cederías ante Inoo, que hiciera lo que hiciera, no te acostarías con él – explicó rápidamente Yamada, tratando de calmar al mayor – Y Yuto… bueno, él…
-Yo aposté a que sí lo harías, que te gustaría y que volverías a hacerlo – se encogió de hombros – Son cosas que pasan…
-¡No! No son cosas que pasan! ¡¿Cómo pueden hablar de algo así con tanta simpleza?! Como si ustedes dos hubieran… - se quedó callado, dándose un golpe mental – Olvídenlo, ustedes son gays, ni siquiera sé cómo podría razonar esto con ustedes
-Yo no soy gay – aclaró Ryosuke con el ceño fruncido
-¿Ah no? – enarcó una ceja con sarcasmo, mirando como a Yuto le divertía todo eso - ¿Entonces, qué hacían montándoselo hasta hace algunos momentos atrás?
-Me gusta Yuto…
-Y le gusta el sexo gay
-Pero eso no me hace gay – reiteró
-Sólo le gusta que se lo metan por detrás

Yamada le tiró con el cojín en la cara a su novio y Daiki estuvo seguro, que esa relación ya tendría algún tiempo por la confianza que ambos se mantenían, ¿cuánto sería? Los vio pelear y reír, era tan estúpidamente asfixiante su ambiente rosa –que nunca había visto – que no tardó en aclararse la garganta para volver a llamar su atención.

-¿Me pueden explicar esto? Por favor…
-Llevamos saliendo cerca de seis meses – empezó Ryosuke – Todo pasó por casualidad, sólo que…
-Eso no – el mayor se retorció incómodo – Lo de Inoo
-Dai-chan – Yuto abrazó a Yamada por la cintura y miró al mayor con tranquilidad – No hay nada que explicar, simplemente le gustas a Inoo y como te vas a casar, digamos que quiso aprovechar antes de que estuvieras fuera del mercado

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El sábado llegó en un pestañear para su alivio; después de huir cobardemente de la casa de Yuto y tomar casi tres litros de café para ir a trabajar, por fin podía estar en su departamento en sus días de descanso, recuperándose del agotamiento que la reunión del jueves le había acarreado.

Recién la noche anterior y todo ese día había podido dormir como dios mandaba pero ahora que estaba recuperado y con todas sus energías puestas, la calentura le estaba jugando una mala pasada cada que recordaba involuntariamente su encuentro con Daiki. Al inicio, había pensado manejar el problema sólo con duchas de agua fría y con ayuda de su mano, pues no quería mancillar –cursimente– el recuerdo del menor bajo su cuerpo, pero ya siendo de noche y habiéndose bañado unas seis veces en el transcurso de cuatro horas, no pudo seguir absteniendo sus ganas y sucumbiendo a la tentación, había llamado a uno de los tantos contactos que guardaba en su móvil. Uno de esos chicos que conocía sólo en una cama y que no pasaban jamás de una relación física.

A las 7 de la noche hubo arribado su invitado y para las 8 ya había terminado todo lo que había querido hacer con él, pero la desazón del acto vacío lo dejó incómodo e insatisfecho. Pensó absurdamente en hacerlo de nuevo pero estaba seguro que la sensación no se iría, sería tan solo un desperdicio de tiempo y ello no era algo que le apeteciera en lo más mínimo. Con un suspiro de cansancio y los pensamientos abarrotados de cuestiones raras, se metió a la ducha, dejando el cuerpo del joven en su cama.

-Dónde está, dónde está…

Llevaba apenas unos 10 minutos bañándose, buscando su jabón en gel favorito, cuando el timbre le hizo dar un brinco bajo el agua caliente. Apretó los labios y bufó con molestia, ¿por qué ni siquiera podía tener un momento de relajo? Se lo merecía después de todo, no cualquiera podía vivir bajo aquella presión del trabajo que Arioka padre le daba y del hambre sexual que Arioka hijo le producía. Trató de ignorar a sus visitas lo mejor que pudo y siguió a lo suyo, tratando que el calor del agua adormeciera placenteramente su cuerpo, pero el timbre volvió a llamar su atención, haciéndole suspirar rendido. Tendría que salir de ahí y ver quién demonios se atrevía a buscarlo a esa hora un sábado pues Jesse, su joven invitado, tenía prohibido abrir la puerta al igual que cualquiera de sus amantes. Nunca podía asegurar quién estaba detrás de ésta y por su propia seguridad, además de reputación, prefería hacerlo él mismo.

Salió de su habitación con tan sólo una toalla rodeando sus caderas, las gotas de agua aún tibia deslizándose por su espalda y abdomen, llamando la atención del visitante que yacía aún en su cama, sólo que ahora despierto y con una sonrisa lasciva adornando sus juveniles labios.

-Despacha a quien sea y vuelve pronto – el tal Jesse le guiñó el ojo e Inoo sonrió de lado
-Vale, sólo si no es importante

Sacudió la cabeza para que su cabello húmedo salpicara las gotas de agua por todos lados, riéndose del quejido que el otro soltaba y antes de escucharle decir algo más, se apresuró a la puerta que volvía a sonar sólo que ahora por mucho más tiempo, como si la persona de afuera estuviera desesperada por encontrarlo.

Era extraño, nadie solía hacer eso y los pocos que conocían su casa, llamaban antes de aparecer.

Por impulso y por acallar el ruido que ahora el timbre estaba generando, abrió sin siquiera preguntar quién era y se encontró frente a frente con el culpable de sus malas noches y continuos ataques de ansiedad. Arioka Daiki estaba con los brazos cruzados y con el pie derecho martillando contra el suelo, mirando al pelinegro con cara de pocos amigos y sin siquiera esperar a que el mayor lo invitara a pasar, él se adentró en su departamento y se dejó caer sobre el sofá más próximo.

Kei observó como el hermoso cuero blanco del mueble se hundía y se quedó todavía de pie, sosteniendo la puerta y mirando sin comprender nada a su auto-invitado.

-¿Podrías ponerte algo encima? Necesito hablar contigo y así es incómodo
-¿Ah sí? – Inoo lo miró, enarcando ambas cejas y cerrando la puerta antes de caminar hacia él - ¿Se puede saber qué haces aquí?
-Háblame con respeto, soy tu jefe – carraspeó, mirando hacia el delicado florero de cristal que reposaba en la mesita de centro para enfocarse en cualquier lugar menos en el desnudo cuerpo del mayor
-El hijo de mi jefe – aclaró el otro, parándose delante suyo – Y ahora mismo, no me encuentro en horas laborales y más aún, ésta es mi casa – esperó a que el menor lo mirara a los ojos y prosiguió – Eres el invitado acá, Arioka-kun, deberías tener más respeto en casa ajena
-¡¿Cómo se supone que te tenga respeto a ti?! Maldito hijo de…
-¿Qué es toda la bulla, Inoo?

Kei se odió a sí mismo por dejar que el castaño entrase a su residencia cuando había alguien más dentro, alguien desnudo y con nada de vergüenza del área de contabilidad de la empresa. Se quedó en silencio mientras observaba cómo la cara de Jesse palidecía al ver a su próximo jefe sentado en el sofá y sin esperar respuesta, corrió a buscar sus cosas. Inoo se frotó la sien, como si pudiera así leer las acciones del castaño que seguía delante, pero Daiki mantenía un rostro indescifrable, esperando paciente hasta que el ruido que se escuchaba desde alguna de las habitaciones del pasillo se apaciguara.

Cuando el sonido de la puerta cerrarse fue lo último en escucharse, Kei miró otra vez a Daiki, agradeciendo de inmediato sus buenos reflejos porque si no se hubiera agachado en ese mismo instante, el florero que hace unos segundos había estado en su mesa, se hubiera estrellado directamente en su cabeza.

El sonido del cristal hacerse añicos contra la pared de atrás fue el silbato que desencadenó la furia del menor.

-¡MALDITO PUTO! – Daiki se puso de pie, cogiendo todo lo que estuviera a mano y lanzándoselo
-¡¿PERO QUÉ TE PASA?! – Inoo se movió rápido, buscando refugio detrás del respaldar del sillón en el que se había sentado - ¡ARIOKA! – trató de hacerlo reaccionar, pero volvió a agacharse para esquivar el golpe de su cenicero - ¡CÁLMATE!
-¡DESGRACIADO! ¡TE MATO!

El pelinegro salió de su escondite, dejando atrás la toalla que se había aflojado y aprovechando que el castaño tan sólo tenía los cojines para su defensa, lo atrapó. Con un empujón lo hizo caer de espaldas contra el sofá; el menor pataleaba e insultaba pero no se movió de su encima, sino que aprovechó sus movimientos irracionales para sujetarle las muñecas con pericia y ponerlas detrás de su cabeza, con sus rodillas lo apretó por las caderas e inmovilizó sus piernas que ya no podían patear.

Ambos agitados, se quedaron mirando.

Daiki tenía el rostro rojo de la rabia y sus ojos ligeramente humedecidos, Inoo en cambio estaba agitado sí, pero estaba calmado, solo que su cuerpo tan pegado al menor se sentía tentador que olvidó en un momento el por qué habían estado peleando y buscó los labios del otro, probándolos una vez más.

Pero el sabor metálico se hizo presente de inmediato, combinándose con su saliva.

-No me toques…

Arioka no había esquivado el beso, lo había recibido pero con una mordida tan fuerte que ahora recién el dolor estaba abriéndose paso por la nube de lujuria que gobernaba su mente, haciendo que la sangre de su labio herido fuera la única pista que necesitara para saber dónde había sido dañado. Inoo lo observó largo rato pero no se movió, siguió sentado a ahorcajadas en sus caderas y tan sólo relamió el líquido carmesí, mirando divertido al menor.

-¿Tan celoso estás?
-¿Celoso de quién? – trató de moverse pero fue en vano - ¿De un pobre idiota como él? – sonrió de lado, ignorando la punzada de su pecho – Ese pobre diablo no me llega a los talones, lo sabes tú y lo sé yo
-Oh, vaya vaya… El gran Arioka vanagloriándose por encima de un pobre trabajador – el mayor se rió, acercándose a él – Si tan poca cosa es, ¿por qué acabas de atacarme como una novia celosa y frenética? ¿Qué? ¿Tanto duele que no seas el único en mi cama?

Daiki desvió la mirada, pero al devolverla, otra vez tenía sus ojos aguados. Inoo contuvo la respiración, aflojando su agarre con suavidad.

-Yo sé que fue nada para ti… pero deja de actuar tan engreídamente – murmuró, incapaz de mantener más tiempo su máscara – Inoo, necesito hablar contigo sobre lo que pasó… P-podrías por favor, ¿vestirte?

El mayor no se hizo esperar y bajó rápidamente de su encima, incapaz de negarle algo a él y menos cuando la culpa empezaba a consumirlo por verlo tan destruido. Sabía que había actuado por mero impulso, pero tampoco es que Arioka hubiera opuesto mucha resistencia, en realidad, no había dado alguna negación real cuando estaban en pleno acto. Dubitativo fue a su habitación, mirando de reojo hacia atrás para ver cómo el joven en ropa casual se secaba los ojos con el dorso de la chaqueta que usaba.

Se sentía fatal.

Quiso apurarse y no dejarlo esperar por mucho tiempo, por ello sólo optó por colocarse un pantalón de buzo y una camiseta encima, olvidándose de la ropa interior al no encontrar ninguna limpia a mano. No había hecho la lavandería y ahora estaba escaso de prendas, ¿por qué justo ese día los planetas se debían alinear en su contra? Creyendo en que su karma le estaba cobrando algún tipo de venganza, volvió sin más a la sala, encontrándose con que el menor estaba levantando los trozos de cristal del suelo con lo que parecía un pañuelo.

-Te vas a hacer daño si haces eso, luego lo recogeré yo – lo observó sonrojarse e Inoo, se cruzó de brazos sin comprenderlo - ¿Qué?
-No soy una mujer – aclaró el castaño, evitando verlo porque sabía que sus mejillas lo estaban traicionando – No me trates como a una
-No te comportes como una – se encogió de hombros medio riendo, recogiendo los cojines desperdigados por el suelo - ¿Cómo conseguiste mi dirección?
-No es tan difícil conseguirla – hizo una mueca, pero siguió recogiendo los pedazos de cristal - ¿Quién era él?

Inoo arrastró los pies por el suelo, evaluando en su fuero interno las maneras en que el otro podía acceder a su información.

-No respondes el cómo – dejó los almohadones en sus respectivos lugares, caminando luego hacia la cocina que se abría paso detrás de una pequeña pared de cemento que hacía a su vez de mesa y de bar - ¿No lo conoces? Es Jesse, trabaja en contabilidad
-Uhm, entonces sí era él… - se detuvo un momento y giró hacia la derecha para ver al mayor que estaba sirviéndose una copa de vino – Entré a la oficina de mi padre y cogí tu archivo

Daiki hizo una mueca, de repente sentía unas enormes ganas de hablar con el área de Recursos Humanos para filtrar la información sobre que dos trabajadores mantenían una relación, pero ello era estúpido. Uno, él no tenía por qué saberlo ni interesarle y dos, nadie le aseguraba que no fuera el único que tenía sexo con el asistente.

-Podrías haberle preguntado a alguno de nuestros amigos, todos conocen mi dirección… - el mayor sorbió del merlot, mirando el rostro incómodo de su invitado con una sonrisa descarada – No querías que supieran que querías verme
-Cállate – susurró el castaño y caminó hacia la cocina igualmente, buscando con la mirada dónde estaba la basura – No ha sido… del todo así – susurró - ¿Dónde puedo botar esto? – miró al pelinegro con molestia y luego a su copa - ¿No puedes estar un día sin embriagarte acaso?

Estaba fastidiado, veía el líquido moverse coquetamente en la copa y de repente sentía las ganas enormes de coger valor de ahí. No se le hacía fácil estar de pie como si nada frente al tipo que lo había “violado”, pero no quería huir, quería poder aclararse todo lo de esa noche y para ello, tenía que quedarse firme. Soltó un suspiro y en silencio esperó a que el otro se moviera.

-Tomar una copa de vino no es embriagarse – comentó tranquilo, abriendo una pequeña puerta en la esquina de la cocina donde había un recipiente plateado con tapa – Acá – esperó a que el otro se deshiciera de los cristales y tomó sus manos para inspeccionarlas – Además, el que estaba ebrio hace algunos días, eras tú, no yo – rió ligero, mirando como el otro se alejaba de golpe, escondiendo sus manos – Tienes unas pequeñas heridas, déjame curarlas
-Que no soy una mujer – reiteró él con fastidio, acercándose al alto que retrocedió esperando alguna reacción impulsiva otra vez pero el joven cogió la botella de vino y caminó hacia la sala, bebiendo directamente de la boquilla – En verdad, necesito hablar contigo

Inoo lo observó sorprendido, realmente el menor no tenía ni idea de quién era ni cómo era pues todos sabían lo celoso que era con su colección de vinos, pero lo dejó estar. Suponía que le debía siquiera eso al menor.

-Sí, se nota – ironizó, caminando tras suyo y sentándose de nuevo en el sofá que lo había protegido de sus ataques - ¿Piensas embriagarte, otra vez?
-Es la única forma en que puedo hablar contigo de manera casi normal – susurró, pero supo que el mayor le escuchó cuando lo escuchó reír – Mira, sé que esto para ti es normal pero no lo es para mí – Daiki se sentó en el borde del asiento, tomando del vino y sin mirar al mayor a los ojos – No he podido hablar con Midorin desde el jueves porque… porque la culpa no me deja y es raro, ¡todo esto es raro! Y luego vengo acá a preguntarte por qué demonios lo hiciste y tratar de aclarar algo pero, tú estás ya acostándote con otro – hizo una mueca y bebió más del vino, cerrando los ojos y disfrutando del sabor exquisito que tenía – Por cierto, tienes buen gusto para estas cosas
-Me gusta el vino – confirmó con los ojos pensantes, admirando al derrotado Arioka - ¿Qué tiene que esté ya acostándome con otro? Arioka-kun, tú y yo no somos nada y por lo que me respecta, estás comprometido. Creí que había quedado claro que iba a ser por una noche, tú lo dejaste en claro

Trató de mentir el mayor, queriendo encontrarle una salida trasversal al asunto, ¿qué se supone que debía decir? Era claro que le tenía ganas al pelicastaño y aún se las tenía –indudablemente– pero no por eso debía dejarse al descubierto. Sus ojos y su expresión le decían algunas cosas con respecto a sus motivos escondidos pero él no estaba dispuesto otra vez en ser el que diera el primer paso.

-Eso es mentira – frunció el ceño dejándolo con un aspecto infantil. Inoo tuvo que controlarse de no reírse por su expresión – Estaba bebido, es verdad, pero tú maldito idiota fuiste el culpable de eso y… - desvió la mirada, bebiendo de la botella un gran sorbo – Y… yo quise que siguieras todo el camino, no te laves las manos ni pongas palabras en mi boca cuando yo no hice ni dije nada de lo que tú estás diciendo
-Ya, vale… - Kei se levantó de su sitio y caminó hasta él - ¿A qué has venido, realmente?

Daiki se quedó en silencio, desviando la mirada a sus pies. ¿A qué había ido a ese lugar? El viernes se la había pasado encerrado en su propio departamento, durmiendo y tratando de entender por qué había sucumbido a la tentación de tener sexo con un hombre. Nunca en su vida había sido infiel y no es que no hubiera tenido la oportunidad, muchas mujeres estaban detrás de él pero ninguna nunca había sido lo suficientemente llamativa o le llegó a interesar tanto como para dejarse llevar. Pero ahí estaba ahora, en el departamento de Inoo, como un cordero metiéndose solito a la boca del lobo.

-Solo quiero entender – susurró, elevando la mirada hacia el mayor – Se supone que te odio, no… No se supone, yo te odio, pero ahora todo está entremezclado y es un asco porque nunca había disfrutado tanto del sexo hasta que te apareciste pero es normal, ¿no? Siempre andas teniendo sexo con todos los seres vivos que se te cruzan en el camino, es obvio que sepas qué hacer y cómo hacerlo

Kei supo que el alcohol de la bebida ya le estaba surtiendo efecto por el color carmín que adornaba el rostro joven del hijo de su jefe y porque sus palabras, sonaban sinceras y sin algún tipo de agresión. Hasta el momento el tono que había empleado Arioka había sido defensivo pero ahora era tan vulnerable que meditó seriamente en echarlo de su departamento, ¿cómo no tentarse así? Con un movimiento le quitó la botella de vino y le puso el corcho que guardaba en el bolsillo del pantalón.

-Mis conocimientos en el sexo no tienen nada que ver con tu disfrute personal – aclaró, alejándose de él para dejar el vino encima de la mesa de centro – Si a ti no te hubiera gustado, ni aunque fuera un dios con un conocimiento vasto del placer, hubiera logrado excitarte

Daiki lo observó caminar hasta el sofá más alejado para luego dejarse caer encima de él, frotándose la sien con los dedos.

-Yuto dice que te gusto – cortó de pronto - ¿Es verdad?
-¿Por qué habrías de gustarme? – su voz fue fría y molesta, incómodo por saber que su talón de Aquiles sabía que era él su más grande debilidad
-¿Sabes por qué te odio? – el menor se levantó con lentitud, su corazón latiéndole a mil mientras se acercaba al mayor – Es porque siempre me estás mirando, siempre estás pendiente de lo que haga o no, siempre pensé que era porque mi padre te lo había ordenado pero ahora que lo pienso, no es así. Yo te gusto, te gusto desde que entraste a trabajar

Kei separó sus piernas ligeramente cuando el menor logró estar lo suficientemente cerca como para intercalarse entre ellas. Apoyó las manos en los reposabrazos del sofá y sonrió de lado, observando como su pequeño cordero se ofrecía al matadero.

-¿Y qué si me gustas? Te vas a casar
-¿Qué tiene de malo el matrimonio? Quiero una familia, quiero ser feliz
-La felicidad no tiene nada que ver con un anillo al dedo, tu padre lo sabe y lo sabes tú – estiró las manos cuando el menor se apretó con las rodillas a su entrepierna, acariciando sus muslos con suavidad - ¿De verdad amas a Midori?
-La amo – susurró, inclinando su rostro para ver los ojos negros del mayor – Y la felicidad, uno la busca, ¿cómo sabes tú que no es casándome? ¿Mi padre te ha convencido de eso? Él no sabe nada sobre una relación o amor o ser feliz… No me sorprendería que tratase de meterles a todos sus trabajadores sus ideas sobre lo grandioso que es no tener pareja
-Tu padre no tiene nada que ver acá, aunque por como reaccionas diría que te quieres casar solo por llevarle la contra
-Aunque fuera así – se aclaró la garganta el castaño, desviando la mirada al ser descubierto – Yo en verdad amo a Midorin
-No la amas – interrumpió – Y no encontrarás felicidad así, si tú creyeras eso… - Kei sonrió de lado y tiró del menor que pronto, estuvo sentado en su regazo – No estarías acá, buscando que te follara otra vez

El menor calló, su cuerpo acomodándose sin querer encima del ajeno y su rostro a centímetros del otro. La sensación de su cercanía se combinaba con su pequeña embriaguez además de su nerviosismo, observando los ojos del otro y luego desviando la mirada a sus labios, quedándose prendido de estos.

Tomó aire y con una gran fuerza de voluntad, se levantó del cuerpo del mayor que lo dejó marchar sin problema alguno, ya había decidido que él no sería quien diera el brazo a torcer. El silencio se apresuró a llenar la distancia que los separaba, ambos mirándose por un momento que se hizo eterno pero la dureza de su decisión no perduró, a Arioka le ganó el arrebato, la seducción del joven que seguía sentado y tenía el rostro lleno de confianza lo llamaba, ¿cómo controlarse? Con pasos torpes se subió a su cuerpo, Inoo echándose ligeramente hacia atrás para acomodarlo inconscientemente, dejando que Daiki tomara su lugar con las rodillas a cada lado de su cuerpo como pudiera y uniera sus labios en un beso fuerte, deseoso y sádico.

El menor estaba cargado de lujuria y de pasión, de destellos de recuerdos que otra vez se hacían una realidad presente cuando las manos del pelinegro empezaron a recorrerlo, apretando en cada parte adecuada que lo hacía gemir entre suspiros ahogados.

Había ansiado esa sensación y no había sido consciente de ello hasta ese momento.

-V-vamos a tu habitación…

Inoo sólo necesito esa petición para moverse. Cogiendo aquella oportunidad para no dormir en toda la noche y aprovechar el deseo desbordante que su acompañante había despertado por él.

Esa era la primera vez en su vida que tendría sexo desmedido toda la noche, no le importaba lo más mínimo quedarse sin nada de energías o sin nada que eyacular.

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Inoo miró el reloj de su mesa de noche, encontrándose con que ya eran las 3 de la tarde y él seguía en la cama con total pereza. No le apetecía moverse, a su lado seguía durmiendo el joven Arioka con un rostro tan apacible y delicioso que no le importaba quedarse ahí unas cuentas horas más, de hecho, podría decir que si Daiki se quedaba durmiendo ahí el resto de su vida, él también era capaz de hacerlo.
Alzó las sábanas que los cubrían y pudo admirar su cuerpo desnudo, la piel ligeramente tostada que se marcaba en algunas partes con vestigios medios rojizos y verdosos, pruebas obvias de lo que habían experimentado ambos la noche anterior. Kei miró su propio cuerpo y se encontró con las mordidas descuidadas sobre sus pectorales y hombros, observando también cómo habían rasguños largos hechos por las uñas del menor.

Sonrió satisfecho, tan satisfecho y tan gustoso de su desempeño que no le molestaría nada volver a repetir.

Por toda la semana.

El sonido del celular empezó a sonar descuidadamente, sacándolo de su ensimismamiento en el que seguía deleitándose con la visión de su visita. Odiaba que lo interrumpieran cuando mejor se lo estaba pasando y antes de que el molesto ruido despertara al pelicastaño, se levantó de la cama, cubriendo hasta el cuello el cuerpo del hijo de su jefe. No, no podía permitir que se enfermase, no cuando había una gran probabilidad de que en la semana se volviera a repetir lo de anoche.
Caminó con cuidado de hacer ruido hasta la prenda que yacía tirada en el suelo y cogió el pequeño aparato, leyendo el nombre de la persona que estaba en ese momento arruinando su felicidad. Hizo una mueca descarada, riéndose muy suavemente.

-Tachibana-san – sonrió Inoo al contestar, saliendo lentamente de su habitación – Lo siento, el joven Arioka no puede contestar ahora – habló antes de que lo interrumpiera
-¿Tú sabes dónde está, Inoo-san? Hace días no lo veo, estoy preocupada…
-El joven está conmigo, ahora mismo en un almuerzo de trabajo al cuál su padre lo envió de improviso y por lo que sé, en los días previos estuvo también tramitando algunos contratos. No ha tenido mucho tiempo, con la boda acercándose es normal que vaya haciéndose cargo de la empresa, ¿no lo creen, Tachibana-san?
-Inoo-san – escuchó cómo la joven al otro lado de línea se ponía incómoda y sonrió más amplio - ¿Así será siempre? ¿Él siempre estará ocupado?
-Cuando se está en la cima, no se está permitido bajar, esa es lamentablemente la realidad
-¿O sea que habrán días en los que no sabré nada de él?

“Si lo mantengo en mi cama, no”

-No podría decirle, lo que le puedo asegurar es que a veces el trabajo es más consumista de lo que aparenta. Disculpe, ya debo colgar, ¿quiere que le avise que llamó?
-Sería muy amable de su parte, Inoo-san… Y por favor, dígale que me devuelva la llamada
-No se preocupe, se lo haré presente

Cortó el aparato y lo lanzó al sofá donde ayer se hubo sentado, su sala parecía zona de guerra con tanto desorden que hubieran provocado ayer junto con Arioka pero poco o nada le importaba. Todo lo roto, se podía volver a comprar y el desorden ya lo arreglaría luego la mujer de la limpieza. Descalzo como estaba, volvió sobre sus pasos hasta su habitación, encontrándose con la agradable sorpresa que el menor ya estaba con los ojos ligeramente abiertos, frotándose con el dorso de la mano los párpados a ver si así, su consciencia hacía acto de aparición porque al parecer, otra vez se daba cuenta que amanecía en un lugar que no era su cama, con alguien que no era su prometida.

Y no, ahora no podía culpar al alcohol.

Inoo rió con malicia al notar cómo el meno se giraba apenado, ocultando su cuerpo a su mirada atenta mientras él se seguía mostrando completamente desnudo, como si estuviera orgulloso de demostrarle de lo que era capaz cuando se dejaba llevar.

-¿Una repetición?

El sonrojo del castaño fue brutal y aunque el mayor no pudiera verlo de frente, estaba seguro de lo que le había provocado porque hasta la punta de las orejas estaban teñidas de carmín intenso. Eso era más que una afirmación para él. Relamiéndose los labios y pensando en lo patética que era la prometida del joven, se acercó a su cuerpo acurrucado en la cama, rodeando lentamente su cintura con el brazo izquierdo al mismo tiempo que con sus labios repartía pequeños besos y succiones al nivel de sus omóplatos, fascinado con los pequeños temblores que el cuerpo bajo su tacto dejaba liberar.
Con la mano libre, acarició la curvatura de sus nalgas hasta encontrar la pequeña rendija entre estas, tanteando con la uña hasta que el dedo encontró la entrada y lo acarició por encima, ganándose un suave gemido del menor. No necesitaba ser un genio para darse cuenta que Daiki seguía sensible por lo mucho que ayer lo hubo tomado.

-Ayer se me acabaron los condones – susurró el mayor, introduciendo de repente y de manera brusca, dos dedos en el pequeño ano del chico. Un gemido ahogado y una tensión en las sábanas le hicieron relamerse los labios – Así que hoy, me correré dentro y te llenaré de mí
-I-Inoo… C-cállate

Carraspeó a duras penas, su cuerpo sintiendo el calor repentino inundar cada centímetro de su piel, como si quemase cada caricia en un punto alucinante que le nublaba la visión y no entendía, no podía comprender por qué su cuerpo cedía y buscaba más de aquel sadismo extraño del asistente que lo poseía. Quería que lo penetrara, nuevamente quería sentir aquella extraña sensación en su interior.

Pero más quería sentir, el líquido caliente vaciarse entre sus paredes.

No recordaba si el jueves el mayor se lo había hecho con protección, pero la noche anterior sí podía dar cuenta que siquiera una caja y media de condones habían sido necesarias antes de saciarse las ganas locas de tener sexo con él. Su trasero era testigo físico de ello pero ahora que tres dedos lo dilataban con tal frenesí, no podía decir que ya no quería o podía más, era todo lo contrario, se sentía insaciable y lo quería todo.

-A-ahhhh mierda…

El menor maldijo en voz baja cuando la mano que le abrazaba la cintura empezó a masturbarlo y esos labios que estaban jugando en su espalda, ahora buscaban su cuello para devorarlo con pericia. Todo era tan exquisito que no oponía resistencia, dócil y entregado a ese maldito rompehogares que ya lo tenía dominado.

“Dominado”

Ni siquiera su razonamiento llegó a más cuando los dedos que lo embestían hasta tocar su próstata cambiaron por el gran falo del pelinegro, embistiéndolo para adentrarse de un solo golpe en su estrecho interior, apretando con deleite aquel trozo de carne que le hacía tocar las nubes.

Daiki quería más e Inoo, estaba ahí para complacerlo.