31 diciembre 2013

New Year [Drabble]

http://i89.photobucket.com/albums/k220/Satommy14/pensamiento1.jpg: Feliz año~♥
: Unfriended Request - Thank you
: Mi casa uwu

Título: New Year
Autor: Satommy
Parejas: Yabutaro
Género: Fluff
Extensión: Drabble
Notas: Mi último fic del año :c súper cortito, súper simple... Hace mucho no hacía un Yabutaro solo uwu pero no sé por qué no lo imaginé como Yabuhika X'D últimamente ando más pegada al Yabuhika uwu espero que les agrade... A nombre de Sora y mío, Feliz año nuevo! Gracias por siempre pasarse por acá y leer las ocurrencias de su servidora♥


El countdown había terminado, era realmente tarde –o temprano, según se viera–, todos los JUMP habían acordado en ir a comer algo después del concierto pero cuando Takaki y Chinen pelearon como tantas veces, los planes se fueron por la borda.
Yabu soltó un suspiro mientras caminaba por las calles concurridas tratando de encontrar un taxi que tomar para ir a su casa, no tenía ya ánimos de hacer nada aunque Hikaru e Inoo le insistieran en ir con ellos a una cena. Estar entre ese par junto con unas botellas de sake terminaría en lo de siempre… Llamadas a media noche a amores escondidos que terminaban en peleas y luego en lágrimas de por qué la vida era injusta y no, en verdad tenía suficiente con el trabajo y el agotamiento como para ir a pasar una velada de embriaguez al departamento de Yaotome.
Estaba realmente cansado, sus ojos le estaban pesando cada vez más y él no se daba cuenta, de a pocos los sueños se fueron haciendo vividos hasta que tropezó, cayendo en brazos de alguien ajeno que no se había percatado, estaba delante suyo.

-Para variar, siempre esforzándote hasta el límite

La voz de Ryutaro le hizo reír y no hizo ademán alguno de querer moverse, se abrazó al cuerpo del menor que ahora, después de varios años, era ya el de un joven bien formado. Su pequeño había madurado.

-¿Qué haces por acá?
-Hikaru me llamó diciendo algo como “Yabu se ha ido”, ¿sabías que eres experto en arruinar sorpresas?
-¿Hm? – Kota se alejó de él, con los ojos apenas sosteniéndose para observarlo - ¿Sorpresa?
-Quería celebrar el año nuevo contigo, confié en tu mejor amigo para lograr encontrarnos pero como siempre, el líder y sus planes perfectos de…

Yabu lo tomó del mentón, besándolo sin importarle mucho la gente que pasaba a su alrededor. Morimoto le dio un empujón y miró hacia otro lado, no es que le molestara que le besara, simplemente que jamás dejaría de ser vergonzoso.

-Vamos

Ambos se tomaron de las manos, siquiera ahora Yabu sentía que su año nuevo no era tan malo.

29 diciembre 2013

Alone [Drabble]

http://i89.photobucket.com/albums/k220/Satommy14/pensamiento1.jpg: Ah~ frustra mucho
: Cómo te olvido - Corazón Serrano
: Escondida en el mundo gris[?]

Título: Alone
Autor: Satommy
Parejas: friendship!Arijima
Género: Angst
Extensión: Drabble
Notas: Bleh, mal humor... :') además de decepción y rabia u3u *sigh* Y ahí, nada[?] -random-


Si tenía que definir lo que sentía en ese momento, una descripción de lo que es la soledad saldría a flote en sus pensamientos. No es que no tuviera amigos, ¿cómo no tenerlos? Vivía rodeado de ellos aunque fueran unos cuantos pero realmente creía, a ciencia cierta, que si él faltara no habría diferencia.
Era extraña la sensación de celos que a veces comprimía su vientre cuando veía a su mejor amigo hablando con aquellas personas que juraban odiarlo, aquellas que apenas podían le hacían la vida miserable con comentarios, con indirectas o manipulaciones de personas con las que trataba de entablar conversación, sólo por el simple hecho de que lo querían ver aislado, al borde del abismo.

Y no era justo.

Daiki giró la cucharita dentro de su taza, mirando como de a pocos el líquido recibía pequeñas gotas saladas a causa de sus lágrimas que caían y nuevamente, en aquel café se preguntaba, ¿por qué seguía ahí? No era una pregunta suicida, sino una que cuestionaba su existencia porque no le encontraba sentido; sus padres eran ajenos a él, su hermano tampoco era de lo más consciente de su sentir… Y si ni siquiera llamaba la atención para los que eran importantes para su persona, si ni siquiera ellos lo tomaban en cuenta, ¿por qué quedarse a esperar un milagro de sentir que era importante para alguien?
Su corazón dolió pero no lloraría en público, se guardaría como siempre aquel sentimiento para sus cuatro paredes, para su almohada que era la testigo de todo su sufrir. Frotó rápido sus ojos para que no lo vieran llorar, justo en el momento que Nakajima volvía.

-Lo siento, debía saludar – le sonrió al mayor, no advirtiendo la falsa sonrisa que le daba - ¿Aún te llevas mal con ellos?
-Bueno… si me odian y hablan mal de mí, no creo que podamos ser mejores amigos, ¿verdad?
-Daiki, no creo que sean ellos los que hablan de ti…
-Yuto, ¿por qué siempre los proteges? – el menor lo miró sorprendido y él sólo suspiró, desviando la mirada hacia la ventana – No sé cómo alguien como tú, puede ser amigo de personas como esas
-Lo dices como si fueran malas
-Perdón, siempre me equivoco yo

Se quedó en silencio, el pelinegro no entendiendo su comportamiento, ¿cómo iba a hacerlo?
Era del tipo de persona que se llevaba bien con todo el mundo, él jamás podría sentir lo que era la soledad ni el dolorcito cruel del corazón al ver que los pocos amigos que se tenía, se alejaban para ir a juntarse con aquellos que tanto rencor te profesaban.

Jamás entendería.

Sus ojos amenazaron con lagrimear y se levantó del asiento, dejó su café a medio terminar y depositando un billete en la mesa se marchó bajo los reclamos del alto que no terminaban de procesar lo que sucedía.
Pero Arioka ya estaba harto, estaba tan hastiado de aquella desazón que le daba la vida con su frialdad, ¿por qué habría de esperar a ese milagro? No ocurriría, ni aunque se esforzara mil veces más porque siempre le darían la espalda, siempre lo terminarían cambiando por alguien más.

Su ausencia nunca generaría polémica.

No era de las personas que se creían débiles o que dependieran del resto para sentirse mejor, de hecho pensaba que era bueno y que era un ser independiente que muy bien, se las podía arreglar solo. Pero el humano es de sociedad por naturaleza, ¿si no había un lugar para que él fuera social, dónde más iba a encajar?
Sus pasos fueron lentos mientras caminaba por la calle, sus ojos vidriosos derramaban esas dichosas lágrimas sin darle ya importancia porque nadie giraría a verlo y a preguntarle qué es lo que sentía. Qué le pasaba. Miró hacia el frente un puente que se abría paso por encima de un río acaudalado y caminó tranquilo hacia él, subiéndose de un salto al barandal para dejar los pies balanceándose hacia el vacío.


Tal vez ese día, sí llegaría a saltar.

28 diciembre 2013

Sexfriend [OneShot]

http://i89.photobucket.com/albums/k220/Satommy14/pensamiento1.jpg: Quiero bañarme ;3;!
: School Girl - Hey! Say! JUMP
: Rinconcito del alma♥

Título: Sexfriend
Autor: Satommy
Pareja: Takachii
Género: Angst
Extensión: OneShot
Notas: Tengo un problema serio orz no puedo escribir los fanfics que DEBERÍA asdasddsa estoy con el word forzándome a escribir y viene la idea de un drabble y termina siendo un oneshot ;_; bueno, es mejor eso a tener el blog abandonado u_u asdasd este angst me vino de la nada cuando me puse a pensar en que siempre hago a Takaki del malo...[?] bueno X'D espero que les guste este plot twist que hice u3u y que me den sus opiniones♥ todo es bien recibido :3♥



Takaki se quedó prendado de su mirada desde que era un niño, no es que lo buscara o que se sintiera cómodo porque la sensación de ser un “pedófilo” le atenazaba el cerebro, pero era imposible no admirarlo porque era tierno, porque era dulce.

Porque la vivacidad de su persona iluminaba cada rincón de la estancia.

Chinen siempre había significado más para él de lo que hubiera aceptado, porque eso hubiera significado declararse, por lo mínimo, bisexual porque le gustaba un “chico”. Un “inmoral”, porque era mucho menor que él y un “pervertido”, porque lo deseaba con ese cuerpo hormonal propio de un adolescente.
Pero el pelinegro menudo no era tranquilo y pronto lo entendió. Era de aquellos chiquillos promiscuos y coquetos que entendían el poder de excitación que tenía en cada persona, como sólo un short apretado podía subir los colores a la persona más cuerda.

Aún recordaba el día de la grabación de Hey! Say!, cuando eran aún juniors y la alineación estaba a prueba, aún recordaba cómo se había sentado en él frente a las cámaras y le había pedido un beso. Aún recordaba la presión que había hecho contra su curioso miembro cuando se apretó más contra su regazo.

Aún recordaba esa erección que frotó contra sus nalgas cuando la cámara dejó de grabar.

Y no tardaron en hacerlo, pasó casi exactamente una semana cuando Takaki lo llevó a su casa, cuando con ese cuerpo de niño y él, no tan adulto; se desvistieron desesperados por tocarse y cayeron juntos a la cama. Yuya besando su cuello, sus hombros pequeños, aquellos pezones que apenas eran dos botones pequeños pero que estaban tan duros por sus roces que sólo se excitó más.

Era un niño, por dios, pero su cuerpo era tan sensible, tan delicado, tan lujurioso.

Lamía y besaba cada parte que podía, aquella noche no dejó de probar nada en él. Y fue hermoso, porque Yuri le gemía, gemía su nombre, su apellido, palabras incoherentes que rebotaban con eco en su habitación, su cama destendida era la víctima de sus manos que se apuñaban al sentir su boca cerca de su miembro, lamiendo y forzándolo entrar en él.

Tan pequeño, tan inocente.

Sintió terminar a Chinen de un fuerte grito, tan alto que elevó la mirada apresurado y lo encontró sollozando. Mejillas sonrosadas, sus labios apenas entreabiertos, ¿cómo no poseerlo? Su pureza llamaba a ser tomada y él lo penetró con un dedo, bruscamente porque quería verlo quejarse, quería verlo llorar un poco más.

Y Yuri lo hizo, sus piernas se paralizaron y tembló, separándolas con fuerza para dejarlo embestir así, dejándose hacer sin ninguna queja y pronto, disfrutando de la sensación. Sus caderas se movían y Yuya sólo podía morir de placer con tan sólo verlo.

Ninguna porno, podría igualarse a la magnificencia que era poseerlo.

Agregó dos dedos más, embistiéndolo más fuerte, más necesitado porque quería escucharlo gemir y fue tan fuerte, tan rápido que otra ola de semen salió salpicado del pequeño miembro erecto del menor, manchando su blanca piel de blanco líquido. Inclinó el rostro y lamió su esencia, saboreando con la lengua ese dulce sabor al cual pronto se volvió adicto. Sacó los dedos de aquella tierna entrada y posicionó su propia erección.

Era joven, no tan grande. No le haría daño.

Lo embistió despacio al inicio, Chinen se contorsionaba debajo suyo porque sus paredes aún seguían siendo pequeñas y almacenar entre ellas su falo, aún no tan desarrollado, seguía siendo todo un martirio que le robó un sollozo alto.

Pero lo besó, dulce y despacio para acallarlo.

Era cuidadoso con Yuri, por más que muriera por embestirlo bruscamente pero pronto se volvió tan demandante, tan deseoso de sufrir bajo su cuerpo que Yuya perdió los estribos y lo penetró con todas las fuerzas que sus caderas le daban, abriendo en dos aquel pequeño ano. Haciendo rasgar esas paredes estrechas.

Su intención siempre había sido ser delicado, combinar un poco de sentimientos con los deseos que tenía de poseerlo pero el pelinegro se encargó de convertir todo en sexo y su acto, terminó en la mejor follada de su vida.

Aún recordaba cómo había vaciado toda su semilla en su interior, viéndolo temblar entre su orgasmo combinado porque decía, su semen le quemaba.

Aún lo recordaba, perfectamente.

Pero también recordaba como las cosas habían cambiado, como jamás tuvo la oportunidad de poder cambiar aquel acto de sexo puro a uno de amor.
Chinen nunca lo vio más allá que el follamigo que podía ser, jamás lo vio como aquel chico que se moría por salir con él, como el torpe infantil que deseaba poder tomar su mano y besar sus labios, a lo tonto, bajo un atardecer.

Jamás lo vio más allá, jamás le dio oportunidad.

Takaki tenía presente que sus movimientos no habían sido los mejores, sabía que tal vez sus decisiones de dejarlo libre, de dejarlo experimentar con más personas había sido un desliz en su plan perfecto de enamorarlo, ¿pero cómo amarrarlo? Yuri siempre había sido un alma libre, cálida a su manera, lujurioso en cada rincón.

Pero no malo del todo.

Recordaba, cómo en un intento de llamar su atención se había vuelto el antipático del grupo, como… queriendo aparentar ser cool, había dejado el instituto y había actuado como un déspota, que todo dejaba de interesarle, que poco o nada tenía que ver con su vida.

No había tenido efecto alguno, aún se acostaba con Yuri. Siempre se acostaban. Pero las cosas seguían igual de frías, seguía siendo sólo sexo, pero incluso más frío que antes.
Muchas veces se quedaba en la cama, mirando su pequeña espalda levantarse y buscar su ropa sin importarle nada; muchas tantas, lo jalaba a su cuerpo para volver a poseerlo porque el pensar que se quedaría sin él una noche más, no le hacía bien al corazón.

Si era necesario, pensaba, se acostaría con él quinientas veces en la noche tan sólo para agotarlo y ambos quedar dormidos.

Y lo lograba, lograba mantenerlo a su lado siempre, de alguna manera, de alguna forma. Incluso cuando maduró y volvió a ser él, cuando su personalidad cálida volvió a salir a flote, salvada de la desolación de un amor vacío correspondido sólo con el cuerpo. Chinen nunca se alejó, él jamás lo perdió.

Sólo que ahora estaban en el presente, ya eran 6 años de sufrimiento en silencio, de aguantarse palabras de cariño sólo insinuantes. Jamás con un significado que involucrase un sentimiento de amor. Y se lamentaba, Takaki se culpaba a sí mismo de haberle dado alas para volar hacia otras camas, hacia otros cuerpos, hacia otros labios porque por eso era que ahora debía presenciar como el menor se compartía con alguien más.

Pasando encima de él, de sus sentimientos.

No es que fuera ajeno, ¿cómo iba a serlo? Por mucho que no le dijera a nadie de su dolor, todos sabían de los sentimientos que guardaba por el pelinegro pero lo creían lo suficientemente torpe o tal vez distraído que por eso nunca se molestaba si lo veía coquetear, si dejaba que unas manos que no fueran las suyas lo tocaran. Incluso Yuri, pensaba eso. Pensaba que su amor era tan sólo una obsesión generada por su mente, por su corazón, creía que había confundido en algún momento la cantidad de sexo compartido, que todas las veces que habían tirado le había alterado algo a Takaki y jamás le creyó cuando se confesó.

Ni la primera, ni la segunda… Ni la décima vez.

Y dolía tan malditamente, que en sus pensamientos, deseaba tan sólo ahogarse y jamás recordar. Deseaba con todo su ser jamás haber cedido, jamás haberlo conocido, jamás haberlo amado.

Deseaba tanto y más.

Pero lo que más deseaba era a él, pero él no le pertenecía, jamás lo haría.

Porque Chinen Yuri tenía alas y las usaba para volar, pero al igual que cada paloma que conoce la mano que le da de comer, volvía al mayor a jugar con él.

A darle ilusión, a hacerle creer, que algo significaba para su negro corazón.

-Déjalo ir ya

Su mirada se levantó para encontrarse con Inoo, para variar había estado sumergido en su miseria absoluta en alguno de los tantos backstages de los programas en los que debían presentarse. Sostenía en la mano una copa de vino y rió, ni siquiera se había percatado que estaba tomando.

-¿Cómo se hace eso, eh? No me lo puedes decir tú
-Lo sé – Kei ensombreció la mirada pero se sentó a su lado, dándole una palmada en el hombro – Pero conmigo no es tan doloroso como lo es contigo
-¿Lo dices porque a ti sí te aman? – sorbió de la copa, pensando que era la mejor idea que tenía desde que había pisado el lugar aquel. Maldita sea ese estudio, le hacía recordar muchas cosas del pasado
-Lo digo porque no juegan conmigo, la distancia es sana
-Tu corazón no dice lo mismo… ¿O es que acaso tú te has alejado de él? Que yo lo vea, Daiki y tú siguen tan cercanos como antes
-Daiki no tiene de folla amigos a la mitad del grupo - Takaki rió, con sarcasmo, un dolor agudo quebrantando su corazón – Está bien, lo siento… - soltó un suspiro y el pelinegro echó la cabeza hacia atrás, mirando al techo del lugar – Pero Yuya, ambos sabemos cuándo ya es tiempo de rendirse, cuando no se debe forzar más algo
-Sí, lo sé
-¿Entonces? ¿Qué esperas?
-No espero nada ya – lo miró con ojos vacíos, encogiéndose de hombros – Sólo creí, que con el tiempo suficiente él se daría cuenta que dependía de mi… Que tal vez, yo era especial, que yo era esa persona que él…
-Siempre terminaría buscando – completó la frase el pianista, aún sin verlo – Y te busca, pero no eres el único – negó, soltando un suspiro – Hay cosas que ni el mismo tiempo, puede arreglar
-Lo sé – reiteró, dándole un último sorbo a su vino – Sólo lo pensé, o tal vez ese era mi deseo, que después de tanto tiempo juntos y tanto esfuerzo, de esperarlo, de soportarlo… Yuri se daría cuenta que era yo esa persona de la cual estaba enamorada
-Yuya – Inoo carraspeó, reincorporándose para hablar claro – Chinen es de las personas que no aman a nadie y si lo hacen, lo siento, al que ama no es a ti – le quitó la copa, levantándose de su asiento – Si lo hiciera, jamás te hubiera tratado como te trató, ni aún ahora, te trataría de esa manera tan cínica

Inoo tenía razón, aun cuando era cruel con sus palabras, él entendía el significado de cada una de ellas porque su persona también había mediado en ese momento crucial para que se sobrepusiera al dolor, cuando una relación era lo suficientemente dañina. Porque cuando Inoo estaba con Daiki, sus lágrimas eran más frecuentes que las sonrisas.

Tan sólo le estaban devolviendo el favor.

Bajó la cabeza hasta que casi rozó las rodillas con la frente, sintiendo como cada parte de él era quebrada.

¿Alguna vez, Yuri, amarás de verdad?

27 diciembre 2013

Cadeau [OneShot]

http://i89.photobucket.com/albums/k220/Satommy14/pensamiento1.jpg: Novela de 7° volúmenes LOL!
: Tana Kara Botamochi - Busaiku
: Asiento destartalado uwu

Título: Cadeau
Autor: Satommy
Pareja: Yamajima slight:Inoodai
Género: Fluff[?]
Extensión: OneShot
Notas: Estaba yo... escribiendo feliz de la vida mis fanfics Takachii antes de sólo vivir haciendo GnR cuando me vino la inspiración de un drabble Yamajima que al final quedó siendo un oneshot orz ¿hace cuánto que no hago un yamajima? ¿está bien 8'D? Este fanfic lo dedico a Sora♥ siempre me reclama que no le hago nada pero ;3; no tiene lemon, así que no me odies... asdasdadsasd cada comentario es apreciado[?????????????????] -wtf- HAHAHAHA uwu cualquier cosa, cerré el blog por algunas cosas y estuve inactiva por motivos personales :c pero ya estoy mejor♥ trataré de abusar de los días que me quedan del año uwu♥ Se les quiere


Era casi una obligación el realizar un intercambio de regalos en la compañía aunque en Japón no estuviera tan inculcada la tradición navideña de occidente. Pero todos lo veían como una buena oportunidad para pasarla con los compañeros de grupo que, aunque no del todo llegaban a ser amigos tan cercanos, eran las personas que mejor podían comprender la vida del otro.

Para Yuto, las cosas no eran tan diferentes como para el resto, pero no terminaba de agradarle.

No tenía ganas de asistir a tal reunión, de hecho, había insistido a su madre que llamase para decir que estaban en una reunión familiar demasiado importante como para dejarla pero ella se negó a ser parte de su capricho y lo mandó, con un regalo que ella compró, con un destinatario que jamás se enteró, ¿cómo iba a saberlo? El día que se realizó el sorteo del amigo secreto con los chicos de JUMP el sólo cogió el sobre y lo guardó, no quería saber a quién iba a darle nada porque igual tenía planeado faltar.

La palabra en pasado le dio un revoltijo en el vientre.

Su madre encontró el sobre y sabiendo de memoria la tradición que antes –muy muy en el pasado, cuando era tan sólo un niño– le gustaba, hizo todo lo que él no quiso. Ahora, siendo 25 de diciembre, él se encontraba ahí de pie frente al edificio de la Johnny’s, meditando cómo dar una excusa creíble para largarse.

-Ah… es imposible
-¿Sin ánimos de entrar? – la voz de Daiki lo sobresaltó, girando apenas el rostro para verlo – Tampoco quiero hacerlo, de hecho, le rogué a mi hermano que se chocara apropósito al venir acá para no llegar a tiempo, incluso le ofrecí pagar toda la reparación y eso pero me dijo que estaba loco – frunció los labios, haciéndole reír porque parecía todo un niño – Realmente no quería venir
-¿Peleaste con Inoo otra vez?
-¿Por qué todos suponen que cuando tengo mal humor es por él? – bufó – No, no ha sido eso
-Dai – Yuto le despeinó el cabello, riendo – Eres tan obvio
-Ahh! Deja, deja… que si hablamos de obviedad – el menor vio a su amigo toser y mirar hacia la puerta, desde ahí se podía ver la cabellera castaña de Ryosuke entrando al edificio – Alguna vez, ¿se van a reconciliar?

Nakajima hizo una mueca, sus hombros encogiéndose eran toda la respuesta necesaria que necesitaba el mayor.

A veces, sólo a veces Yuto maldecía que su mejor amigo fuera Arioka Daiki porque, además de ser un monstruito adorable así como un furby, era un maldito poseedor de poderes especiales que sabía leer las emociones de las personas y comprendía, con tan solo ver los ojos de alguien, lo que pensaba o sentía.
El mayor disfrutaba siempre de hacerle el psicoanálisis de su tan acabada vida amorosa que él no tenía ánimos de avivar.

Yamada Ryosuke, era pasado.

-Venga, vamos que el sufrimiento será compartido – Yuto lo rodeó por los hombros y el mayor suspiró, apretando las manos alrededor de la caja que tenía y que él recién se daba cuenta - ¿Quién te tocó en el sorteo?
-Oh… - su rostro se ensombreció, mirando a la puerta de la entrada cada vez más cerca con mucho menos ánimo – Keito

Las cejas del alto se enarcaron son asombro, entendiendo de pronto por qué su mal humor y las pocas ganas de entrar en el edificio. Al momento de hacer intercambio de presentes, estaba seguro que aunque el castaño le entregase carbón al guitarrista, su novio automáticamente iba a ponerse celoso, era algo así como el triángulo amoroso más extraño habido y por haber del grupo.

-¿Inoo lo sabe?
-Nop, pero tampoco tenía planeado decirle y arruinar todas las citas que pudiéramos tener en un mes hasta hoy – se encogió de hombros – Además si se enoja hoy, ya tengo planeado como hacer que se le pase
-No me cuentes, no quiero saber

El pelinegro sacudió su cabeza, escuchando las puertas deslizarse hacia los lados para dejarlos pasar mientras en automático, el trataba de bloquear recuerdos, palabras y hechos que sinceramente, debían aparecer ya con un enorme “censurado” al medio de su cerebro. Arioka e Inoo eran tan enfermamente pervertidos… Aún no entendía como el mayor terminaba siempre celándolo de Okamoto, una historia con final que apenas duró unos meses y que era más que claro, estaba en el pasado. Daiki le demostraba su amor de una manera incontrolable, casi obsesiva y aun así…

-¿A ti quién te tocó? – su voz le hizo pisar tierra, mirando de reojo al bolso que tenía colgado del hombro
-No lo sé
-¿Eh? ¿Entonces, no tienes regalo?
-Lo tengo, mi madre fue la que vio quien me tocó en el sorteo y la que hizo la compra – se encogió de hombros, restándole importancia
-Desde que Ryosuke y tú terminaron hace dos años en vísperas de navidad, sigues odiando la fecha, ¿verdad?
-Es sólo una costumbre consumista de occidente, ¿por qué agradarme?
-Piensa en comida, eso siempre te hará poner de buen humor
-Dai-chan – sonrió el menor, enarcado una ceja – No todos somos Kei

Ambos empezaron a reír, rompiendo con la extraña atmósfera que los rodeó por los comentarios previos a ello. Sus pasos se dirigieron lentos y vagos al ascensor, retrasando lo más que podían el evento fastidioso que traería a cada cual sus problemas.

La Johnny’s celebraba la reunión después que cada grupo hiciera su intercambio en sus respectivas salas, así que tenía aproximadamente una hora antes de poder distraerse con los sempais y coreógrafos, hablar tal vez con Ohkura sobre alguna banda donde el baterista fuera reconocido o algo así de superficial. Todo era mejor que estar encerrado en cuatro paredes con tu ex pegado a su “mejor amigo”, hablando cerca del oído.
Escuchó una puerta abrirse cuando Daiki giró la manija y como, ya suponían ambos, todos los otros 7 integrantes más el manager estaban ahí de pie, repartiendo chocolate caliente, galletas y los regalos acomodados en una mesa improvisada al medio. Arioka dejó su caja junto a la de los demás y fue a sentarse estratégicamente cerca de Yabu, si había alguien con quien Kei jamás se enfrentaría, era con el líder y el castaño lo sabía, serviría como su “escudo” en caso problemas. El miró al resto, los ojos de todos puestos en él expectantes y sólo hizo un asentimiento a modo de saludo, sacando del morral la caja decorada tan navideñamente –un detalle del cuál seguro su madre esperaba reconocimiento- y dejándola al lado de Daiki. Sus pasos se desviaron y fue a sentarse junto a Okamoto. En caso de peligro, tenía que ayudar a su amigo en caso de un ataque de celos y no dejar que luego su mejor amigo se muera de culpa en caso que asesinaran al chico inglés.

-Bueno, ya vamos retrasados, vamos con la repartición

El manager trató de animar a los presentes, era más que obvio que el ánimo del alto había entorpecido el ambiente con el aura negra que lo rodeaba y todos sabían el por qué, aunque nadie jamás hubiera dicho algo en voz alta. Era un secreto a voces la fecha de terminación de la pareja más popular, pero jamás oficializada, solamente se dieron cuenta cuando la separación ya era más que obvia.

Uno a uno los nombres de los presentes fue siendo llamado, primero le entregaron su regalo a Hikaru, un disco de edición limitada de su grupo favorito y sonrió, sólo había alguien que lo conocía así de bien y rió al ver que Yabu le guiñaba el ojo.

Yuto quiso vomitar.

Siguió Chinen, su regalo se lo había hecho Keito y constaba de un uchiwa autografiado por Ohno Satoshi, algo que tal vez no sería de gran importancia salvo que, aunque Yuri conociera en persona a su idol, podría almacenar mercancía por montones que esté relacionado con él. No era la excepción, su sonrisa se amplió y agradeció al alto más de mil veces. Si quiera no tan cursi o estúpidamente, pero le dolió el vientre al verlo correr hacia Yamada y susurrar secretamente.

Tan-extremadamente-pegados.

Soltó un suspiro y empezó a divagar, veía el cuerpo de Daiki cada vez temblar más y juró, que se iba a desmayar cuando el manager llamó el nombre de Keito y le entregó el regalo que le había comprado. No fue el único, todos sintieron la tensión en los hombros de Inoo y cómo su mirada de pronto se volvía afilada, observando al menor que sacaba una colección de plumas de guitarra de una edición de coleccionista. Yuto silbó, esa pequeña colección de 10 plumillas le habría costado siquiera unos 300 dólares al castaño, ¿por qué arriesgarse a una pelea con su novio por algo tan tonto?

-Gracias Dai-chan
-¿Quién sigue?

El pianista ni siquiera dejó responder el agradecimiento cuando forzó al manager a llamar a otra persona, esta vez fue Yabu y su regalo se lo había entregado Chinen. Era pequeño, casi del tamaño de una tarjeta y cuando el mayor lo abrió se quedó sorprendido. Era una de esas fotos que vendía solamente en la tienda de la JE, pero era una que había salido a la venta hace muchos años atrás, cuando Hikaru recién había entrado a Ya ya yah. Era de esas fotos raras que las fans morían por coleccionar, donde ellos dos salían juntos, abrazados.

Nakajima miró hacia otro lado cuando el gesto de amor se le dibujó en toda la expresión al líder.

El regalo que siguió, fue de Yamada a Inoo, una colección peculiar de dijes de plata que sabía, le gustaban al mayor. Formas de diseñador que nadie más que los miembros del grupo tenían conocimiento, eran la fascinación del pianista. Todos tenían sus caprichos.
Cuando el nombre de Daiki resonó, elevó la mirada, su amigo estaba nervioso y trataba de disimularlo lo mejor posible pero era imposible, cuando sus manos tomaron el regalo hecho por Takaki, estaba temblando.

Yuya era tan extremadamente adorable cuando quería; le había regalado al castaño un juego de peluches, una pareja exactamente de una oveja y un pingüino.

Sonrió para sí, la tensión formada había desaparecido en un santiamén gracias a eso y ahora Daiki miraba como tonto a Kei. Bueno, siquiera él no iba a pasarla tan mal después de todo.
Escuchó su nombre y miró con los mejores ánimos posibles el regalo, había sido Hikaru el encargado de él y no tenía por qué recibir desprecio de su parte –aunque la fecha fuera una estúpida excusa para gastar dinero– así que cogió el presente y lo abrió.

Fue una agradable sorpresa.

Dentro habían tres cosas, una pequeña impresora portátil para imprimir fotos desde el móvil, una cámara instantánea moderna que tenía facultades para experimentar –aunque las polaroid siempre fueran a ser su debilidad– y que sería divertido utilizar en la calle; y por último, un pequeño llavero de una cámara que, pronto se dio cuenta, era funcional. Era de esas cámaras espías que vendían pero que realmente eran útiles. Agradeció con una sonrisa e ignoró al mundo, jugando con sus juguetes nuevos.

Un momento después, cuando todos estaban hablando animadamente por el regalo que recibió Takaki por parte de Inoo –una colección de libros de cocina de todo el mundo– la tensión volvió a acentuarse y cuando se percató, sólo había una razón.

El regalo que sobraba era para Yamada.

Su regalo, era para su ex.

Su cuerpo se tambaleó en el apoyabrazos del sillón, teniendo que apoyarse en Keito que pronto notó que algo no estaba bien. Los ojos de Daiki también lo observaron, pendientes y con el temor en sus orbes pardas.

Ryosuke se levantó con un suspiro, esperando alguna baratija o lo que fuese un cruel recordatorio de uno de los tantos errores que hubo cometido en su vida y abrió, de manera lenta la caja navideña.

Adentro había otra caja, frunció el ceño y miró al alto que sólo lo miraba impactado, como si no lo hubiera esperado y se confundió. Abrió esa segunda caja y ahí dentro, había un peluche cosido a mano, torpe y maltrecho de un niño vestido de fresa.

No había que ser tan astuto para darse cuenta que era Yamada.

Oh maldición, su madre no habría sido capaz…

Ese regalo iba a ser entregado hace dos años atrás antes que lo dejara, pero luego de lo sucedido lo dejó en el olvido en un rincón junto con otras miles de cosas más, casi ya ni se acordaba de eso y ahí, delante suyo, todos los presentes contenían la respiración.

Él no tenía que soportar eso.

Se levantó con brusquedad, agradeció infinitas veces el regalo de Hikaru y se disculpó, por no quedarse en la reunión. Sus largas piernas lo guiaron a la salida más rápido que inmediatamente y bajo la tediosa nieve que empezaba a caer, corrió aprisa, escapando del maldito pasado que empezaba a venirse de aventón sobre su mente, sobre su corazón acorazado.

Llegó sin darse cuenta al parque aquel con juegos infantiles donde fue oficialmente dejado, una mueca de malestar le hizo desfigurar la expresión y caminó hasta una de las bancas, sentándose como si el cuerpo de pronto le pesara mil kilos y no pudiera soportarlo. Su espalda se encorvó y apoyó los brazos en las rodillas, juntando las manos y dejando caer la mirada hacia el suelo.

Maldita sea la navidad y su estúpido aire de amor y felicidad revestido de consumismo.

Sus lágrimas sabían amargas, rodaban por sus mejillas de una forma que era desesperante y caían a la nieve que de a pocos se iba acumulando.

El frío, arremetió contra él y le caló los huesos, pero no quiso moverse de ahí.

-Johnny-san se ha molestado, porque te fuiste

Su voz tan reconocible, aún media distorsionada por el viento, era lo que menos esperaba y deseaba oír. No cuando de repente la debilidad le había quebrado la máscara, dejándose abandonado en la miseria de sus recuerdos.

-Yuto…
-¿Qué quieres Yamada? – se frotó los ojos con el dorso de la chaqueta, limpiando los rastros de cualquier gota salada antes de verlo - ¿Para qué has salido tú? ¿No te van a regañar a ti también?
-… - silencio, Ryosuke se quedó de pie a él y desvió la mirada, sacando de su bolsillo el peluche que había sido regalado a él - ¿Quién lo hizo?
-¿Importa?
-¿Fuiste tú?

El viento fue el único que respondió, haciendo que Yuto mirase más allá a la derecha, al lugar donde los columpios empezaban a mecerse a causa de la ventisca.

-¿Todavía me odias?
-¿Por qué debería? – Yuto suspiró, se odiaba a sí mismo por no lograr odiar al mayor. Era patético – Vuelve Ryosuke, te han de estar esperando
-No quiero – el mayor se mantuvo apacible, sus dedos recorriendo delicadamente el mecho de cabello del peluche que caía en un flequillo perfecto al lado derecho, como el suyo – No estarás, así que mejor me quedo acá
-Oh, vale… Chinen se va a enojar cuando se entere que has dicho eso
-¿Qué? – lo vio fruncir los labios y el ceño, para variar, totalmente expresivo con sus expresiones - ¿Por qué habría de importarle?
-Va, ¿Qué te estás haciendo? – el mayor negó y sintió un peso de plomo en el vientre – Ryosuke, no tienes que negar tu relación con él, todos ya esta-…
-Detente – le posó la palma sobre los labios, haciendo una expresión extraña - ¿Yuri y yo? ¿Chinen Yuri y yo? ¡¿Estás hablando en serio?!

El castaño se levantó sobre sus pies y se sacudió como si de repente, tuviera pulgas encima o algo demasiado molesto. Su respiración agitada después de unos minutos fue todo lo que Yuto podía escuchar y lo veía ansioso, sin comprender nada.

-¿Tú acaso crees que te dejé por él?

Un peso más al vientre, esa noche de seguro moriría de un dolor mortal al estómago porque no creía normal aquel retorcijón que experimentaba y le hacía tener ganar de agacharse para contrarrestarlo.

-No me importa el motivo porque me dejaste – habló claro, sonando lo más firme que podía
-Yuto… - Ryosuke titubeó y el menor no evitó verlo. Habían pequeñas lágrimas rodando por sus mejillas - ¿Tampoco importa entonces, si quisiera regresar?
-¿A qué juegas, eh? Han pasado dos años Ryosuke, como que es un poco tarde
-Lo sé

Lo vio vulnerable, tomando el peluche entre las manos y estrechándolo fuertemente contra su corazón. Era algo fuera de lugar pero esa imagen se la había imaginado en ese mismo sitio pero en vez de lágrimas había una sonrisa, en vez de no ser novios, iban a cumplir un año más juntos. Era surrealista lo que pasaba.

-¿Por qué lloras?
-Por lo mismo que tú – susurró el castaño, quedándose de pie delante suyo – Acaso entiendes Yuto, ¿lo pesado que era? No tenía tiempo para verte, las actividades de NYC con las grabaciones del dorama, ni siquiera podía ir a las sesiones de foto con todo el grupo! Tenía que hacerme un horario aparte y casi ni te veía… No lo soportaba y creí, que lo mejor que podía hacer era terminar porque merecías a alguien que estuviera contigo, a tu lado… Porque a ti te gusta quedarte en casa haciendo mil cosas, pero yo no iba a poder quedar contigo para hacer esas mil cosas si es que el tiempo apenas me daba para respirar, tu merecías más que eso – carraspeó, aclarando su garganta – Mereces más que eso

El viento le hizo tiritar, los columpios a los que veía se mecieron con mucha más brusquedad. Desde que estaban ahí, recién en ese momento se percataba de cómo estaba vestido, apenas tenía un suéter que le abrigara y una bufanda.
Se levantó de su sitio y abriendo la chaqueta que tenía, lo rodeó como pudo junto con sus brazos, apoyando estratégicamente el mentón encima de su cabeza.

Siempre le había gustado esa diferencia de alturas, hacía que fuera más fácil todo.

-Lo hice yo – habló cuando sintió que su cuerpo dejaba de temblar junto con el del mayor – Te lo iba a regalar justo cuando me dejaste
-Hm… - su voz se amortiguó contra su pecho y el pelinegro miró hacia abajo, para comprender los balbuceos - … regresar conmigo?
-¿Qué? – Ryosuke lo miró, con los ojos aún vidriosos pero juntando todo su orgullo para no verlo tan derrotado, salvo que para Yuto, hiciera lo que hiciera terminaría por saberlo porque lo conocía mejor que a sí mismo
-¿Te gustaría volver a aquel día, para regresar conmigo? Así el tiempo… no habría sido mucho y…
-Dos años Ryosuke, me debes dos años
-Te daré muchos más…

Yuto sonrió, sincero y agradado por la ocurrencia torpe del más bajo. Su rostro se inclinó y apoyó la frente en la suya para que sus ojos se encontraran, definitivamente no sabía si se daría otra oportunidad a su lado pero no podía dejarlo marchar.
Cerró los ojos y lentamente lo besó, con esa quietud y parsimonia que utilizaba con él, para tomar el tiempo de saborear cada poco de su esencia, de su ser. Para disfrutar de sus labios y la sensación que envolvía su cuerpo.

Yamada Ryosuke, era el único que podía darle mariposas en el vientre, tan a lo estúpidamente cursi.

-Feliz navidad, Yuto

07 diciembre 2013

Perceive [Drabble]

http://i89.photobucket.com/albums/k220/Satommy14/pensamiento1.jpg: Adiós exámenes Q_Q
: Mona Lisa - Alkilados
: Camita♥

Título: Perceive
Autor: Satommy
Parejas: Hikato
Género: Fluff[?]
Extensión: Drabble
Notas: Este Hikato se lo dedico a Demii~ hace mucho no sé de ella D: pero asdasd bueno, en realidad quería hacer algo diferente y de hecho, tenía otro título XD pero terminó así lol~ Por cierto ;3; ¿nadie me quiere escribir un Ariokamoto/OkaDai?


Keito no entendía el por qué era su punto cada hora, día, semana, mes… Cada año desde que había debutado. No había un solo momento en que Yaotome no viniera e hiciera alguna broma de su persona, de su torpeza o de sus malos pasos al momento de bailar. De la mala actuación que había hecho en el dorama SP donde él era su sempai junto a Yabu o de cómo su voz no se escuchaba cuando cantaba más que en sus solos pues sino, siempre le bajan el volumen a su micrófono.

Hikaru era cruel con sus bromas aunque siempre las contara con ese tono de no tener una mala intención, sino que simplemente se le salían así sin más.

Era complicado en realidad si se detenía a meditarlo, al inicio, cuando era un niño y lo metieron a la fuerza a ese mundo, lloraba solo y a un lado del resto, evitando esas palabras hirientes o esas miradas de “Él está acá por nepotismo”. Era tan obvio que lo odiaban. Pero en aquella frialdad adolescente de un grupo que no termina de acostumbrarse a convivir tan seguido los unos con los otros, Yaotome fue un apoyo silencioso. Cada que no le salían los pasos, se ponía a su lado y danzaba lento y contando para que él pudiera guiarle, cada que era regañado y se ponía a llorar, Hikaru iba y le tiraba un paquete de pañuelos descartables, ignorando su posición o su rostro, como si de casualidad y de la nada el paquete cayera al piso delante suyo.

Yaotome lo torturaba, sí; pero luego venía y lo consolaba a su manera.

Por eso estaba ahora ahí de pie frente al mayor, con sus ojos cristalizados después de casi dos años de no llorar en serio frente a sus amigos del grupo, increpándole al nuevo pelinegro por qué se comportaba así de cambiante y extraño con él, por qué lo insultaba y luego lo trataba bien.

Por qué lo besaba y luego lo empujaba.

Sus facciones, su cuerpo tan masculino no encajaban en esa situación, desesperado por comprender un poco de aquella complicada mente del más maniático perfeccionista de Hey! Say! JUMP pero no recibía respuesta alguna, tan sólo una sonrisa de suficiencia en sus labios.

-Es divertido

Okamoto vio todo en cámara lenta, cómo se acercó el mayor y volvió a dejarle un beso en los labios sin problema alguno y luego le dio de un pequeño golpe en la frente, caminando hacia otro lado con los bolsillos en las manos.

Y es que Hikaru era así, tan extraño que no podía dejar de molestarlo pero que jamás, lo dejaba solo y siempre, siempre podía encontrarlo cerca suyo.

04 diciembre 2013

Guns and Roses [7]

http://i89.photobucket.com/albums/k220/Satommy14/pensamiento1.jpg: Final de IMA y no sé nada!! -lol-
: Te quiero así - TINTO
: En la cama con mi gata 1313 uwu


Nota 1: Hace más de un año que no actualizo este fanfic uwu ¿aún se acuerdan de qué trata? Aasdsad pues yo no me acordaba bien XD tuve que releerlo... Quiero decir que, este capítulo está dedicado especialmente a alguien que quiero mucho y que es una trucha muy bonita, que siempre me lee en quejas o lloriqueos o cosas random. Querida Lidia, Hainicienta, Hainiken♥~ Te dedico este capítulo porque eres la más grande fan de Guns and Roses uwu y que, gracias a ese empeño que siempre haces para que yo le siga, me animas a seguir siendo escritora, gracias♥
Nota 2: Cada escritor tiene su editor, Aya al igual que yo, tenemos una amiga especial que hace de ese trabajo aunque por ésta vez, no me ha ayudado pero eso ya es por cuestiones de horario y de más, aún así... Muchas veces ha sido mi ojo crítico y la que me ha corregido fallas ortográficas que según yo, no existían. Gracias Carol♥ por leerme cosas inconclusas, tragándote el spoiler y haciendo que todo lo que escriba, sea decente.
Nota 3: Aya asdasdasddasasdads ;3; gracias por mi banner, será la imagen oficial para el facebook :'D♥ y Yuuki, sí tú, con la que juego Osu![?] gracias por información[?] X'D♥
Nota 4: No se olviden de la encuesta que está al ladito :c de qué fic sigo[?] -o trato- y asdasads comenten esta cosa X'D éste fic sí quiero que lo comenten que me ha costado mucho ;_; así que quiero amor[?]

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Yuto miraba molesto como es que Ryosuke tenía la oreja pegada a la puerta y de ahí, volvía a saltearse a la pared contraria que daba al pasillo del cuarto de Inoo, pegándose otra vez en algún sitio aleatorio para escuchar. Se movía de un lado hacia otro como buscando la mejor posición y el mejor lugar para oír conversaciones ajenas, algo que a él le exasperaba ya que la curiosidad del mayor lo tenía esperando casi una media hora y él quería otra cosa más que verlo hacer el tonto, ¿Qué acaso no se sobreentendía que si lo hacía dormir en su cuarto no era para una pijamada? Y aunque a momentos le picara las ansias de hacer lo mismo y tener una prueba contundente de lo mal que estaba Inoo por su “trabajo”, él no se iba a quedar con las ganas, Yamada tenía que pagar por su estadía y él determinaba el cómo.

Lo dejó seguir en ese ritmo por veinte minutos más, tiempo que aprovechó para ir quitándose la playera, que lanzó al sillón al lado de su cama, y el pantalón, que cayó desparramado sobre el suelo alfombrado. Elevó los pies y uno a uno se liberó de la prenda, pateándola debajo de la cama para que no estorbara en su camino al pretender pasar por ahí unas cuantas veces más, deteniéndose en el ir y venir para observar por el rabillo del ojo al mayor; apreció con satisfacción que el otro chico ni siquiera se había percatado de sus intenciones y lo prefirió así, le gustaba más cuando peleaba para que no lo tocase. Siguió a lo suyo, cuidando que sus acciones no fueran reveladas hasta el momento propicio.

-No escucho nada – se quejó de repente el castaño, Yuto había abierto su mesita de noche y estaba hurgando en esta. El mayor seguía pegado a la pared - ¿Crees que lo haya ya matado? O… ¿Qué tal si se acuestan?
-Daiki no se acostaría con Inoo – cortó el alto, abriendo el tubo de lubricante con brusquedad para hacer ruido – Aunque podríamos provocarlo para que sí
-¿Y por qué no lo haría? – miró la pared por varios segundos a ver si podía lograr a fuerza de fe lograr algún sonido de los otros chicos - ¿Provocarlo? ¿Cómo pretendes…?

Yamada apretó las manos, había girado el rostro para poder ver al menor después de tanto rato de ignorarlo y darse por enterado qué era lo que tanto había estado haciendo.

Pero se encontró con algo que tal vez hubiese preferido que no se cruzara jamás por su vista.

El menor estaba recostado en la cama con una bata de seda color vino, sus piernas estiradas a lo largo mientras sus espalda reposaba contra el respaldar acolchonado, en sus manos tenía una pequeña botella plateada que su instinto le dijo su contenido, erizándosele hasta el vello más chiquito de la nuca. Respiró hondo y trató de pasar tranquilo de eso, no es que Yuto fuera a forzarlo. No, error mentalizado en un santiamén, el menor sí lo iba a forzar como la vez anterior y no era algo a lo que tuviese opción de negarse pero aun así, aunque no tuviera algún tipo de deseo en ese momento sabía que terminaría disfrutándolo y era eso lo que más turbaba sus pensamientos, lo que hacía que se pusiera en un tipo de jaque mate donde tenía todas las de perder.

Irónico, Yamada Ryosuke junto a la palabra “perder”.

Él era uno de los mejores asesinos de su clan pero a diferencia de Inoo, de Nakajima, hasta del mismo Takaki, su apodo no se caracterizaba por algún adjetivo que era sinónimo del sadismo o la muerte; a él a diferencia de todos le decían “Ángel negro”, por ser el único que mataba sin odio y sin hacer sufrir a sus víctimas, siendo compasivo al momento de arrebatarles la vida.

Jamás le había agradado aquel maldito apelativo.

Se negó rotundamente a ser reconocido por algo así, no por el hecho que se le hiciera malo, en realidad hasta agradecía que le caracterizara su misericordia al momento de matar sin embargo, ¿era necesario? ¿Cómo podían los demás cargar con orgullo tal sobrenombre como si fuera una corona de oro? Le daba un no-sé-qué en el vientre cada que lo contrataban diciendo “que el Ángel Negro se encargue”, porque suponía que lo poco de humanidad e integridad que le quedaba como Yamada Ryosuke quedaba detrás de su trabajo de sicario. Y él, no era sólo un asesino. Su negativa a aceptar encargos cada que lo llamaban así o las peleas que armaba por la sola mención del apodo, llevó que poco a poco se fueran olvidando de él, todos salvo el mismo Ryosuke y es que había algo entre todo que jamás lo dejaba de mortificar.

La denominación de ángel se la dieron por tener piedad, en otras palabras, se la dieron porque tenía sentimientos.

La realidad superaba a la ficción y a su maldito orgullo, Yuto tenía razón al decir que era débil porque él podía sentir, él podía albergar cariño o protección por otras personas y tener sentimientos y eso lamentablemente, lo hacía un blanco fácil en ese mundo.
Ryosuke suspiró, ignorando el hecho que un silencio incómodo se hubiera acoplado entre ambos y trató de seguir en lo suyo como si aquella interrupción nunca hubiese ocurrido, apoyando la oreja contra la pared para simular escuchar o hacer algo más de tiempo antes que el pelinegro perdiera los papeles. Él era consiente que no debía involucrarse más de la cuenta con Nakajima, no debía involucrarse con él cuando todo le daba señal a ser un-no-permitido-amor y a un jamás-nunca-posible-correspondido-amor.

“Amor”, esa palabra jamás había calzado en su vocabulario. No era tiempo aún para que lo hiciera.

-¿Qué? ¿Vas a ignorarme?
-No molestes Nakajima, no tengo humor – escuchó nuevamente el sonido del lubricante que cargaba en sus manos y se exasperó, maquinando rápidamente como liberarse de su impulsividad - ¿Por qué no puedes pensar en nada más que en sexo?
-¿Por qué habría de? – Yuto enarcó una ceja, irguiéndose en la cama repentinamente interesado en hablar y no en hacerlo gemir
-Porque no todo es tan superficial en esta vida
-Vale, ¿sigues con tu resentimiento existencial por la vida que te tocó? – se rió con burla del castaño, notando como de repente sus hombros se tensaban ahí dónde estaba – Apresúrate en superarlo, Yamada. Eres un asesino en serie al igual que todos los que habitan en esta casa y al igual que todos los de tu clan
-Ser asesino en serie significa que matas por placer… - susurró, lentamente sacando de su bolsillo una navaja, cuidando que el otro no se diera cuenta de sus acciones – No soy Takaki, no soy tú… Tal vez soy como Inoo que no siente nada al matar personas – sonrió de medio lado – Sicario, Nakajima, soy sicario y es mi trabajo, yo soy no un maldito enfermo mental como lo son todos ustedes

Yuto sintió por un momento la piel de su cuerpo erizarse, la primera vez en toda su vida que había sentido ¿miedo? Y le ocurría por ser tan estúpidamente confiado. Había olvidado su propia regla de oro que significaba y planteaba jamás tener la guardia baja pero no, creyendo en ese castaño que lo veía con rabia se recordó que era imposible confiar en el resto de las personas, que uno se valía por sí mismo y no tenía que valerse de nadie más, en ningún momento. Jamás.
Sintió la sangre caer lentamente de su mejilla, se había girado en el momento preciso para que el arma no se estampara en medio de su rostro pero el filo que tenía había dejado su rastro en el pómulo derecho, sentía que tenía un corte de aproximadamente 5 cm, que aunque no necesitaría de puntos, definitivamente había marcado más allá.

Sus ojos enfocaron al mayor de pie, su mirada inicialmente enojada se había transformado en una de horror y podía identificar el arrepentimiento que de repente tenía sobre sus acciones, sus iris se lo decían a gritos y esas lágrimas que de repente se asomaban lo probaban. Pero eso no significaba ya nada. Su cuerpo se levantó con brusquedad de la cama pero Yamada fue más rápido y lo empujó contra esta, casi acorralándolo contra el colchón al tener sus piernas a cada lado de sus caderas, imposibilitándolo de cualquier intento de zafarse. Notó como se mordía el labio inferior con desesperación y posaba el dorso de la manga de su polera encima de su mejilla, evitando que siguiera sangrando o que manchara más su bata.

Una lágrima cayó encima de su frente, otra en su mejilla y otra en sus labios.

Y su enojo se esfumó, su odio repentino de nuevo se había transformado en ese extraño sentimiento de querer tan sólo molestarlo y luego hacerlo suyo como mejor quisiera. No pudo asimilarlo así que tan sólo hizo una mueca y a empujones bajó al castaño de su cuerpo, sus manos tocándose ahí donde estaban las pequeñas gotas saladas y chasqueó la lengua, jodidamente incómodo por lo que ahora estaba experimentando y no le gustaba nada.

Maldito Ryosuke y maldita su forma de ser.

Otra vez su sangre hervía, su cuerpo tomó al del mayor y lo tiró con brusquedad a la cama, escuchó sus quejas combinadas con sus sollozos, lo veía arrepentido y con temor ahora, sus ojos suplicando que se calmara pero él no deseaba calmarse, él deseaba bloquear todo pensamiento débil, diciéndose una y otra vez mentalmente que no se dejaría vencer como el estúpido de Inoo.
Tomó el pantalón del mayor y fue tirando de él hasta lograr sacarlo, sus manos recorriendo sus piernas expuestas bajo su tacto forzado, obligándolas a separarse para adentrar su rostro por en medio de la raja, lamiendo por encima de su bóxer la entrada del mayor, aquella que volvería a hacer suya y que penetraría hasta que se recordara que el sexo, sólo sexo, era tan bueno como el sufrimiento ajeno.

Nada más estaba ya permitido.

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Si se debía mencionar una de las cosas que más detestaba Kota de sí mismo, era el de sufrir insomnio. Aunque tal vez la palabra “detestar” distara mucho de lo que en verdad sentía. Él odiaba no poder dormir a causa de las preocupaciones que se volvían más reales por la noche, aquellas que podían hasta convertirse en pesadillas porque no sabía cómo manejarlas o controlarlas y era enervante saber que no tenía la capacidad mental de poder ocultarlas en lo más profundo de su consciente. Sólo que ahí, en aquel pensamiento de cómo poder olvidar sus preocupaciones para entregar su cuerpo a Morfeo, un dilema se tiraba sobre su espalda como si pesara una tonelada ¿Qué pasaba si por dormir, alguien los encontraba? Si sufrieran un ataque sorpresa, dudaba de poder reaccionar como quisiera y defender a aquel niño que tenía ahora acurrucado en sus brazos.

Ryutaro, pequeño Ryutaro.

Y era eso lo que más odiaba del insomnio. Pues en una combinación contradictoria sobre lo que dormir le implicaba, tanto como si lo hacía o dejaba de hacerlo, ambas opciones le quitaban toda la energía y concentración que su persona debía emplear para el cuidado y protección de aquel ser que se le había encomendado y ahora dormía plácidamente a su lado, con esa vulnerabilidad que jamás se atrevería a aceptar en público pero que él tan bien conocía. Él y sólo él.

Kota acomodó con suavidad el cabello negro del menor, aprovechando el gesto para sacudirle uno que otro mechón para hacerlo despertar. Si él no estaba en todas sus facultades, ayudaría que Ryutaro le hiciera compañía en la consciencia, ¿Qué mejor incentivo en mantenerse atento que esos ojos que le reprochaban a veces el ser como era? Además, debía hacerlo despabilar cuanto antes pues eran ya las 9 a.m. y tenían que partir de ese hotel de inmediato, se habían quedado mucho tiempo y la facilidad que eso daba a sus enemigos de rastrearlos era demasiada como para pasarla por alto y arriesgarse más de la cuenta, no podía tenerlo entre sus planes.

Sopló contra su mejilla delicadamente, acariciándole con el dorso de la mano la frente.

-Despierta – susurró
-Un rato…
-Sabes que no se puede - el tono de berrinche que empleó le robó una sonrisa, pero siguió intentando
-Kota… - un bufido infantil en queja y protesta, quería seguir durmiendo y lo haría – Adiós

Se hizo un ovillo con las mantas que estaban sobre la cama, casi hasta estar hecho una momia con tanta tela que llevaba encima y que había logrado enredar alrededor suyo. Al final del asunto, Morimoto seguía siendo un adolescente casi aún en su niñez y nadie podía decir lo contrario.

Mucho menos nadie, tenía el derecho de arrebatarle aquellos gloriosos años de encima.

Los ojos de Yabu se quedaron mirándolo por unos segundos, un momento privado que se regaló para admirarlo así de desprotegido y recordarse su misión en la vida; un suspiro se liberó de sus labios y sonrió de lado, lo consentiría al igual que siempre y le daría media hora más para que siguiera durmiendo –tan hermosamente- como hasta ese momento lo había hecho, pero su persona ya no podía darse más lujos de tiempo, debía de levantarse de una buena vez y hacer los preparativos para ese día. Depositó un beso en la mata de cabello negro que asomaba por entre el cobertor y se levantó, desperezándose con movimientos certeros y entrenados, flexionando los músculos y preparándolos para cualquier tipo de emergencia o requerimiento físico que se viera en la necesidad de emplear para cuidar al menor. Con pasos lentos, entre lo que se ponía el pantalón, unas medias y los zapatos, se acercó a la mesa donde el día anterior había dejado conectada su portátil. La prendió con tan sólo presionar un botón y al igual que el procedimiento de siempre (click en videojuegos – política – servicio - misión - tercer guion del quinto párrafo), abrió el correo electrónico que le había asignado la Asociación y empezó a revisar su correspondencia acumulada en la noche anterior.

La MTS jamás descansaba y en esos días donde el jefe estaba muerto, el prevalecer la inmunidad de los herederos era primordial, los espías debían de estar dos semanas ya siquiera sin dormir.

Entre las pestañitas coloreadas de azul por no haber sido leídos, había dos emails. El primero y tal vez el único que le importaba, era un reporte para todos los del equipo de seguridad que incluía información de Inoo Kei, mencionando vagamente como se le había encomendado el trabajo de matar al heredero de los Arioka y, a detalle, cómo es que se le había designado el asesinato del heredero mayor de MoriTake.

El calosfrío caló por su espina dorsal y de repente, Yabu sintió más de cien ojos posados en su espalda, esperando atentos a su caída.

Sabía que esa sensación de ser vigilado y evaluado a todo momento por sus camaradas, esperando a que fallara, no era por que quisieran que muriera el heredero. Eso era algo muy lejos de la realidad; lo que en verdad deseaba cada uno de esos espías que ahora recaudaba información o que manejaba los negocios de la familia por lo bajo, era que muriera el guardaespaldas. Querían que muriera él.
Cuidar de Ryutaro era considerado un puesto casi sagrado para ellos, así los habían educado y así sentían que debía ser, cada uno en su corazón de guerrero creía que cuidar y proteger a un Morimoto era y sería el más grande honor que se pudiera otorgar. Si Yabu moría, el puesto más importante del servicio quedaría disponible.

La rabia lo abrazó con sus brazos de fuego, quemándole el vientre del coraje que ese egoísmo le estaba provocando. Apretó los puños y cerró los ojos, en un vago intento de mantener la calma ¿Qué sabían ellos? ¿Cómo hacerles entender? ¡Ellos jamás podrían protegerlo! Nadie más que él debía hacerse cargo de cuidarlo.

Nadie.

Porque nadie más que él podía entregar su vida con tanta facilidad, nadie más que él se sacrificaría sin dudarlo por ese niño. Nadie salvo él, podía entender sus sentimientos y protegerlos, porque sabía que eran de cristal.

-¿Otra vez jugando al espía?

Morimoto ya estaba sentado en la cama y aunque no estuviera destapado, dejaba que sus ojos se vislumbraran por la pequeña rendija que las mantas dejaban entre sí, su mano estaba apretando hacia abajo las telas para que le fuera más fácil observar la espalda del castaño alto encorvado sobre el escritorio, nuevamente cuidando que no fuera posible el ver la pantalla desde algún ángulo que no fuera el suyo.

-No es un juego
-Lo es, uno de vida o muerte, pregúntale a mi papá… Ah verdad, no puedes, él perdió

Yabu cerró con parsimonia el email con la foto de Inoo Kei junto al otro heredero que tenía su nombre en la lista de pendientes y que era particularmente importante esos días. Fue sólo un parpadeo en el que todo hizo conexión y sin pensarlo, de repente una idea empezó a maquinarse en su cabeza con mucha agilidad al notar la cercanía del par que esa foto dejaba al descubierto.
¿Qué tan buena opción sería usar al heredero de los Arioka a su favor?

Se tomó unos minutos para encajar cabos aunque eso significó ignorar un momento al menor que seguía hablando, balbuceos que apenas lograba distinguir entre sus pensamientos. Sabía que Ryutaro odiaba que lo dejaran hablando sólo pero valía la pena un poco de descuido de su parte si con ello se estaba asegurando el no perder en “ese juego”. Ese maldito juego de vida.

-¿Ya estás listo? – dijo de pronto, ladeando el cuerpo unos 5 grados para aún interponerse a su mirada
-No, mamá – bufó con tanto énfasis que Kota dudó que no se hiciera daño en la garganta - ¿A dónde se supone que iremos ésta vez?
-A Kyoto por el momento – sonrió tranquilo, divertido de pronto por ese tono que empleaba otra vez con él. Un niño que sólo gustaba de quejarse.
-¡¿Tan lejos?! – quiso tirarle la almohada en la cabeza cuando lo vio sonreír aún más, haciendo más pequeños sus ojos - ¡¿Por qué?!
-¿Qué? ¿Prefieres ir a China a buscar los secretos de tu padre?

Fue un claro sarcasmo que lo tomó desprevenido, más por cómo se lo había dicho y cómo lo había hecho sentir. Simples palabras que podían dejarlo descolocado y sin un rumbo fijo qué seguir. El hermano mayor de los Morimoto sabía que no podía salir del país durante el proceso de investigación del asesinato de su progenitor; estaba prohibido y penado, de hacerlo podían considerarlo a él como sospechoso por “huir” de la justicia. Estaba nuevamente atrapado por la culpa del apellido que llevaba.

Una completa estupidez.

Maldita sea su padre, toda su maldita empresa y todas sus malversaciones ¿Qué responsabilidad tenía él más que tener su sangre? Él jamás deseó nacer ahí y sin embargo, ahora recaía sobre sus hombros esa maldición de los ricos y mafiosos.

Un paso en falso y moriría.

Kota observó a Morimoto quitarse las mantas de encima y bajar de la cama con mucha brusquedad, estaba claro la mala gana que le daba el salir de la ciudad pero él no podía arriesgarse, no podía poner en peligro la vida de su heredero. Los recientes hechos le dejaban en claro al mayor que no era seguro estar más tiempo en Tokyo, conocía a la perfección la fama del clan de los Nakajima y ese asesino prodigio que tenían, había sido designado como el agradable responsable de la futura muerte de su pequeño. Entrecerró los ojos mientras veía al menor coger ropa limpia antes de meterse a bañar, sintiendo otra vez ese frío molesto hincarle en el medio mismo del estómago. Si se ponía a analizarlo, el heredero directo de la firma Nakajima no era alguien para pasar desapercibido, de hecho, entre sus contactos Nakajima Yuto era muy conocido por la perfección que tenía al ejecutar sus trabajos, equilibrando bien la crueldad y simpleza de sus ataques, junto con lo impecable que era para no dejar rastros; pero era obvio el destrono que había sufrido a causa de Inoo. Entre todo, eso era algo que no podía ignorar, menos cuando se notaba en el rostro del “demonio de hielo” Kei, que no le importaba el tomar la vida ajena de alguien más. Tenía que llevar extremo cuidado, no por nada Inoo estaba a cargo de esa misión.

El mejor sicario había sido contratado para cazar sus cabezas, ¿quién los deseaba muertos con tanto apuro?

Escuchó nuevamente al menor bufar con toda sus fuerzas al no contar con su atención y con pasos pesados, presionando uno a uno sus pies contra la loseta para hacerla sonar, se metió al baño y abrió la ducha de una buena vez. Yabu sonrió enternecido al saber que esa reacción era tan solo porque lo quería dentro, bañándose a su lado pero no podía dejarse llevar por ahora, no hasta que estuviera seguro y su vida no corriese peligro. Miró el reloj de la pantalla de su portátil y calculó, el pelinegro se demoraría una media hora ahí dentro, tiempo suficiente que debía aprovechar para hacer unas cuantas llamadas; Yabu se levantó cerrando la laptop después de encriptar la información descargada sobre Inoo y que aún no terminaba de leer con atención, para luego bloquearla con unas cuantas contraseñas.

Se quedó de pie, frunciendo el ceño al recordar las fotos que habían adjuntas en el archivo. Esa mirada de demonio que tenía Inoo en la base de datos había desaparecido frente al chico de los Arioka.

¿Acaso ese pelicastaño sería un hilo firme del cual tirar?

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El cuerpo de Arioka era un pequeño bulto en la cama, un bulto que no dejaba de moverse y que emanaba bajo las mantas sonidos que nadie debería poder escuchar. Que nadie debería tener el derecho de poder escuchar. Eran inocentes pero perturbadores, cada uno que seguía al anterior se hacía más patente y no dejaba a dudas lo que le estaba ocurriendo.

Pero ahí entre los tres presentes, ninguno le prestaba atención.

La respiración de Inoo estaba alterada, siendo tan pesada que su pecho se inflaba y desinflaba a medidas extraordinarias en un afán de buscar su calma. Sus ojos negros como la noche, tan profundos y albergados de rabia, no habían dejado de observar ni un segundo a Yokoyama; lo tenía en la mira, así como cazador tenía a su presa, lleno de esa furia latente que dejaba en claro la desconfianza que le profesaba y las ganas de asesinarlo se hacían presentes con mucha más brusquedad de lo que a los otros dos presentes les hubiera apetecido.

Sus iris se lo decían, Kei quería sangre.

Ohkura chascó los dientes en un intento de romper con esa tensión tan cargada que estaba inundando la habitación, buscando con aquel único gesto que Inoo se calmara y saliera de una buena vez de ahí para que ellos también pudieran salir y cerrar las puertas dobles con llave. Eso era lo más seguro desde su punto de vista pero Kei se negaba rotundamente a dejarlo sólo. Quería ser el quien siguiera cuidando de Daiki, ¿cómo es que pretendían el par de “adultos” que se marchara a dormir a una habitación al otro extremo de la mansión? ¿Lo creían idiota o qué? Entendía y conocía a la perfección los problemas que podía suponer el uso prolongado de aquella maldita droga que usaban para dormir a sus víctimas y que Tadayoshi había vuelto a suministrar en el pelicastaño sin reparo alguno, llevándolo a ese aislamiento dónde sus vasos sanguíneos se dilataban y dejaban que las partes más íntimas del menor cobrasen “vida”. Un jadeo y apretó las manos, mirando con ferocidad ahora al joven que siempre le hacía de chofer.

¿Cómo demonios creía que podía dejarlo ahí, así?

-Kei – Inoo sintió las palabras de su compañero retumbar entre las paredes de su cerebro, afilando mucho más la mirada para retarlo a que siguiera hablando a costa de su vida. Ohkura sintió los vellos de su nuca erizarse por el aura demoniaca que ahora cargaba el menor – Tienes que salir
-No

Simple y sencillo, en un tono seseante no buscado pero obtenido que sólo causó que la tensión se multiplicara entre todos, pero llegó al límite de lo extremo cuando Yoko deslizó la mano por su retaguardia en busca del arma que siempre guardaba en la espalda, sostenida tan sólo por el cinturón del pantalón

Grave error.

No pasó un sólo segundo para que los otros dos también cogieran sus herramientas de ataque, en mucho menos tiempo de lo que el pelinegro mayor había intentado, no por nada sus rangos se determinaban por habilidad y grado de experiencia. Ohkura tenía tomada y cargada su pistola, apuntando directamente al hombro de Yuu para que no intentase moverse más e Inoo deslizaba entre los dedos sus tres preciadas agujas rociadas en veneno, jugando con ellas con esa sonrisa de autosuficiencia y sadismo que empleaba al degollar personas que él consideraba, merecían morir.

Oh, tonto pero tonto Yokoyama. Él sólo había estado buscando una excusa para matarlo por tanto atrevimiento y se la había dado en bandeja de plata.

Hizo tintinear el metal para darles un recordatorio de que sus armas no tenían absolutamente nada que envidiarle a las de fuego que ellos tenían, ¿por qué hacerlo? Las suyas eran mucho más letales pues de fallar y no caer en algún punto mortal, el veneno de las puntas se encargaría de tenerlos agonizando en 2 minutos, si no era menos. Eso era algo que todos sabían, todos en el clan habían sido testigos de cómo Inoo había elaborado el veneno, asegurándose de que fuera lo suficientemente tóxico para que el receptor del ataque muriera sí o sí, aunque fuera de tan sólo un raspón que el filo hiciera en su piel.

-¿Eres tan estúpido como lo demuestras, Yuu?

Ohkura bajó el arma, escuchando hablar por primera vez a Inoo de esa manera tan fría y cruel, ¿acaso había sacado a flote el demonio de su tan afamada reputación con alguien de su clan? Aunque quisiera negarse, el aura que transmitía le decía que sí y que el peligro asomaba por cada milímetro de su cuerpo.
Se quedó tieso en su lugar, evitando incluso que su respiración se notara para no alterar más nada de lo que ahí ocurría, dándose tiempo para pensar en la manera de cómo abordar el problema sin causar ninguna muerte que, analizando con mente fría, estaba muy pronto de ocurrir.

-¿Me lo dices tú, Inoo? ¿El niño inútil que requiere de una psiquiatra para poder vivir? – Yoko le quitó el seguro a su 48 mm, acercándose un paso para demostrar que iba en serio
-¿Una bala, Yuu? ¿Me vas a matar con una bala? – se rió con tal descaro y tan falto de emociones que los otros dos mayores sintieron su sangre helar – No me hagas reír, una bala no me va a matar

El disparo estuvo a nada de efectuarse ante su insolencia y las agujas por poco salieron volando a su destino si es que el cuerpo de Daiki, tan torpe como era, no hubiera rodado y caído al suelo con un sonoro golpe hueco que fue preludio a los quejidos que pronto empezó a dar el menor.

Y Tadayoshi observó con total incredulidad cómo la posición de ataque desaparecía, como esos ojos de rabia y odio habían cambiado a ser unos pacientes y casi, cálidos. El iris negro del menor demostraba vida, piedad.

-Idiota, ni dormir sabes

Las palabras salieron sólo como un mínimo susurro pero que fue tan alto para el otro par que sólo se dedicaron a ver atentos lo que hacía, no creyendo ni un poco de lo que estaban siendo testigos. Kei guardó con cuidado sus armas en aquel pequeño espacio especialmente confeccionado en cada una de sus prendas, asegurándose que no pudiera herirse a sí mismo de ninguna forma y por un momento, recordó que no estaba solo.
Sus ojos enfocaron hacia los mayores, leyendo sin problemas aquellas expresiones que cada uno a su manera tenía y que eran un libro abierto para su análisis corporal, jamás aprenderían. No era tan difícil el emplear la manipulación cuando entendía a la perfección el cómo pensaba o qué sentía su adversario y aunque en ese momento sabía que era él quien estaba quedando en un punto ciego donde todo lo que le importaba se ponía en juego, pero más tarde podría aprovechar aquellos pensamientos a su favor.

Acababa de pensarlo, si lo creían débil, las personas bajarían la guardia ante él.

Se rió entre dientes y los ignoró, caminando con tranquilidad hasta alcanzar al menor que yacía dando pequeños golpes a las mantas que se habían enredado entre sus piernas y lo cargaba con suma facilidad entre sus brazos, sonriendo un poco al sentirlo tan liviano a pesar que debían pesar lo mismo.

Tadayoshi fue guardando lentamente su pistola sin dejar de seguir con los ojos al menor y no era para menos, la imagen era inverosímil y no era algo de lo que jamás hubiera esperado ser testigo; era casi tan irreal como lo que había presenciado hace unos segundos, sólo que eso había sido totalmente el antónimo de lo que ahora Inoo representaba. El chico era un vaivén de personalidades, irregulares e irrefrenables que estaba seguro, no sabía cómo controlar y tan sólo había un “por qué” que lo tenía así de cambiante.
Un nombre y un apellido que decidió en ese momento no discutir, pero no sabía por cuánto tiempo todos podrían pasar por alto aquella conducta tan fuera de lugar que desplegaba el menor al “juntarse” con Arioka, ¿seguía acaso en su fase investigadora donde quería encontrar aquel punto sensible para destruirlo en su totalidad?
Cuando sus ojos se encontraron nuevamente con los de Kei, recapacitó en un instante y tomó a Yokoyama del brazo que al parecer, estaba también en su propio mundo de divagaciones con respecto a ese tema.

Sería todo un problema ahora manejar eso.

Las puertas hicieron un sonido extraño al cerrarse, escuchando un pequeño “click” de la llave al girarse por fuera para dejarlos a ambos ahí dentro, resguardados de la mirada curiosa de los que pudieran quedar en la mansión e Inoo sabía, que aquel detalle de su compañero de siempre era tan sólo porque quería cuidar de él y quería regalarle algo de privacidad por ese “descubrimiento de humanidad” que había encontrado a causa de Arioka. Verdaderamente de haber tenido un hermano mayor hubiera deseado que fuera como Ohkura. Soltó un suspiro pesado, no queriendo pensar más allá de la cuenta y con los dedos jugó con el mechón de su flequillo que caía sin cuidado sobre sus ojos, meditando qué hacer ahí las restantes horas que tenía hasta el amanecer mientras se quedaba de pie al lado de la cama, observando a Daiki y cómo las gotas de sudor que perlaban su frente se hacían cada vez más grandes hasta que terminaban por resbalar hacia sus sienes y mejillas, pareciendo que tuviera algo de fiebre.

Aunque “calentura” sería un mejor término para usar en esa situación.

Sabía que esa noche no iba a poder dormir, los jadeos y movimientos bruscos que el cuerpo del castaño daba contra el colchón eran la clara prueba que los efectos secundarios de la droga ya estaban haciendo estragos con sus hormonas, ¿Quién lo pensaría? Un narcótico que se utiliza para secuestros o violaciones, el mismo nombre químico, la misma composición, pero dependiendo las dosis podía volverse un afrodisíaco, felizmente no tan potente.
Bostezó con cansancio repentino, la tensión que había cargado en sus hombros una media hora antes estaba pasando ya factura así que trataría de saldarla y buscaría nuevamente tirarse a dormir a su futón aún con el coro de gemidos de Arioka tan cerca suyo. Hizo una mueca al ver otra pequeña gota rodar ahora por su cuello, pensando seriamente si es que tenía o no fiebre el pelicastaño, ¿qué demonios pasaba con él? Definitivamente no le daría medicación alguna, no quería sentir que se preocupaba más de la cuenta de lo que podía darse el lujo de hacer, pero a nadie hacía en falta que le pusiera una toalla húmeda en la cabeza para aliviarle el malestar. Es más, podía tomarse su acción como algo en busca de beneficio propio porque si por tan poca cosa el menor se acallaba o dejaba de moverse tanto, esa molestia en su interior también menguaría y podría descansar sin fastidio. Sonrió de lado, satisfecho por encontrar una respuesta los suficientemente buena para su accionar y buscó entre sus cosas uno de los pequeños tazones que estaban por ahí, esos que utilizaban los chicos del clan para poner pegamento y hacer las maquetas que sus profesores le exigían, después se paseó por su habitación buscando una toalla pequeña, de esas que se utilizan para secarse las manos y al encontrarla, se dirigió al baño para llenar el pote con agua tibia. Alguna vez en algún lado había oído que la mejor manera de bajar la fiebre era con calor y no con frío, una paradoja que estaba meditando pues él deseaba que los vasos sanguíneos de la entrepierna de Daiki se cerraran para que no hubiera un “bulto” entre ellas.

“¡YUTO!”

El grito proveniente de la otra habitación le puso la piel de gallina, ¿había escuchado bien? Pero no fue necesario el cerciorarse de ninguna manera, pues otro grito y gemidos seguidos, ahogados y tan… agudos, fueron toda la respuesta que necesitó.

-Genial, Nakajima se está follando a Yamada

Su cuerpo empezó a temblar, entre rabia e indignación, ¡¿qué pasaba esa noche, maldición?! Apretó los nudillos y golpeó la pared una y otra y otra vez, buscando calmarse aquellos bajos instintos ante los cuáles su cuerpo estaba empezando a reaccionar. Había sido fácil ignorarlos en un principio al tan sólo pensar en como matar a Yoko o cómo liberarse de Ohkura, pero al estar él sólo con Daiki, no había nada ni nadie que pudiera detenerlo, menos cuando el castaño estaba tan dispuesto en su cama.

-Maldición…

La viscosidad de su sangre que empezaba a fluir desde sus nudillos por tantos golpes que había dado a la pared sin darse cuenta, estaba manchando el dorso de su mano y parte de su pijama. Hizo otra mueca, definitivamente esa sería una muy mala noche.