



Título: Shiny Rain
Autor: Satommy
Parejas: Inoodai
Género: Angst [?]
Extensión: Mini-serial
Notas: Este fic, es la continuación de este~: Snowy Rainbow asdasdasdasd no sé cómo está, y no sé la verdad cómo les parezca uwu es la introducción y ya saben que las actualizaciones son lentas porque escribo lentooooooooo aunque X'D esto lo hice hoy solamente HAHAHAHA tengo que hacer los otros y sí, ya sé, GnR antes que My Servant X'D♥ se las quiere uwu ¿aún me leen?
P.D.: Carol X'D perdóname la vida, están los de SHINee asdsadads y... y... dios mío, muchos personajes Q_Q pero es necesario[?]
P.D.1: Acepto puteos y todo lo demás[?]
¿Y puedes recordar, Kei, cómo era sentir que caía al vacío pero tus manos me sostenían
y yo me sentía tranquilo?
y yo me sentía tranquilo?
Siempre supe y era consciente que no debía depender de ti,
que al perderte, me perdería a mí mismo…
Pero dime, Kei…
que al perderte, me perdería a mí mismo…
Pero dime, Kei…
¿Por qué está mal confiar?
¿Por qué está mal querer que te quieran?
Dime Kei… ahora que no te quiero, ¿realmente, ya no te importa?
Sus pies arribando a suelo japonés no era lo que se hubiera imaginado para él después de todo el teatro que armó para marchar lejos –muy lejos- de ahí. Su mente divagaba en las sombras de recuerdos y malos momentos mientras estaba de pie, observando sin mirar la cinta transportadora que hacía girar las maletas una y otra y otra vez. La morada, la negra, la azul. No quería verlo nuevamente. Otra negra, una de patrones, tres con cintas de colores para ser reconocidas y una roja. Si lo veía, se echaría a correr. Una verde, otra negra y otra azul.
Soltó un suspiro y apretó las manos, le estaba dando vértigo y el miedo creciente en su vientre iba subiendo hasta conjeturar un nudo en su garganta. Oh no, si seguía así, iba a vomitar. Se puso de cuclillas y se abrazó a sus rodillas, inhalando, exhalando, volviendo a inhalar para terminar con un suspiro que se llevaba su alma en partículas de dióxido de carbono.
¿Por qué tenía que regresar?
-¿Te sientes bien?
La voz de Jinki le hizo alzar la cabeza con los ojos inevitablemente vidriosos; en su grupo de amigos, si había alguien en quien podía confiar era en él. Tan seguro, tan bueno. Tan no-fan-de-su-novio. Tomó con cuidado la mano que Onew le brindaba y tal cual fuera un niño, se acunó en su pecho en busca de resguardo, como si aquel joven fuera capaz de bloquearle con su presencia los recuerdos furtivos y crueles que estaban haciendo meollo en su existir, ¿no lo había superado ya? Había pasado tanto tiempo, habían sido tantos meses, tantas semanas, tantos días, tantas horas… Por primera vez no contaba a exactitud el tiempo, se sentía orgulloso de sí mismo pero ¿por qué se sentía así? ¿Por qué quería llorar?
-Ey, ey, ¿qué pasa acá?
La voz posesiva de Minho le hizo tragarse todo su desazón de un solo golpe, sintiendo como el peso de su angustia volvía a su panza y le hacía doler como si le tirasen golpe tras golpe. Atormentándolo, haciéndole pisar sobre huevos.
Todo se le iba a desmoronar.
Y oh por dios, en verdad iba a vomitar.
-¿Dai-chan?
-Lo siento
El castaño le susurró despacio a su novio, incapaz de verlo a los ojos porque no sabía qué sentir y menos sabía, qué hacer.
Hace mucho tiempo que había decidido pasar la página, ¿tal vez dos años? Dos años que se decidió a dejar ir ese maldito amor, enfermizo y dañino que sólo lo desgastaba y mandaba al demonio cada que algo salía mal. Cada que sentía frío de parte de la persona que amaba.
Llegó a sufrir tanto que se había hecho daño a sí mismo, llegó… a casi morir, ¿cómo siquiera pensar en un tal vez? En ese tiempo trascurrido, había guardado tanto odio por Inoo, por su comportamiento, por sus palabras. Por su crueldad. Por su lejanía, por no darle seguridad.
Por volver cuando fue demasiado tarde.
Por buscarlo cuando él ya había tocado fondo.
Lo odiaba tanto a veces, lo odiaba tanto pero tanto que empezaba a llorar porque ni siquiera podía borrar del todo lo que había pasado. Y se odiaba a sí mismo porque su “pasar la página”, era tan ambiguo como decir un “no sé” cada que le preguntaban qué le pasaba y decir un “lo siento”, sólo lo llenaba de culpabilidad. Pero no entendía por qué, si es que su corazón se sentía lleno y curado cada que Minho lo tomaba en sus brazos, si cada que le daba un beso sus latidos aumentaban su ritmo, ¿por qué entonces, se sentía tan mal?
-No nos quedaremos mucho tiempo acá, Dai-chan, ánimo
Taeminnie se acercó al trío, Key y Jonghyun siguiéndolo detrás, como si fueran sus padres o sus guardaespaldas. Daiki sonrió, en realidad eran una combinación exacta de los dos. Miró al menor del grupo y sonrió con agrado pues su intervención había diluido la tensión creciente entre Choi y él, no era un secreto ya entre ellos que su pasado en Japón era tortuoso, en una de sus noches de copas se le había escapado y su ahora novio, no dejaba de verlo con creciente inseguridad.
Y no era que Minho desconfiara de su novio –su carita tierna no le daba espacio a eso-, pero ya desde hace algún tiempo que actuaba de aquella manera tan extraña, como si de repente se estuviera ahogando o como si un fantasma le hubiera pasado por encima y le bajase toda la presión del cuerpo hasta dejarlo pálido. Sin vida. Siempre estaba preocupado por la situación, desde el mismo momento en que la facultad de la universidad les entregó el premio de su proyecto aplicativo del semestre, hasta el momento que les dieron los pasajes de avión, ¿a dónde podía llegar la ironía de la vida? Se habían metido al concurso porque Daiki había exigido que dejaran de ser tan vagos –una palabra que se quedaba corta para ellos-, eso y que necesitaban los créditos extra para no ser suspendidos –todos excepto Jinki y su bonito novio-. La insistencia fue tal que los tuvo trabajando por dos meses desde el amanecer hasta que volvía a amanecer, puliendo hasta la perfección todo el proyecto, con datos bien investigados y una redacción tan envidiable como si fuera el mismo proyecto de tesis.
Lo entregaron el último día de inscripción y al mes siguiente, les informaron que habían ganado, ¿el qué? No lo sabían, ni siquiera sabían que había un premio.
Aún recordaba la sonrisa radiante de su castaño, la última sincera y real que tuvo hasta que los invitaron a la premiación. Ahí fue que se enteraron que el primer lugar era un intercambio por un año a Japón, a Tokyo, para aprender el idioma y tener prácticas profesionales en las mejores empresas de entretenimiento. Aún recordaba, cómo el mayor palideció y se tambaleó sobre sus pies, en plena ceremonia, cogiéndose del brazo de Onew para hallar estabilidad. Para no caer.
Desde ese momento la tensión había ido en aumento, porque entendió sin necesidad de explicación lo que pasaba por su cerrada mente y vio sin querer, como el brillo de sus ojos se iban apagando. Su rostro era tal cual lo había conocido hace tanto tiempo, un lugar de oscuridad en su pensamiento al que jamás había logrado entrar pero del cuál le había ayudado a salir.
Pero ahora, estaba en una encrucijada.
Ahora estaban de vuelta a aquel lugar que según él, le había robado tantos sueños a la persona que amaba y no estaba en sus manos el poder hacer algo, porque su Daiki, SU pequeño, no le daba paso a nadie a saber más allá de lo superficial. Salvo Jinki, que era su soporte y que él tanto envidiaba porque moría por poder tener detalles.
Moría por darle seguridad y protección, de recordarle que él ya no estaba solo, que lo tenía a él para que su corazón parchado no sufriera ningún otro desperfecto.
-Ahí están!
La voz de Jjong le llamó la atención, sus ojos de repente enfocando a los de Daiki que se había quedado en silencio absoluto de repente, casi resguardado por el cuerpo de Onew que de pronto se había interpuesto entre ellos de manera disimulada, como si quiera evitar que el pelinegro viese algo de más de la persona que era su pareja. Omitió algún ruido –bufido- y caminó hasta coger su maleta, sus amigos le imitaron y pronto los seis se encontraban caminando con un coro de ruedas por todo aquel enlozado pulcro del aeropuerto de Narita.
-¿Tu amigo vendrá a recogernos?
La pregunta incomodó al único japonés del grupo, mirando de soslayo a Key que se notaba, no se había percatado de su estado de ánimo pero sólo asintió. Pensaba que si hablaba, otra vez la pesadez que estaba dentro de su cuerpo se acentuaría y ahora sí, terminaría vomitando.
-Deja la tensión, no estás solo Dai-chan – la voz de Onew resonó amable cerca de su hombro y solo pudo sonreír a medias, tratando de ser cortés – Si lo ves, prometo que te llevaré lejos de él
Pero no supo si quería o no eso, ¿lo quería? ¿quería huir apenas lo viera? Su mente colapsó y sus ojos se humedecieron. Sentía que de a pocos estaba perdiendo la cordura y su poca estabilidad emocional lograda con esfuerzo se estaba yendo al caño. El no debería haber vuelto, el jamás debió de volver.
-¡DAIKI!
Todos voltearon de inmediato al escuchar el nombre del joven de una voz ajena a la de ellos, dicha con tanta confianza y tanta emoción que el cuerpo de Minho se erizó en anticipación, adelantándose como un gato a punto de atacar. Pero su molestia no duró mucho, ¿cómo hacerlo? El susodicho estaba acompañado de alguien que parecía ser su novio y su defensiva de repente desapareció.
-Keito…
El pelicastaño ni siquiera hubo observado al barman, tenía la visión tapada por tantas personas que salían del aeropuerto y caminó apresurado al lado de Choi para evitar cualquier malentendido pero se quedó de pie.
Idiota.
Anonado.
Lleno de miedo.
¿Qué carajos hacía Okamoto al lado de aquel tipo que era amigo de su ex?