06 agosto 2014

Guns and Roses [9]

http://i89.photobucket.com/albums/k220/Satommy14/pensamiento1.jpg: Hace frío u3u
: Demons - Imagine Dragons
: SF Resident Club♥

Notas: Ya sé, me demoré la vida -otra vez- Pero XD asdadsasd aish, ya... al igual que con todos mis fics pasados, tuve mi etapa emo pe :C pero ya salí, ya me superé y ugh, creo que lo llevo repitiendo mil veces lo mismo... No sé u3u si se acuerden de este fic, pero si lo hacen X'D gracias♥ Ya saben, cualquier crítica y/o sugerencia, es bien recibida :'3


Ya había perdido la noción del tiempo que llevaba trabajando en ello, tal vez un año o tal vez dos. Tal vez era menos y él tan sólo estaba exagerando. Pero fuera como fuera, Hikaru disfrutaba de su doble, hasta triple vida: era barman, era policía y bueno… Era él.

Su turno de noche en el bar empezaba recién en unas cuatro horas y sus ojos ya miraban las manecillas del reloj que estaban en su muñeca izquierda, coordinando mentalmente cada uno de los pasos que daría ese día. Tomó un suspiro y se colocó los zapatos en la entrada de su departamento antes de salir, miró de lado a lado y volvió a enfocarse en el aparato. Cambió el formato de presentación con la presión de un solo botón para que la pantalla dejara de ser analógica y se volviera computarizada de inmediato, otro botón y la cuenta regresiva empezó a contar hacia atrás; le quedaban 240 -239, 238- minutos libres y necesitaba ir al Cuartel General a marcar su tarjeta para confirmar que seguía estando dentro de la operación y a hacer algunos informes de algunos trámites ilegales de baja monta, de los cuáles había sido testigo y de los cuáles estaba pasando el cable para que sus otros compañeros de trabajo se hicieran cargo.

Él no tenía tiempo para eso, por eso no los investigaba.

Después de quince minutos de viajar en tren, bajó en una estación poca concurrida. Su forma de vestir era muy informal y desinteresada, un joven más del montón, por lo que no llamaba ni un poco la atención, algo que solía jugarle a favor en esos días en los que tenía que presentarse en su centro laboral real. Miró su reloj – otra vez – y habían pasado exactamente 25 minutos desde que había salido de su casa así que todavía tenía tiempo de hacer lo que debía. Miró de reojo hacia las personas del andén y en vez de salir por la puerta que daba a la calle –como cualquier otro transeúnte y usuario– se fue hacia la izquierda, palpando por el rincón detrás de una máquina dispensadora de bebidas y, sin sorpresa alguna, tomó la manija de una puerta bien disimulada contra la pared.

Tiró de ella y se abrió el paso hacia unas escaleras.

El descenso era lo suficientemente tenebroso como para que cualquier persona ajena al personal quisiera involucrarse, nadie fuera del equipo seleccionado a aquella área era capaz de dar más de cinco pasos antes de volverse por donde habían venido y en caso de que tuvieran el valor para hacerlo, al final del camino había otra puerta a la que sólo se podía ingresar con el carnet de identificación de agente policial y el código de seguridad.
Hikaru miró hacia arriba, a la puerta por la que acababa de entrar cuando ésta se cerró con un suave “click” a sus espaldas, ¿hace cuánto no venía a estas instalaciones? Tal vez eran ya algo de dos semanas pero el caso Arioka estaba turbiándose más de lo que hubiera esperado, teniendo sus peores momentos en esos últimos días en los que ni siquiera Okamoto iba al bar. Sin él, no tenía una pista que seguir.

Algo estaba ocurriendo, estaba seguro de ello, pero no entendía bien el qué. A sus oídos tampoco había llegado información alguna sobre los movimientos del clan Nakajima y eso era todavía, más exasperante. Conocía bien la reputación de Inoo Kei dentro de los sicarios más conocidos por su sangre fría y el que estuviera demorando en completar la misión, abría tantas incógnitas que no era posible sacar una hipótesis al respecto. Pero más que causarle dudas, le causaba un temor propio de su profesión: No ser capaz de detenerlos.
No tuvo ni siquiera una posibilidad cuando ocurrió el asesinato del hermano mayor, por lo que si ahora no tenía suceso protegiendo al menor de los Arioka, empezaría a creer que se había equivocado al querer ser policía y eso era un lujo que no se quería permitir. Le gustaba lo que hacía… a pesar de todo.
Un suspiro salió de sus labios, mientras tecleaba el código de acceso a las oficinas. Era verdad que en esos días no había sabido nada del clan Nakajima, pero de quienes sí había escuchado era sobre los Yamashita y la reciente rebelión de uno de sus asesinos estrella, Yamada. Ello no era lo que más lo tenía en sobre aviso, sino que ya habían encontrado un nuevo mercenario para sustituir su baja, un reemplazo sugerido ni más ni menos que por el mismo Takaki Yuya. Ello definitivamente no tenía buena pinta. Aquel castaño llevaba por algo el extraño apodo de “Bloody", su disfrute al desangrar víctimas era enfermizo –recordaba bien todas aquellas fotos de las escenas de crimines perpetrados por él– así que no podía hacerse una imagen de aquel que había encontrado para llenar filas en el clan, estaba casi seguro que debía de ser otro homicida sociópata, hablando por lo mínimo de sus características.

Suspiró con pesar de tan solo pensar a lo que ahora la oficina tenía que enfrentarse, el gobierno les metía presión para atraparlos pero el retraso no era su culpa. Apenas llevaba ahí 3 años, hace dos que trabajaba de encubierto y ninguno con alguna facilidad de pruebas para detener a los implicados. Todo siempre era circunstancial.

-Es bueno verte la cara de vez en cuando, Hikaru
-Sé que me extrañas, Tama-chan

Su compañero de equipo asomó la cabeza por una de las puertas de las pocas oficinas que había en el recinto, los demás eran tan sólo cubículos donde los empleados hacían sus papeleos y sus seguimientos correspondientes. Verlo ahí, en un lugar tan apartado con un grado de relevancia muy por encima del resto, le recordó lo vital de su trabajo y la importancia del mismo para sus jefes.

La mitad del cuerpo de Tamamori Yuta desapareció detrás del marco de la puerta recién abierta, invitándolo a pasar y seguro, invitándolo a informarse de todo aquello de lo que era ignorante debido a su trabajo de campo. No tardó mucho en seguir sus pasos silenciosos, quería poder ampliar más su perspectiva antes de presentar los informes adquiridos recientemente a su superior inmediato.

La computadora que yacía sobre el escritorio del joven detective constaba de tres pantallas, cada una con algo distinto para mostrar: fotos, documentos y un mapa gps. Un teclado bastante completo se abría paso como un abanico que ocupaba casi toda la parte libre, además de una impresora de última generación, la cual estaba terminando de imprimir quién-sabía-qué. Hikaru jaló hacia sí la única silla que había además de la que usaba el mismo Yuta, sentándose con el respaldar hacia delante para tener un lugar donde pudiera apoyar los brazos y la cabeza. Ni siquiera empezaba a informarle de las cosas que habían ocurrido pero de por sí, ya tenía jaqueca al pensar todo lo que había de más y él no estaba ni remotamente enterado.

-Por cierto, cayó otro más de la lista de comandantes corruptos – Tamamori revisó en lo más abajo de una pila de papeles y le brindó un folder de manila al otro detective quién fruncía el ceño con frustración – Akanishi, al parecer está metido hasta el cuello con el tráfico de armas. No le digas al jefe pero estoy seguro que está a nada de vender a Kamenashi con tal de que le reduzcan la pena por traición
-No sé ni por qué me sorprende, ellos siempre estuvieron más del otro lado que del nuestro
-¿Lo dices por su pasado?
-Por eso y más – Hikaru carraspeó, ojeando el informe por un segundo y luego dejándolo de lado para mirar a su compañero - ¿Tienes algo sobre la autopsia de Arioka Tatsuya? – miró su compañero enarcar las cejas, sorprendido por su desinterés en el tema – No pienso seguir evaluando a los gusanos que no nos dejan hacer bien nuestro trabajo, pretendo sólo enfocarme en lo que nos va a ayudar a poder cerrar el caso de una vez
-¿Y en qué nos ayuda investigar al mayor de los Arioka? Ya está muerto
-Muerto o no, su cuerpo nos va a decir lo que queremos saber, ¿has revisado acaso la autopsia?
-Te estaba esperando para analizarla juntos – el mayor palpó en los bolsillos de atrás de su pantalón hasta que sacó una pequeña llave, se inclinó en el escritorio y abrió el último cajón que tenía una gran cantidad de archivos. Todos en carpetas negras y sin alguna clasificación aparente – Éste es – dijo después de revisar tan sólo por encima los documentos – Pero antes de dártelo… - hizo el ademán de acercarle la documentación a su compañero, pero arrebatándoselo antes de que pudiera tocarlo – Estoy seguro que ya sabes lo que vamos a encontrar, hazme un resumen
-La última vez que fue Okamoto al bar, me contó sobre la curiosa muerte de Tatsuya. Si es que los análisis muestran un alto consumo de cocaína y éxtasis, la hipótesis que se lanzó sobre que fue asesinado por ser heredero de los Arioka, carece de sentido
-Hmm, digamos que tiene sentido lo que dices, ¿pero cómo lo corroboras? Estás pasando por alto que todos esos malditos malnacidos de los ricos se meten en la sangre toda una fiesta para estar en los cielos y vivir su vida como más les gusta
-MoriTake fue asesinado hace nada… Un ajuste de cuentas no tiene sentido si sólo hablas de un drogadicto que debe dinero, ¿pero qué si le debes dinero a la competencia más grande de tu propio padre? Y además, ¿qué si el padre necesita erradicar la deuda además de borrar del mapa a la competencia? Al final es Arioka el que está moviendo los hilos para que el clan Yamashita sea el que mate a los de la familia MoriTake, y en revancha, es MoriTake quien está moviendo los hilos para matar al último heredero de los Arioka

Tamamori silbó con los abiertos en impresión, tendiéndole el archivo a su compañero, acercándose por detrás para poder ver con él los resultados que de todas maneras, ya sabían que encontrarían.

-Por cierto, ¿te sigues acostando con tu informante?

Hikaru sólo se rió, pasando la hoja del primer informe de la autopsia.

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Sus pasos resonaban con fuerza sobre aquel piso de mármol negro que recubría el lobby del hotel, sus zapatos, del mismo color, pasaban desapercibidos y le ganaban una imagen en la cual su cuerpo parecía flotar sobre la superficie lisa y fina. Su traje de seda negro le caía a la perfección con la corbata plateada y el pendiente de platino en la oreja izquierda, brillaba gracias a la luz de los candelabros que pendían del techo en una visión de ensueño. El lugar era el cielo que se adquiere con el dinero, mas él era el ángel de la muerte quien se paseaba por ahí en traje y bien parecido.

Todos en aquel lugar ya sabían de quién se trataba, ¿quién más sino que aquel famoso asesino que nadie se atrevía a acusar? Sus vidas siempre dependiendo de un hilo y nadie con el valor suficiente como para querer enfrentarlo. Los ojos de todos le rehuían, ni siquiera se atrevían a mirarlo a los pies, cada que pasaba se inclinaban como si recibieran al mismo emperador. Alguien sagrado, al cual no podían ni debían perturbar. Nishikido caminaba por el pasillo con las manos en los bolsillos, dejando que el hermosos Rolex asomara en la muñeca, brillando gracias a los diamantas y zafiros que tenía incrustados en el borde y en el mismo lienzo de los números. Una exquisitez que no le importaba darse el lujo de pagar, ¿para qué más sino trabajaba? ¿Para qué más sino había vendido su maldita alma al mismo satán? Con pasos confiados y seguros que resonaban con frialdad cruel, se dirigió al bar del lugar, absorto en sus pensamientos y problemas.

Sonrió sin emoción alguna, resistiendo al impulso de empuñar su pistola y matar a todos los que se cruzaran por su camino. Ellos no tenían la culpa que por mucho que lo negara, seguía siendo humano. Porque sí, porque Nishikido Ryo también tenía sus propios fantasmas del pasado solo que odiaba admitirlo ya que ni siquiera, se atrevía a enfrentarlos.

Las puertas del restaurant de cinco tenedores se abrieron de par en par ante él, tratándolo como el noble que no era. La sangre de la realeza que fingía tener no era más que sólo la mezcla de sangre de personas de rangos de alto poder: cada vida tomada le daba un rango más en aquella escala llamada sociedad. Una azafata metida en su uniforme bien entallado lo dirigió hacia el fondo de la amplia sala, aquel punto dónde se encontraba su tan afamada taberna con estilo renacentista: Grandes acabados y candelabros más hermosos que los que se podía admirar en el lobby, detalles que simplemente te dejaban con la boca abierta apenas tus ojos admiraban semejante belleza. Una belleza que a él, no le provocaba absolutamente nada, el estilo de vida que llevaba era de los grandes multimillonarios, pagando por lujos que jamás llegaban a satisfacerle, viviendo experiencias que nunca le llegaban a llenar, ya sea de dicha o de malestar. Era irreal el cómo sobrevivía al día a día, en sus emociones no llegaba a experimentar la culpa y jamás vivió de nuevo una incomodidad. Matar era tan monótono que simplemente lo hacía, tan sólo había un cambio en su accionar cuando veía a su víctima rogar. La furia hervía en sus venas, cuando las súplicas salían de los labios ajenos o, por lo contrario, cuando la arrogancia se vislumbraba por el iris de estos, el sadismo contenido de su tan pútrida alma salía a flote hasta que destrozaba cada poco de aquel nefasto ser humano que hubo caído en sus redes, eliminando cada rastro de existencia de él.

Odiaba a los débiles, tanto como odiaba a aquellos que se creían superiores.

El zapato de tacón aguja de la joven que lo guiaba a través de las mesas, tintineaba en su cerebro como marcando los segundos a su propio ritmo, llevándolo a momentos a un pasado que bloqueaba con imágenes de la muerte misma, porque sólo así se veía capaz de olvidar lo que alguna vez fue. Un humano con sentimientos, un joven que alguna vez, supo amar.
La visión de un rostro se volvió omnipresente cuando hubo llegado a su lugar reservado en un rincón del bar, incapaz de dejarlo de lado, su cuerpo tan sólo se dejó caer en la silla más cercana y pidió a la mesera una botella de whisky más caro de la lista de licores, esperando impaciente a que su sed y su nostalgia pronto se vieran aplacadas con la nebulosidad que la bebida le daría.

Odiaba a los débiles, odiaba a los arrogantes.

Los odiaba porque le hacían recordar a aquel maldito malparido que al ser tan débil se llenó de vanidad y se convirtió en un condenado lameculos.

----(FLASHBACK)----

-Ryo, acá no

La voz de su compañero de clase le enervó, controlándose por no perder los papeles ante su negativa de ser tocado en los baños de la escuela. Eran los únicos ahí en ese momento, todos los demás estaban en sus respectivas clases, atendiendo a sus profesores. Por eso no entendía, jamás lograba comprender por qué Shige le rehuía, por qué nunca quería demostrar sus verdaderos sentimientos en público o en lugares públicos donde sólo era él el único testigo de la verdad.

-No hay nadie acá, nadie va a enterarse…
-Puede entrar un profesor – sus manos lo empujaron suavemente, haciéndolo a un lado para salir del cubículo al que se habían metido – Sabes que no me gusta que hagamos estas cosas en la escuela
-Shige – frunció el ceño, caminando tras suyo hasta que lo abrazó por la cintura - ¿Te avergüenzas de mí?
-¡No! No es eso – se aclaró la garganta y giró ante el pelinegro, mirando sus ojos tristes que le movían hasta lo más recóndito del alma – Ryo, somos hombres… está mal
-¡¿Por qué está mal?! – la poca paciencia que tenía se evaporó, alejándose de su susodicho novio para golpear el borde del lavamanos – No hay nada de malo en amarse Shige, la mitad del instituto es gay… ¡¿Por qué te importa tanto el qué dirán?!
-¡Porque la vida no acaba en el instituto! Deseo llegar hasta lo más alto después de terminar la universidad… Lo he visto en las estadísticas, Ryo, el ser homosexual es repudiado por los altos mandos

----(FIN FLASHBACK)----

Aquellas veces no habían sido las únicas en su vida donde el otro había actuado de manera fría y cruel, evitándolo y dejándolo de lado para que no quisiera hablarle. Ryo era testarudo, toda su vida se había encaprichado en lograr lo que quería y no se dejaba vencer por la negativa del otro. Siempre volvía, siempre decía algo más pero los silencios eran lo único que lograba obtener, a veces, pero muy pocas, lograba captar una mirada de disculpa pero no más allá… Para Shigeaki, él era simplemente un error en su gran y magnífico camino.

Una piedra que debía de quitar.

Tomó un sorbo largo de whisky, sirviéndose algo más de bebida y combinándola con el hielo que recién le habían traído. Colocando un par de cubos en el vaso, miró nostálgico cómo el líquido se volvía pálido al combinarse con el agua congelada.

Era consciente, que nada era lo completamente irrompible o alterable.

Ni siquiera él, no lo era antes, tampoco ahora.

El sabor amargo pasó por su garganta, cerrando los ojos y recordando más cosas que peleaba por mantener al margen en su nueva vida, pero tercamente, los recuerdos seguían circulando, haciéndole más amarga la sensación de vivir.

----(FLASHBACK)----

Nishikido yacía en su habitación, jugando videojuegos y entretenido en su propio mundo post-relación. No habían pasado ni siquiera tres días desde que hubiera terminado con Shigeaki y sus ánimos estaban por los suelos –hasta podría decir que por debajo– y daba lo mejor de sí mismo para mantenerse fuerte, por eso, antes de salir a algún lado con sus amigos, prefería quedarse en casa y abstraerse, esperando a que el dolor que apretaba en su pecho fuera desapareciendo lentamente. Si sus pies tocaban la calle, no estaba seguro que sus cambios emotivos bruscos tuvieran un buen resultado y lo último que buscaba, era pelear o hacer alguna estupidez.

No es que hubiera creído en un “para siempre” entre ellos, pero tampoco imaginó que su relación fuera a acabar por el miedo e inseguridad que el menor tenía para aceptar que era gay.

Le gustaban los penes, ¿y qué?

A Ryo también le gustaban, aunque también le gustaban las mujeres… Eran distintos, de ello no había duda lo mirara por donde lo mirara, haciéndose más marcada la diferencia ya que él no vivía acomplejado y cuando empezaron a salir, siempre tuvo la esperanza de que Kato con el tiempo, dejara ir toda la mierda esa de que la sociedad lo juzgaba. Pero no fue así y poco a poco el terror en los ojos del joven se hacían más presentes, temiendo los besos que compartían escondidos en sus habitaciones, las veces que se tomaban de las manos o aquellos días en los que su pasión podía más y se entregaban.

Ryo peleó contra ello pero perdió, humillado por la cobardía del otro.

Cuando sus ojos se dieron cuenta que en la pantalla rezaba un “GAME OVER”, se levantó del suelo para reiniciar el aparato nuevamente, deteniendo sus intenciones cuando unos toques tímidos tocaron a su puerta.

-¿Quién? – llamó en un bufido, acercándose a abrir y encontrándose con su reciente ex, ahí de pie - ¿Mi mamá te dejó entrar?
-Le dije que tenía que enseñarte la tarea de física – el pelinegro bufó pero lo dejó pasar a su habitación, caminando hasta donde estaba segundos antes – Escucha, Ryo… Debemos hablar
-Ya terminamos, Shige – contestó fríamente, volviendo a su juego como si jamás hubiera sido interrumpido – Ni siquiera sé que te trae acá si según tú, tener novio es un gran error y un problema para tu grandioso futuro
-Deja de ser egoísta, maldición – Kato apretó las manos en puños tensos, cerrando la puerta detrás de él - ¿Por qué no entiendes que lo nuestro sólo va a traer complicaciones? ¿Acaso tú no quieres trabajar y tener un buen puesto? ¿No quieres vivir cómodamente con todo el dinero que busques?
-¿Dinero? – Nishikido rió, pausando el juego y tirando el control de lado – Si yo quiero Shige, puedo ser el hombre más poderoso de Japón, con todo el dinero que quiera – su voz fue baja y amenazadora – Y eso, no me impediría de seguir amándote, esa no sería mi excusa para negarme a vivir enamorado de un hombre
-¡Tenemos 17 años! ¡¿Cómo puedes asegurar que me amas?!
-¡¿Cómo puedes tú decir que no lo haces cuando estás acá en mi habitación queriendo arreglar las cosas ya terminadas?!

----(FIN FLASHBACK)----

Esa día, esa noche lo hicieron como dos locos enamorados imposibilitados de negar lo que sentían el uno por el otro, pero al terminar la tarde del domingo, después de haber pasado toda la mañana acurrucados, sujetándose mutuamente en un abrazo bien estrecho, el menor partió con tan sólo un adiós.

El lunes de esa semana, Ryo se enteró que Shige había pedido traslado a una escuela en Tokyo, a prepararse para sus exámenes de ingreso a la universidad.

Jamás había entendido, jamás lo había perdonado. Porque fue él quien volvió a buscarlo para luego nuevamente dejarlo en el olvido, ¿quién hacía eso? Y juró, ese mismo día, que él sería el ser más respetado de todo el continente nipón y llegaría el día en que tuviera a su ex amante, de rodillas ante él, rogando por su perdón.

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Ohkura miró por el espejo retrovisor a sus dos acompañantes que permanecían en la parte de atrás, sentados en los asientos de cuero de la camioneta; tenía el ceño ligeramente fruncido y los labios torciéndose hacia abajo demostrando claramente su molestia con respecto a lo que era testigo. Sus ojos captando retazos de acciones que no entraban en su comprensión. Pensaba en cómo era que siempre terminaba envuelto en problemas así de triviales – y estúpidos – con personas que parecían más unos adolescentes recién terminando su inservible pubertad, que unos jóvenes de la edad que ellos, se supone, tenían.

No es que pensara que a los 20 años se pudiera actuar de una manera completamente madura, ni siquiera él a esa edad lo había hecho, pero tenía la perspectiva que por lo menos, aquellos que trabajaban como asesinos a sueldo tal cual como ellos lo hacían, tenían que tener una mentalidad mucho más… Centrada, más cuerda. En otras palabras, más controlada. Pero viéndolos ahí, ignorándose de esa forma como si acabaran de tener una pelea marital, le estaba poniendo los nervios de punta. No podía creer en el infantilismo de dos de los sicarios más recomendados del bajo mundo, ni qué decir del heredero directo del Clan Nakajima y potencial líder de pandilla. Era tan bizarro que no terminaba de aceptarlo.

En sus más absurdas esperanzas, creía que sólo Inoo era capaz de actuar así de impulsivo e insensato al tener sentimientos encontrados con cosas que no entendía o jamás había experimentado porque no se le había permitido en la vida. Entre todos los seres humanos rastreros, los que llevaban su oficio, no podían albergar nada de humanidad, y ciertamente, ellos estaban teniendo un brote de sentimentalismo, ¿cómo iba a manejarlo? No era niñero de nadie, pero actuaba como tal.

Tadayoshi también era humano y se preocupaba… lamentablemente.

Exasperado, se aclaró la garganta y tamborileó los dedos sobre el timón, esperando algo más que jamás llegó mientras la luz del semáforo cambiaba a verde, dejándolo pasar en la vía. Lo que más le molestaba de la situación, sin lugar a dudas, es que había pensado que sólo con Inoo tendría que actuar de chofer pero ante la situación de estar en la mansión con Arioka y Kei, prefería mil veces acompañar a aquel par a visitar a Melissa que quedarse bajo la tensión sexual que se manejaban los otros dos.

Visto desde su perspectiva, era el mal menor, algo que no cambiaba el hecho que le había delegado la responsabilidad a Uchi, y a él, no le iba a agradar manejar la actitud cambiante de Kei ni la estupidez de Arioka.

Definitivamente, estaba mejor ahí con el par de la pelea marital.

-¿Cuánto falta?
-Poco

La voz del castaño le hizo mirar de reojo nuevamente por el espejo retrovisor, observando cómo es que Ryosuke se removía incómodo en su sitio, mirando por la ventana mientras sus manos jugaban con un minúsculo hilo de la chaqueta que tenía puesta. La respuesta de Yuto había sido tan cortante que incluso a él, se le iba en subida el estrés de tolerarlo.
Con algo más de prisa, presionó el acelerador para acortar el tiempo de recorrido, llevándose una mueca de parte de Nakajima que no podía ocultar sus pocas ganas de ir al consultorio de su prometida.

-No es mi problema que nunca la visites – el mayor de los tres cortó el pesado silencio, acentuando aún más la tensión del par pero negándose a doblegarse. Futuro jefe o no, él seguía siendo mayor y seguía teniendo un rango más alto, por ahora – Melissa no te va a hacer nada, simplemente actúa con cortesía y ya

La última frase fue tan ambigua que ninguno de los dos tripulantes supo a quién se refería, pasándolo por alto cuando una calle abarrotada de edificios se alzó ante ellos y el carro se estacionó justo en un espacio delante de uno de los más elegantes.

-Acá los espero, diviértanse

Yuto bajó sin siquiera mirarlo, azotando la puerta al salir y caminar con pasos firmes a la entrada de aquel maldito lugar. Ryosuke no demoró mucho en seguirlo, inseguro y sin tener una idea concisa de lo que se debía hacer ahí, ¿una psicóloga? ¿Para qué? Ohkura los vio marchar con una media sonrisa.

Pagaría lo que fuera por poder estar en primera fila cuando todo el espectáculo se desatara.

Las puertas de cristal cerrándose detrás de sí mismo fue lo último que observó Yamada, sus ojos no habían dejado solo al tal Ohkura ni un solo segundo y ahora estaba más confundido que antes. El mayor estaba sonriendo, divertido… ¿Es que había algo que no le estaban diciendo? Sus ojos evaluaron atento el lugar, copiando cuidadosamente los pasos de Nakajima al tener la certeza que el alto evadía a propósito las cámaras de seguridad del recinto.

Debía recordarse a sí mismo volver un día por la noche y evaluar el equipo de vigilancia que tenían ahí, pues si de verdad debía asistir a la psicóloga del Clan Nakajima, dudaba que tuviera suerte y sólo debiera ir ahí una vez en toda su vida.
Ryosuke tuvo un pequeño temblor que se deslizó por su cuerpo cuando una mano lo tomó por la espalda, a la altura de la cintura y lo empujó contra el ascensor abierto ante él. Momentos antes se había estado dirigiendo a las escaleras, pero la reacción de su acompañante había sido por lo mucho, exagerada.

-Estás siendo muy permisivo, si nos tienden una emboscada acá dentro, debes darte muerto
-¿Ah sí? ¿Y acaso a ti no te pasaría nada?
-El primero en dispararte, sería yo – el mayor le sonrió con una mueca, mirando al pelinegro que ni siquiera se inmutó - ¿Hace cuánto estás comprometido con ella?

Se había esforzado por mantener a raya su curiosidad y la maldita obsesión de enterarse todo de la mujer que era… La futura esposa de Nakajima. No es que le interesara más allá de lo debido, era solamente que no entendía cómo alguien teniendo ya una pareja predestinada, no le era fiel de ninguna forma. Porque no dudaba que el joven a su lado no sólo se acostaba con él, sino con muchas otras personas, hombres y mujeres, mayores o menores; un hecho que le perturbaba la mente y no lo dejaba en paz, aunque jamás fuera a admitirlo.

Muy en lo profundo, también pensaba que podía ser el morbo, ¿ver a la prometida del tipo que te llevas tirando un tiempo? Sonaba agradable.

Sonaba cruel.

-Desde los 10 años – sonrió el alto, mirando al castaño apretar los puños - ¿Celoso, Yamada? ¿Acaso el niño necesitado de afecto se ha enamorado de mí?
-Ni en un millón de años, Nakajima – chasqueó la lengua contra sus dientes, cruzando los brazos sobre el pecho y recostándose sobre el metal del elevador – Que no se te suban los humos, si sigo acá es porque es mi única salida del Clan Yamashita. Prefiero mil veces soportar tu estúpido ego a soportar a la mierda humana que es Takaki

Su cuerpo bien equilibrado pronto dio una sacudida, mirando asustado hacia arriba por si es que en algún momento algún enemigo pudiera bajar a atacarlos pero nada sucedió, sus ojos volaron a posarse al menor con la interrogante bien plantada en su mirada, encontrándose con que uno de sus largos dedos tenía presionado el botón de “STOP”. Yamada carraspeó, tensando su posición con los ojos desafiantes.

-No empieces a dártelas de gallito de pelea, Ryosuke – sus pasos fueron lentos, sus manos aún más. Lo acorraló contra una esquina, sus brazos apretando la cintura del más bajo y sus palmas, acariciando de manera fría la piel debajo de la camisa que traía - ¿Tu única salida? ¿A quién quieres engañar?

Ryosuke parpadeó, estaba cerca… Estaba demasiado cerca. Podía sentir su respiración chocar contra sus labios, podía sentir cómo estaba a milímetros de él, odiándose por la creciente sensación de anticipación que se almacenaba en su vientre, desatando todas sus malditas hormonas y haciéndole sentir débil… Dócil.

-Así me gusta

Yuto estuvo por dar unos pasos para alejarse, pero fue sujeto por la solapa de la remera que traía y atraído nuevamente a aquel menudo cuerpo que le gustaba poseer. Unos labios fieros reclamaron los suyos y no se hizo de rogar por una respuesta, sujetando al pelicastaño por las piernas y elevándolo con su propia fuerza hasta que éste lo rodeó por la cintura con las pantorrillas, apretándose el uno al otro con una ansiedad contenida por tantas horas. Sus manos subieron y bajaron por sus piernas, correspondiendo al beso con mayor intensidad, ambos fundiéndose en un contacto rabioso y testarudo, peleando por la dominancia de sus lenguas en la cavidad del otro.

Fueron segundos largos y exquisitos, Yamada enredando los dedos en ese cabello bien cuidado que estaba completamente alborotado ya, perdiendo su elegancia con los pequeños tirones que daba al contener suspiros.

La ropa molestaba, estaba estorbando a sus instintos pero el ruido del ascensor, como una alarma, los hizo volver a sus cabales, separándose inmediatamente el uno del otro como si nada de ello hubiera ocurrido. Yamada se sacudió el pantalón arrugado, tratando de desaparecer las dobladuras por haber tenido las piernas flexionadas de forma tan extraña y se acomodó la camisa, poniéndola en su lugar y no por encima de la cintura como había quedado. Yuto lo miró de reojo mientras presionaba el botón para desbloquear el cubo de metal, apoyándose en la pared contraria para esta vez sí ver con descaro al mayor.

-¿Qué fue eso?
-¿Qué fue qué? – reiteró el otro, ignorando sus palabras – Péinate, tu cabello es un desastre
-¿Y eso es gracias a quién? – se pasó los dedos por el flequillo, tratando de darle más forma. Por cómo iban contando los pisos, faltaba poco para llegar a su destino - ¿Qué se supone que significa?
-¿Tiene que significar algo? – el mayor lo miró con fastidio, peleando contra sí mismo para mantener el rostro sin alguna expresión – Tenemos sexo Yuto, no necesito una excusa para besarte cuando siempre te tengo entre las piernas… - la puerta se abrió, dándole un respiro y algo más de seguridad – Además, quería divertirte un poco antes de recordarte que pronto, serás hombre casado y quién sabe… Tal vez de familia

Nakajima se quedó de pie, sin responder y con el rostro desprovisto de alguna emoción. Con pasos cortos se acercó al mayor y lo tomó del mentón, elevándolo sobre la punta de sus pies con algo de fuerza por donde lo tenía sujeto, apretando más de la cuenta y causando que la piel entorno a sus dedos se tornase rojizo. Ryosuke carraspeó pero no se movió un centímetro, mirándolo retadoramente a sus iris negros profundos.

-¿Te di en el ego, Nakajima? - susurró, sonriendo con tranquilidad fingida - ¿Miedo a saber que no tienes futuro en este mundo?
-¿Qué se siente Ryosuke, fingir que no te importa que yo tenga una vida aparte? ¿Qué se siente que yo sí tenga a alguien que me vaya a esperar todos los días de mi vida en una casa cálida y con unos niños correteando alrededor? ¿Qué se siente, sólo ser la puta de todo aquel que te toca?

Empujó al castaño contra una puerta, dándole la espalda y presionando el botón del elevador nuevamente. Éste no se tardó en abrir, entrando como un tornado y presionando impaciente el botón para cerrar las puertas.

Yamada aguantó hasta ya no ver su perfil, dejando que las lágrimas amargas cayeran por sus mejillas hasta perderse en el borde rojizo de su mentón cuando el menor desapareció.

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Ni Yabu ni Morimoto se molestaban en ver por la ventanilla del tren, la velocidad con la que viajaban era tal que apenas y se distinguían manchas en el paisaje, todo pasando sin siquiera molestarse en mostrar su forma concreta.

Era una danza de figuras abstractas y sin sentido, que si las mirabas de más, terminabas mareado y con la desazón en el estómago, con todo revoloteado.

Ryutaro jugaba con su Nintendo DS, el único lujo que su madre le había dado permiso de llevarse de la casa antes de que el mayor lo sacara de ahí como medida de seguridad, no tenía su teléfono móvil ni una computadora portátil, el aparato que estaba en su poder, si quería seguir usándolo, debía tener todas las antenas apagadas y sólo jugar lo disponible sin alguna conexión. A esas alturas, el menor la entendía el rango de protección al que estaba sometido y se preguntaba, cada que mataba a un personaje, ¿cómo estaría su hermano? Y si su madre, todavía se encontraba bien. Con los ojos humedeciéndose, cerró la pequeña máquina y la tiró a su mochila en los asientos de adelante, estaban solos en un compartimiento por lo que el acto, no tuvo mayor repercusión más que una mirada sorprendida de Kota.

-¿Pasó algo? ¿Perdiste?
-¿Por qué debo ser yo el que pase por esto? ¿Por qué no puedo ser como la gente normal que sólo se preocupa por si llegará tarde al instituto o si su perro se comió la tarea? Ni siquiera me han dejado tener un maldito perro, Kota… ¿qué se supone que debo pensar? He perdido, por lo menos en la vida, he perdido…
-Ryutaro… - el mayor suspiró, tenía sobre el regazo su computadora portátil, revisando uno que otro archivo pero en esos momentos, le quitó importancia y dejó la laptop de lado – No has perdido en la vida, aún tienes a tu familia
-¿Con un padre asesinado, mi madre maltratada y mi hermano también desaparecido en algún lado de Japón? – sonrió con sarcasmo al alto - ¿De verdad pretendes que me trague toda esa porquería cursi?
-Yo estoy acá – afirmó el otro con tranquilidad, mirando los ojos llenos de dolor del joven. Sus manos cobijaron sus mejillas con suavidad entre sus palmas y frotó con cariño sus pulgares contra su piel – Yo no te voy a dejar, juré protegerte con mi vida y eso es lo que haré. Confía en mí
-¿Qué eres Kota…? ¿Eres sólo mi guardaespaldas? ¿Eres más que un espía? ¿Qué eres?

La voz se le fue apagando y el silencio se acomodó entre ellos. Los ojos negros cuestionantes y los ojos negros dubitativos, ninguno sabiendo cómo seguir a la pregunta planteada, si continuar e insistir, o si retirar lo cuestionado.

El mayor optó por la salida más fácil, pensando en la buena oportunidad que era para llenarle la cabeza al menor con más pensamientos más de los que involucraban sus problemas familiares y también, teniendo en cuenta que era la salida que más la convenía y más quería experimentar, aun cuando ello conllevara a tener problemas directos con sus superiores y sus jefes máximos.

-¿Qué piensas que soy?
-Eres… como uno de los que acabó con mi padre, ¿verdad?

Kota sonrió sin que la felicidad de sus labios llegara a sus ojos, pasando desapercibido para el niño que cobijaba en sus palmas cuando selló sus labios en un pequeño beso que apenas fue un roce, robándole un rubor de rostro entero al pequeño pelinegro. Ryutaro se quedó estático, mirando al mayor con otra duda mayor dibujada en su rostro pero no se atrevió a contestar, menos cuando el pitido de un email entrante rompió con la extraña burbuja de calma que los tenía absorbidos.

Yabu se acomodó y volvió a tener la computadora sobre sus piernas, revisando el nuevo mensaje que había recibido, preguntándose quién podía ser si es que no había recibido información de la base sobre si lo mantendrían o no informado de algo más o si es que le iban a mandar algo nuevo de contacto tan pronto. Sus órdenes eran claras, era mantener protegido a Ryutaro a costa de cualquier cosa y con mayor empeño ahora que sabían que el Clan Nakajima iba tras él. Ya tenía la información de Inoo Kei y la de Nakajima Yuto, los de la élite especial del grupo y no veía razón a recibir algo más detallado si con lo que tenía bastaba.

Además, la Agencia era cuidadosa con la cantidad de emails que enviaban, no queriendo sobrecargar a los agentes con mensajes para que no estuvieran pendientes de ellos.

-¿Quién es? – preguntó incómodo Ryutaro, viendo que Yabu se había quedado divagando - ¿Es de tu trabajo?

Yabu sólo asintió, abriendo la carpeta de archivos.

Sus ojos se dilataron al ver el emisor del email. Era un nombre que había leído entre los datos del clan del cual ahora escapaban pero no pensó que el contacto se hiciera tan pronto. Con el corazón latiéndole con fuerza ante la emoción de tener más poder sobre el enemigo, abrió un programa especial y copió el archivo adjunto en él, automáticamente leyéndose miles de códigos de mil formas mientras una a una, las letras del mensaje iban apareciendo en una hoja en blanco.

“Melissa, definitivamente era una viuda negra en la telaraña Nakajima”.

8 comentarios:

Ageha Chihara dijo...

Asdasdasd Yay!!!!!!
Al fin pude ver un cachito de la vida de Ryo y Shigeee carayyy pero Shige extraña a Ryooooo yo lo se(?)

Asdasd y el ID!! TwT yo queria saber de ellos!!

La tension sexual del YutoYama esxxx mee encantaaaa aunq pobre gorda lo hirieron bajo twt

Yabuuu 13 tu y ryu asdasdas xD

Q aoarecierael pato me sorprendiooo xD y como hace esa pregunta a hika xD eso ya se sabeee.

Melissa ... ese nombre no me gusta asdasss y ya debes saber xq (?) Pero asdaasaasas esa chica no puede durar muuchoo yuti qiiere a ryo yo lo se aunq lo niegue!


Amo este ficcc!!! Debes seguirlo cada mes(?)
XD
Nahhh cuando te de la gana, esperaremos 4evaa xD

Nina Segawa dijo...

Awwwwww yo llevaba tiempo esperándolo!
Me encantooooo!!
Pobre Ryo...me dio penita ;A;
Tambien Yama-chan...lo de putilla no se le quita ahahahahaha
Y luego Yabu y Ryu son tan tiernos! Me encanto de veras!
Espero conti pronto *A*

dalia801 dijo...

Waaaaaaaaa *O* esta genial me encanta, se ha quedado en una parte muy interesante asdasdadsadad esperare con ansias la continuación ;O;

Ayaa dijo...

OMG!! Y es aqui cuando muero de un paro cardiaco *--*
Sin lugar a dudas, de mis parejas preferidas en esta historia, el YamaJima ocupa el segundo lugar, me encanta como se tratan, como intentan herirse, como son orgullosos y como se aman sin saberlo aun *--*
El YabuTaro es tan tierno *u* yo se que Yabu es capaz de todo con tal de proteger a Ryutaro~
Y si pusiste a Tamamori como policia!!!! *O* Genial! Ahora todo va tomando más forma, créeme que con lo de Ryo me he quedado en shock, jamás imagine que tuviese un pasado así con Shige, supongo que me lo imaginé más con Yamapi x'D pero ahora se explica porque Ryo es así *--*
Estaré esperando feliz de la vida por el siguiente capitulo~~ Gambatte!! Eres la mejor!!! <3

Carol~ dijo...

Felicidades por publicar el capítulo 9 y salir de otra etapa emo :D!! y antes que se me olvidé qué cosa es tu avatar está vez o.o? es eso un ratón con cabello azul o qué?
ahora sí, de lleno con el fic:
los policías de la historia, conocer un poco más del personaje de Hikaru es agradable (: la presencia de akame AHAHAHAHAHA XDDD!!
la parte de Ryo fue la más emocionante para mí, jamás llegué a pensar que Shige pudiera ser un maldito ;_____;
y la situación YamaJima es como dice Ayaa *---*
por último el YabuTaro ><!!! me da cosita Ryu y cómo piensa en su familia :c pero yo sé que Yabu puede cuidarlo bien, ay! y ese chuu para calmarlo fue tan lindo *0*
por último, el mensaje encriptado, la viuda negra, amiga de YamaP es Melisa??

Anónimo dijo...

Me alegra toparme con un capítulo más, tuve que leer el anterior (aunque eso no es un problema) para poder recordar ;u; gracias por continuarlo y ánimo para que sigas n.n

Hai☆ne dijo...

<3 mi fic favorito entre todos los fics <3 me da pena que lo avances y a la vez me alegro pero me da pena porque cuando termine voy a tener un vacío existencial importante X'D y nada lo podrá suplir u_ú
YAMAJIMA, déjame decirte que es de las partes que más adoro y amo y de todo y no es porque sean ellos (que también) es porque lo tienen todo jope y no me puedes hacer esto ¿sabes? No puedes ;_; porque no, porque me niego, porque pobre Ryosuke... y me da igual que digas que es fuerte, pobrecito mío ;; y sí, yuto también sale herido pero como no es el uke pues no despierta en mí esa penita de querer morirme y achucharle a la vez ;_____; maldita
luego me encanta Ryutaro <3 me gusta más que Yabu, que siento que sí, le ama y que está haciendo todo esto por él pero me da a pensar que tiene algo más ._. algo oscuro por ahí, no sé no sé y me parece muy pero que muy muy feo lo que le hizo shige, a la hoguera! u_ú que sabía bien lo que hacía y... auqnue ryo no tenga excusa a pesar de todo, pues lo puedo entender un poco mejo~ l: pobrecico...

Nessie *Elva dijo...

Este fanfic se esta volviendo mi favorito ;___; es que es perfecto <3 No puedo creer que recién haya podido leer los ultimos capitulos que subiste T__T PERO ME ENCANTARON <3 <3
Shige se pasó, ese tipo de pensamiento que tenía ajvbhcsd pobre Ryo, de razón se volvió así.
La parte del Yamajima me fascino, aunque me quede con unas ganas tremendas de darle un golpe a Yuto por haber dicho eso.
En el YabuTaro me da bastante pena Ryu pero me gusta como Yabu intenta protegerlo así mucho.
Gracias por continuarlo y me voy volando a leer el capitulo 10 <3
Eres genial, en serio *---*