03 marzo 2014

¿El primero o el último? [OneShot]

http://i89.photobucket.com/albums/k220/Satommy14/pensamiento1.jpg: Baile del tubo[?]
: Rompe la cintura - Alexis y Fido
: Cama u3u


Título: ¿El primero o el último?
Autor: Satommy
Parejas: Inoodai
Género: Angst[?]
Extensión: OneShot
Notas: Este fanfic lo escribí hace mucho en el grupo Inoodai de facebook u3u originalmente se iba a quedar ahí pero hoy es 3 de Marzo! Y debo publicar algo, el tiempo no es bueno para mi y por eso no he podido actualizar u3u de cualquier forma, espero que les agrade♥ y los comentarios son bien recibidos uwu perdón si hay algún error ortográfico ;_;



Su mirada estaba fija en la persona delante suyo, atravesando el andén de trenes y todas aquellas rieles que parecían llenas de fuego para mantenerlo a una distancia prudente, ¿cuánto tiempo ya de su separación? ¿Por qué habían terminado? Ya ni siquiera recordaba aquellos motivos y dudaba, por el latido acelerado que su corazón tenía en aquellos segundos que realmente importase, o que en algún momento hubiera importado.

-¡DAIKI!

Gritó desde su posición, la mata de cabellos castaño claro giró de lado a lado con desesperación, sabía sin siquiera ser un genio lo que le producía al menor, ¿cómo no reconocerlo? Esa expresión, esa alteración rápida de sus facciones al reconocer algo que había significado tanto en poco tiempo.

-¡DAIKI!

Volvió a gritar y sus pequeños hermosos ojos pardos volvieron volando a la exacta posición que el mayor tenía, ese punto en el otro lado de la vía. Con una sonrisa hizo un ademán con su cabeza, cuidando a propósito de que su flequillo se moviese en un movimiento un tanto coqueto. Alguna vez su ex novio le había confesado que esa era una de sus peculiaridades que más le encantaban.

-¡BOBO!

Escuchó su voz, su grito y percibió con orgullo el rubor que hacía ahora aparición en sus mejillas ligeramente redondeadas por el aire que se había atrevido a almacenar dentro de estas, dándole un toque infantil a su expresión pero nada más lejos que la verdad. Era un joven, de 21 años, hermosamente perfecto en su cuerpo y rostro.

Su cuerpo. Oh, cómo lo extrañaba.

Tenía aún a su disposición aquella mirada exasperada, aún distanciados como diez metros podía percibir la ansiedad del menor así que volvió a tentarlo, lo tenía como más le gustaba, así como en aquella época dónde eran chiquillos y nada más que sus escapadas importaban. Su lengua, siendo su más fiel compañera se asomó y recorrió el borde de sus labios, humedeciéndolos bajo la atención del otro, que no pudo contenerse y ahogó un jadeo que llegó hasta sus oídos. Aún era un escandaloso de primera.

-¡¿QUÉ?!

Le gritó en burla clara, sabiendo que Arioka podía sentir las miradas a su alrededor, penetrando su espalda por aquel peculiar ruido que había llenado el barullo de la ciudad y de la estación de trenes, el castaño negó ofendido y en un segundo dejó de verlo. Malditos trenes. Había pasado casi un año que no lo veía y un maldito medio de transporte se lo había arrebatado.
Esperó paciente los minutos que tardaba el tren en moverse para volver a vislumbrarlo, esperando ansioso que estuviera aún de pie a él, ¿o debería acercarse a saludar? Sus pensamientos lo consumieron como un cigarro prendido avivado por el viento, escuchando la partida de la estación por los altavoces 15 minutos después.

Demasiado tiempo.

Alzó la cabeza como pudo pero se topó con la nada misma, su pequeño castaño había desaparecido, ¿por qué? Se arrebató y alteró, sus manos despeinando su cabello tan rápido que se le esponjó y lleno de estática a los segundos. Era un idiota, debía haber aprovechado aquellos momentos que el destino, apiadándose de él le había regalado.

-Maldición…
-¿Aún maldiciendo al viento?
-¿Eh?

Su cabello negro se agitó ante el rápido movimiento que ejecutó para encararlo, viendo de pie a aquel ser tan hermoso y perfecto que aún, llenaba sus pensamientos.

-Maldiciéndote a ti, Arioka… ¿Hm? Sal de mis pensamientos
-Podría pedir lo mismo…

La voz del menor tenía un dejo de tristeza pero qué más daba, tal vez era porque aún le dolía su rompimiento… ¿Por qué habían llegado a ese punto?

Bah, no importaba ya.

Sus brazos rodearon la cintura del pequeño castaño ante la atenta mirada de su público, ojos acusadores y avergonzados de que dos hombres se amaran. Y qué demonios, les daba igual. Lo estrechó más fuerte y lo sintió encajarse centímetro a centímetro, el hueso de sus caderas chocando el uno contra el otro en un roce tan sensual que apretó la pelvis hacia la de él. Una mala manía, si mal no recordaba, para dejarle en claro el deseo que le profesaba.

-Vamos

Le susurró Inoo y el menor sólo asintió, enlazando ambos sus manos para dirigirse a alguno de los lugares que tanto habían frecuentado en su época de noviazgo, ¿Qué acaso lo Love Hotel no eran un gran beneficio para los jóvenes? Unos cuantos pasos, corriendo a momentos, caricias escondidas y besos robados mientras ambos sonreían en su reencuentro, abrazándose, tocándose indebidamente hasta que alcanzaron su pequeño nido de amor, aquel lugar mancillado con cada una de sus escapadas del colegio, ¿cómo olvidarlo? Llegaron al extremo de pasearse habitación por habitación para hacer de aquel lugar como “suyo”, sólo suyo…
Daiki se acercó como siempre a la recepción, sonriendo y pagando con el dinero que Kei le había dado en la puerta antes de entrar. Era mejor así, cada que el menor lo hacía las preguntas sobraban y sólo lo dejaban pasar, su carisma engatusaba al dependiente aunque su corazón posesivo muriera de celos, pero su castaño era de él, nada lo cambiaría y ambos lo sabían, contando con ello y sabiendo que si él con sus ojos negros se asomaban, era casi una realidad que le negarían el alquiler de una habitación, una desgracia pero daba igual.

Ambos corrieron por las escaleras al ya tener en su posesión una de esas tarjetas que hacían de llave electrónica, antes de llegar al segundo nivel, Kei ya lo había tomado por la cintura y lo había elevado con facilidad para que el otro rodeara sus caderas con las piernas, apretándolo con aquel único deseo que tanto le fascinaba y que no tenía comparación. Ambos ya tenían una erección palpable friccionando bajo sus pantalones.
El pelinegro deslizó sus manos dentro del pantalón del más bajo, apretando con los dedos y uñas sus nalgas hasta dejarle pequeñas marcas rojizas que seguro, luego podrían dejar en claro que ya tenía dueño ese delicioso y pequeño cuerpo. Lo apretó con deseo y un gemido de vuelta le regaló de sus labios sonrosados, un poco húmedos pero completamente anhelantes.
Subieron dando empujones contra la pared, apoyándose en una, en otra, en puertas de otras habitaciones, gimiendo a viva voz uno tras otro el nombre de su acompañante, sacándole celos a cada una de las personas que el hotel poseía porque, en sus gemidos no sólo había ese deseo asfixiante del sexo, sino que ese rasgo de amor que cada movimiento podía dejar en claro a quien los viera. Lo suyo no era una escapada, lo suyo era entregar sus almas.

No supo cómo entraron, no supo ni siquiera cómo su ropa fue a parar al suelo, sólo supo que ya estaba a su merced el castaño con sus caderas contorneándose para él, su mirada apenas visible porque sus ojos estaban entrecerrados, con sus mejillas brillando de un hermoso rojo escarlata que le adornaba hasta el límite con sus sienes. Era terriblemente tentador y sus dedos no dudaron en embestirlo con mayor sadismo. Cuatro dígitos dilatándolo, penetrándolo hasta que su estrecho ano cedía para darle paso. Exquisito, podía saber por ese diámetro tan pequeño que nadie lo había tocado después de él. Lo veía gemir, encorvar la espalda casi en una “c” por el placer que lo llenaba pero no quería hacerlo correr tan pronto, no sin él estar dentro. Sus manos acariciaron su cintura hasta lograr tomarlo por las caderas, girándolo para posicionarse debajo suyo, el menor tomando su posición favorita sobre el pelinegro, admirándolo con sus ojos brillando por esa necesidad de ser suyo y de tenerlo para él, ¿la envidia era sana? Los celos, la posesividad, sólo eran una muestra más de su amor. Su trasero se empinó perfectamente para luego dejarse caer de un solo movimiento, clavándose de un tirón el pene de su amado, sintiéndolo en cada rincón, en cada parte, en cada rugosidad que su interior poseía y con sadismo, sabiendo quién era su invasor, se contrajo hasta poder apretarlo tan deliciosamente que Kei gimió para él, proclamando su nombre con antojo, con aquella premisa de “mío” en cada tono que su garganta era capaz de vocalizar.

Era suyo y el mayor, lo era de él.

Sus caderas empezaron con movimientos circulares, frotando esas perfectas gónadas contra sus nalgas desnudas y un tanto rojizas, ambos acostumbrándose, ambos saboreando la felicidad de poder unirse nuevamente. Un pequeño momento, un preludio a su entrega. Posó las palmas sobre el pecho del más alto y con saltos sádicos, ruidosos y totalmente frenéticos, empezó a moverse sobre él para hacerlo entrar todo como fuera, hasta dentro, hasta que pudiera sentir que se partía bajo el poder de su falo, una espada atravesándole el interior haciéndolo gritar sin vergüenza, sin ningún impedimento que lo detuviera.

-¡KEI!
-¡DAIKI!

Ambos, al unísono se proclamaban, disfrutando hasta que su límite llegó a ellos, tan rápido y tan descarado que ni siquiera lo notaron hasta después de unos segundos cuando la calidez del semen del menor manchó el vientre del pelinegro y la semilla del mayor, llenó hasta el esfínter el ano del menor. Sus miradas volvieron a tomarse en un abrazo que iba más allá del físico, más allá de lo que las palabras pudieran expresar. Sus sentimientos eran más profundos que unas sílabas pronunciadas.
Arioka se recostó sobre el pecho del mayor, dejando que su interior goteara de ese semen que con los labios tantas veces había tomado, dejando que su miembro perdiera tamaño y resbalara fuera con sus residuos blanquecinos. Kei lo tomó y lo abrazó estrechamente, ambos de aquella manera era su momento favorito de la vida, el aroma de dos orgasmos mezclados, simbolizando el amor perfecto que se profesaban, ¿por qué no podían seguir así el resto de sus vidas?

Unas lágrimas cálidas lo volvieron en sí, ladeando su rostro unos pocos centímetros hasta que sus pestañas largas chocaron contra las mejillas del menor, humedeciéndose a su vez por esas gotitas saldas que rebalsaban de sus ojos.

-Daiki…
-No puedo… Kei, no puedo… te lo dije… - decía quebrado, decía con aquel tono de dolor imposible de contener, de impotencia y rabia – Te amo… pero no puedo hacer esto
-¿P-por qué? Regresa conmigo, sabes que juntos…
-No puedo, mi hija ya nació Kei, mi hija… No puede tener un padre gay…

El recuerdo le golpeó como un balazo en el pecho.
Cuando empezó a salir con Daiki, él había acabo de terminar una relación con una joven, con una de esas chicas que las madres no quieren porque saben lo malas que son, que sólo buscan amarrar a un hombre a su lado como fuera. Y su pequeño no fue la excepción. A los tres meses de empezar a salir, después de aquel molesto rompimiento que incluso le costó arañazos por parte de la mujer y muchas denuncias falsas hechas por ella, volvió a aparecer. Un vestido amarillo delicado y con estampado de flores blancas que le daban elegancia. Un vientre asomando curioso como un pequeño bulto por debajo de la cinta que separaba el pecho de su cintura.

“Estoy embarazada, Daiki… Es tuyo”

Ambos se quedaron estupefactos, Arioka negando hasta el cansancio que no podía ser de él porque se cuidaba, usaba preservativos justamente para evitarlo. Pero la sonrisa tan tranquila de esa chica le heló el cuerpo, jamás lo olvidaría.

“Sí… bueno, digamos que los arreglé con unas agujas para que no pasara esto”

Soportaron un mes con ello, soportaron un mes e incluso él había deseado ser el otro padre de la criatura pero Daiki finalmente se quebró y decidió por ambos que no podía hacerlo así, que no podía darle aquel castigo de la sociedad a su bebé.

Por eso habían terminado y ahora, era más real que nunca. No es que ellos no se amaran, no es que ellos no quisieran estar juntos, es que no podían. No debían.

Sus manos lo abrazaron entre amargura y tristeza, sus lágrimas ya habían estado cayendo sin darse cuenta mientras recordaba uno a uno los sucesos tan crueles por los que habían atravesado.

-No puedo dejarte ir… No puedo – confesó Kei, apretándolo más contra su pecho, dejando que esas lágrimas que su castaño liberaba – No voy a dejarte ir…
-¡Soy padre! Soy… soy padre… Yo…
-Escapemos, vayámonos los tres… Podemos, podemos armar un negocio, podemos hacer lo que queramos… ¡Siempre hemos podido!
-Kei – ahogó un gemido de dolor, no pudiendo negarse pero no pudiendo aceptar – Lo siento…
-Te esperaré, te esperaré en la estación de hoy, en el tren de media noche, aquel que se va hasta el extremo de Japón… Estaré ahí, estaré esperándote…. Trae a la bebé contigo, podremos hacerlo, es nuestro destino estar juntos y yo - rió con el llanto prologándose en cada sílaba – Yo sólo seré padre contigo, ¿me oíste?

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Eran las 11:55 p.m. tenía la cabeza gacha, las manos apretándose sobre su pantalón mientras yacía sentado sobre las bancas de la estación. Había sacado todos sus ahorros que les bastaría para vivir unos cuatro meses, trabajar desde los 15 años había servido de algo. Sus padres no entendieron nada pero aceptaron que quisiera independizarse y metió toda la ropa que pudo en una sola maleta, saliendo de esa casa con bendiciones y buen augurio. Ellos no sabían, ellos no entenderían.
Miró su reloj, ya eran las 11:58 p.m. y el tres estaba por llegar, ya estaba oyendo el ruido que hacía el shinkansen por la velocidad que ejercía para moverse, ¿vendría? ¿lo haría?
Empezó a llorar, había sido un completo idiota, ¿cómo podía haberle pedido algo así a Daiki? El jamás lo haría porque si en primer lugar habían terminado fue por la razón que quería hacer bien las cosas. Él no estaba dentro de ese “bien”.
Se levantó con pesar al escuchar al tren arribar, recordaba perfectamente por qué se había olvidado sin querer todo lo que había sucedido. Su subconsciente no podía vivir con ello. Caminó a paso lento hasta que las puertas se abrieron, entrando sólo y con su corazón destrozado para dejar atrás a aquel hermoso ser que tanto amaba, a aquel perfecto ser que acababa de poseer hace tan poco.

Las puertas se cerraron y se desplomó con sollozos en el asiento, no había nadie a su alrededor así que su dolor tuvo la libertad de ser expresado como mejor desease.

Pero otro llanto le acompañó.

Alzó la mirada y se encontró con un padre preocupado porque su bebé no dejaba de llorar. Daiki se veía nervioso, cogiendo con una mano la maleta más grande que podría haber visto jamás y con la otra, meciendo a ese pequeño bultito cobijado entre mantas rosas. Se levantó de un salto y corrió hacia él, tomando con cuidado a la bebé para luego abrazar al menor, ocultando su rostro en el hombro de su castaño para volver a llorar pero ésta vez de felicidad.

-Gracias… - dijo, tratando de encontrar su voz
-Yo… tampoco quiero ser papá sin ti…

8 comentarios:

miki chan dijo...

Waaaaa yo lloré primero me hiciste muy feliz ante el encuentro inoodai y luego zas! Me matas con el porque de su separación pero ... el final fue tan conmovedor TT_TT

Shute-Chan dijo...

ssentia que mi pecho iba a romperse~
kyaaaa~ hermoshodaiki~ TT______TT
satomy-chan no me hagas llorar~
fue mucho para mi~
gracias, ¡GRACIAS!
he esperado tanto por un InoDai~ *lloriquea*
me hacia falta!!!~

Nina Segawa dijo...

Awwwwww acabo de descubrir este blog, y me quedé completamente enamorada!! Escribes lindo, y este fic en concreto me encantó ;A; ahora podré estar entretenida toda la tarde ahaha
pero lo importante, es que me encantó me pareció hermoso su encuentro, el que luego huyeran juntos.. y que el pobrecito Daiki renunciara a todo por su bebe ;A; en verdad me encantó!! ♥

Unknown dijo...

TuT -se pone a llorar-Que hermoso de verdad estubo lindisimo >3< Inooc-han tan lindo y Daiki papa OwO q hermoso q al final ambos se juntaron fue hermoso hermoso <3 Arigatou! <3

aNix FriKi dijo...

TT___TT Tan bello !!!
un lindo amor ♥, crei que de verdad no habia llegado Daiki, pero... fue tan hermoso el final.

Unknown dijo...

Qe hermoso, y llore de nuevo, gracias por escribir:3

Ageha Chihara dijo...

Cómo no pude haber leído esto antes ;_; awwww me has hecho feliz al principio, pero fue un gran shock q el pingüino fuese padre .... perooo Kei lo quería, quería estar con él ;_____; xq ID no se puede separar ;_; ... po un momento pensé q no iría ..... pero awsdewasd ese final fue genial *~*

Anónimo dijo...

Awwww al fin me puedo dar el lujo de leer fics! Amo leer los tuyos Pame *^*
Asdfghasdfgh Creo que sí leí en fb, o tal vez no... no recuerdo x'D pero igual comentaré.
Me dio un ataque al saber que Daiki era padre! Ya me iba a poner a llorar con Inoo si no llegaba... asdfghasdfgh pobre mi pingüino, se preocupaba por lo que decía la sociedad, pero si estás con la persona que amas... todo saldrá bien -3-)7 hermoshooo ><