03 abril 2014

Leer [OneShot]

http://i89.photobucket.com/albums/k220/Satommy14/pensamiento1.jpg: Mis ojitos están chinos uwu
: Te pintaron pajaritos - Yandar & Yostin
: El balcón~ con un puchito~

Título: Leer
Autor: Satommy
Parejas: Inoodai
Género: Slash
Extensión: Oneshot
Notas: Una redacción simple, continua, sin nada sorprendente ni nada llamativo. No es miel, no es angst, no es nada X'D lo escribí porque hoy es 3 de abril~ pensé que hoy se hacía un año de algo pero luego me di cuenta que el año es en junio y fue #fail pero bueno ._. no estaba inspirada, no tenía ganas -notengo- porque ando bebida -trololololol- y tengo DEMASIADO sueño orz pero no podía dejar pasar la fecha. No es mi mejor fic, pero me gusta que aún pueda hacer cuentos sin tanto problema y sin tanto trama, me hace sentir bien conmigo misma grrr♥


Corría una brisa suave, ni helada ni refrescante, era sólo esos vientecitos que de repente la naturaleza te daba como una caricia en la mejilla, tratando de hacerte despertar o relajar, según la perspectiva que lo vieras. No había un sol brillando en el cielo, eran nubes las que cubrían toda la extensión por encima de su cabeza pero no eran amenazantes, cada celaje era vaporosamente blanco que dejaba el día más que claro, más de lo que si la estrella gigante brillase con todo su esplendor, cegándolo y agotándolo con calor. El sonido a su alrededor era relajante, amaba la estadía cerca al río con un buen libro en mano para poder leer y ocupar su mente, enlazándose a pensamientos ajenos, a aventuras ajenas. A dolores ajenos. Amaba leer junto al río, porque el eco del agua corriendo le recordaba que todo fluía y nada se mantenía estático, le gustaba porque le hacía buena compañía mientras se olvidaba un poco del mundo de afuera mientras se sumergía a otro totalmente distinto.

Daiki amaba su lugar en la naturaleza, con el agua y las letras ahogándolo en fantasías irremplazables, mejores de lo que su corazón roto podía darle.

Por eso, cuando aquel día aquel joven vino y se sentó a su lado, fue casi un odio instantáneo, ¿cómo tolerar a alguien que te perturbaba la única paz que tanto te gustaba? Si no hubiera sido, porque aquel lugar bajo SU árbol junto a SU río no era un sitio capaz de reemplazar, se hubiera ido de ahí. Pero se quedó, terco como mula, leyendo incómodo por su presencia pero al fin y al cabo, haciéndolo.

Solo que no fue la única vez que pasó, pasaron una, dos, siete veces que cada que iba, aquel pelinegro extraño se sentaba a su lado a leer… ¡A leer! ¿No era acaso una ofensa? Le caía mal, lo odiaba y su vientre se llenaba de malestar cada que lo veía de reojo, pensando cómo demonios ahuyentarlo de ahí.

Actuó de manera maleducada, eructando a momentos y soltando sonidos desagradables para que se moviera pero no había nada que pudiera hacer que ofendiera al chico. El sólo reía y lo miraba, sonriéndole con mucha más amabilidad de la que se merecía.

Nunca pudo hacer que siquiera se incomodara y él, de a pocos, empezó a morir de curiosidad, ¿por qué aquel chico era así? Al inicio no le tomaba importancia a aquellas ganas de verlo más seguido, que su deseo de ir a SU árbol junto a SU río cambiaron pronto su propósito inicial y luego sólo se volvieron una excusa para verlo reír cada que lo atrapaba observándolo a detalle.

Y pronto, los libros dejaron de atraparlo.

Llevaba su celular y jugaba con él, disimulando a momentos sus intenciones pero a veces, sólo quedándose prendido de ese rostro de felicidad cada que lo veía leyendo… Él gozaba tanto de su lectura, le hacía acordar a sí mismo y le hacía sonreír, porque se veía puro, se veía feliz. Le daba envidia pero aquella presencia prontamente le dio esa sensación de salvación que antes SU árbol y SU río, le habían dado.

Pero jamás le habló, jamás hablaron… Nunca supo cómo se llamaba ni cuántos años tenía, y no era algo que realmente le importara, ¿cómo iba a hacerlo? Solo era feliz con verlo, por eso, cuando un día dejó de venir, su lugar bajo aquel árbol dejó de ser agradable. El sonido del río pasó a ser un ruido molesto, la brisa sólo le dañaba la piel y las nubes se tiñeron de gris, amenazantes con una tormenta… ¿siempre había sido así? Sus ojos ya no tenían un libro para leer, ni un ángel para observar. Lo extrañaba y ni siquiera se había dado cuenta de cuándo fue que se le volvió necesario.

Pasó un mes entero sin que aquel ser volviera a hacer acto de presencia y él sintió, que ya no tenía una razón válida para volver, ¿para qué hacerlo? Si aquel sitio ya no le daba paz, sino sólo malestar porque sentía que había perdido algo que jamás había sido suyo.

Encontró otro rincón, en una cafetería repleta de gente pero que tenía un lugar especial para lectores, era agradable encontrarse más acompañado pero se seguía sintiendo solo y pensaba, pensaba mucho como encontrar a alguien que sólo había visto algunas veces –muchas, tal vez– pero que no sabía ni su nombre, ni poseía una foto para preguntar.

¿Cómo buscar, a un fantasma?

Porque para él era un fantasma, alguien tan blanco y tan… impoluto, no podía ser mortal o real, pero dudaba que su imaginación pudiera idealizar tanto a alguien, por eso suponía que sí lo había visto, pero ¿a dónde habría ido?

-Es una sorpresa, verte por acá

Odiaba, cuando la gente le interrumpía sus pensamientos o invadía su espacio personal cuando trataba de leer, pero ahí estaba nuevamente aquel extraño ser, sentándose en el sillón delante suyo, con un libro y una de esas sonrisas amables que siempre le brindó.
Daiki se quedó estático, memorizándose su rostro nuevamente hasta que encontró el valor para hablar. Sonrió con timidez y tomó de su café, sin quitarle los ojos de encima.

-¿Por qué no volviste ya al río?
-Dejaste de leer
-¿Eh?
-Te veías bonito cuando leías, era… ¿Cómo si brillaras?

Sintió sus mejillas ruborizarse y empezó a reír, con dicha plena, como si hubiera terminado la mejor novela escrita y el final hubiera sido perfecto. Exacto para lo que se esperaba de los protagonistas. Y le divirtió aún más, que aquel pelinegro gustase de verlo leer, cuando lo había dejado de hacer sólo para gozar de aquel alto leyendo.

Una agradable casualidad, curiosa, pero agradable.

-Me llamo Daiki… Arioka Daiki, ¿quién eres tú?
-Inoo Kei, un gusto

Y el desconocido tuvo un nombre, su rostro le sonrió amable y el castaño pensó, ¿para qué dejarlo ir? Tomó su libro y volvió a leer, sumergiéndose a duras penas en la historia ajena de aquel navegante.

Ambos se miraban a momentos, encontrándose y riendo cómplices de un juego que acababan de descubrir.

Ambos, encontrando algo mucho más divertido, que un buen libro.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

En lo simple se encuentra la belleza. ESTÁ HERMOSO!!! asdfgasdfgh (*o*)/... Oh... un lugar pacífico y BAM! un chico lindo... lo que todas sueñan por pasar algo así >u<.
Está bonii!!!

Shute-Chan dijo...

HERMOSHO!!!!
asdfasdfasd sin palabras~
^^// muy buena como siempre :3

Nina Segawa dijo...

A mí me resulto precioso!!!! (aunque he de decir que me hizo gracia imaginarme a daiki eructando.. ahahahhahah) Aunque siempre me dejan tan encantada tus fics que no me extraña en absoluto que me enamorara*A*

Nessie *Elva dijo...

Totalmente HERMOSO!! Adoro como describes todo y los detalles ;^; aggsavafsgagahshsvs. (*^*) <3 En serio me encanta todo lo que escribes <3